El Papa llama a orar por los que sufren en Idlib y por los afectados por el coronavirus

En el Ángelus – transmitido por streaming desde la Biblioteca Vaticana –, el Papa Francisco vuelve a recordar la tragedia que se consuma en el noroeste de Siria. “No se debe quitar la mirada de esta crisis humanitaria, sino otorgarle prioridad por encima de cualquier otro interés”. A los voluntarios presentes en Plaza San Pedro: “Gracias por lo que hacen por Idlib”. Sobre el coronavirus: “Que el tiempo de Cuaresma también nos ayude a dar un sentido evangélico a este momento de prueba”. “Así como [Jesús] llamó a esos tres discípulos, hoy nos llama a algunos a estar cerca suyo, para poder dar testimonio”.  


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Seguir rezando por los que están sumidos en la tragedia de Siria y por aquellos que conviven con el drama del coronavirus: así se despidió el Papa Francisco al concluir la oración del Ángelus, que por primera vez se celebró vía streaming desde la Biblioteca Vaticana, para evitar la “aglomeración de personas” que podrían ser peligrosas para la salud. Al saludar a los fieles “virtuales”, él recordó, ante todo, a “las Asociaciones y grupos que trabajan solidariamente en favor del pueblo sirio y especialmente con los habitantes de Idlib, en el noroeste de Siria, que se ven forzados a huir tras  sobrevenir la guerra”. Y agregó: “Una vez más, manifiesto mi preocupación por la situación inhumana de estas personas indefensas, que incluyen niños, y cuya vida está en peligro. No hay que retirar la mirada de esta crisis humanitaria, sino otorgarle prioridad por encima de cualquier otro interés”. Luego pidió rezar en silencio por “estos hermanos y hermanas”. En la Plaza San Pedro se encontraban personas que trabajan en favor de Idlib, y el Papa las saludó al inicio de la transmisión, con estas palabras: “Gracias por lo que hacen por Idlib”. 

Continuando con los saludos, luego dijo: “Con la oración, estoy cerca de las personas que sufren por la actual epidemia de coronavirus, y de todos aquellos que se ocupan de atenderlas. Me uno a mi hermanos Obispos, alentando a los fieles a vivir este difícil momento con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad. Que el tiempo de Cuaresma también nos ayude a dar un sentido evangélico a este momento de prueba”

Previo a ello, Francisco brindó algunos puntos para reflexionar, partiendo del Evangelio de este domingo (segundo de Cuaresma, ciclo A, Mateo 17, 1-9), que narra el episodio de la transfiguración de Jesús. 

Ésta sucede después de que Jesús comenzó “a hablarles de sus sufrimientos, de la muerte y de la resurrección que le aguardaban, pero ellos no podían aceptar este horizonte”. “A través del acontecimiento maravilloso de la Transfiguración”, los discípulos se dieron cuenta de que “el aspecto humano no expresa toda su realidad”, y oyen “al Padre celestial, que confirma la investidura de Jesús, tal como sucedió en el día del Bautismo, en el Jordán, e invita a los discípulos a escucharlo y a seguirlo”. 

Francisco luego destacó que Jesús eligió como testigos de su transfiguración a los discípulos Pedro, Santiago y Juan (“¿los más santos? No”). “Jesús – explicó - no elige según nuestros criterios, sino de acuerdo con su designio de amor. Se trata de una elección gratuita, sin condiciones, de una iniciativa libre, de una amistad divina que no pide nada a cambio. Y así como llamó a esos tres discípulos, hoy nos llama a algunos de nosotros a estar cerca suyo, para poder dar testimonio. Ser testigos de Jesús es un regalo que no hemos merecido: nos sentimos inadecuados, pero no podemos echarnos atrás con la excusa de nuestra incapacidad”. 

De ello derivan consecuencias para nosotros, que “no hemos estado en el Monte Tabor”. “En este mundo, marcado por el egoísmo y la avidez, la luz de Dios se ve ensombrecida por las preocupaciones del día a día. Muchas veces decimos: no tengo tiempo para rezar, no soy capaz de desarrollar un servicio en la parroquia, de responder a las necesidades de los demás… Sin embargo, no debemos olvidar que el Bautismo y la Confirmación, que hemos recibido, nos han convertido en testigos, no en virtud de nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu Santo”.