Hierbas, inciensos, vodka, campanas: las extrañas recetas contra el coronavirus
de Vladimir Rozanskij

Las cifras oficiales en Rusia hablan de 438 contagios y una sola víctima. Preocupan las consecuencias económicas de la pandemia. La Iglesia ortodoxa exalta la higiene, pero continúa realizando celebraciones eucarísticas, procesiones, beso a los íconos. Los musulmanes rusos iniciaron la lectura continua del Corán. Monjas de Ekaterinburg queman incienso hecho “lavanda, geranio, romero y limón, de gran efecto antiviral”. En Turkmenistán se fuma ruda siria; en Bielorusia, Lukashenko aconseja “beber vodka”. El sonido de las campanas espanta los virus.

 


Moscú (AsiaNews)- Frente a 438 casos de infección de coronavirus (con el deceso de una mujer anciana), el presidente ruso Vladimir Putin, hizo un pedido desde Sebastópolis (Crimea) donde fue de visita, a “estar listos para cualquier desarrollo de la situación”. En la misma ciudad de Crimea, donde está estacionada la flota rusa del Mar Negro, hay 77 casos sospechosos y 8 internados.

Los temores de los rusos se concentran sobre todo sobre las consecuencias económicas de la pandemia, más peligrosa del derrumbe de los precios del petróleo. También en Rusia asaltan los supermercados y entre los primeros artículos se registra la falta están la grechka, el trigo sarraceno que se usa para las sopas rusas y el papel higiénico, igual de como sucedía en los períodos críticos de la Unión Soviética. Algunos comenzaron a difundir en las redes sociales los avisos “¡Basta de comprar grechka, están también los pelmeny!” [1]

El índice más preocupante es el costo de la moneda extranjera: el dólar voló de 50 a 80,87 rublos, el euro sobre los 90 y no está lejos la cifra “apocalíptica” de 100 rublos por un dólar, que parece reportar la economía a los colapsos financieros de los años 90, antes de la llegada de Putin. El dólar es una moneda irrenunciable para la economía rusa, para el mercado energético y de las materias primas y los intentos de “de-dolarización” a la economía rusa en estos años, a causa de las sanciones occidentales no dieron ningún verdadero resultado. 

La Iglesia ortodoxa rusa rechaza interrumpir las celebraciones litúrgicas e invita a los fieles a ir a la iglesia para recibir la comunión eucarística. En San Petersburgo se concluyó la exposición de San Juan Bautista en la catedral de la Virgen de Kazan, delante de las cuales se postraron más de 70 mil peregrinos y en Moscú comenzaron las procesiones alrededor del monasterio de S. Pedro (el más antiguo de la ciudad, en honor del metropolitano Pedro del siglo XIV) que recorren las calles del centro de la ciudad pidiendo que termine la epidemia. Los sacerdotes y los fieles se disponen a distancia en la fila procesional.

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En San Petersburgo, el metropolitano Varsonofij (Sudakov) anuló la procesión del Domingo de Ramos, dejando por ahora suspendidas todas las funciones de la Semana Santa.

Aún insistiendo sobre la apertura de las iglesias, el patriarcado de Moscú difunde nuevas recomendaciones para el respeto de las normas higiénicas durante las celebraciones. La última se refiere al “beso de la cruz” al terminar la liturgia (el sacerdote bendice a los fieles con una cruz de bronce, que presenta a los fieles para el beso devocional): de ahora en adelante se recomienda limitarse a “apoyar la cruz sobre las cabezas de los parroquianos”. Para la comunión no son aprobados las cucharitas monouso de plástico, indignos de la sacralidad del gesto, pero se prescribe “secar la cucharita con telas imbuido de alcohol” después de cada uno que ya comulgó, mientras se aceptan los vasos monouso para el agua y el vino devocionales. En muchas iglesias los íconos expuestos a la devoción de los fieles son normalmente secados con soluciones a base alcohólica.

En la mezquita principal Sobornaja de Moscú inició la lectura continua del Corán, para evitar el virus. También en las Iglesias y en los países vecinos a Rusia se buscan remedios de varios tipos, apelándose a las energías religiosas o a las tradiciones populares: los sacerdotes ortodoxos georgianos comenzaron a rociar las calles de Tbilisi con agua bendita. El presidente de Bielorusia, Aleksandr Lukashenko, todavía orgulloso de la casi total ausencia de casos infectados en el país (uno de los más aislados de Europa oriental ya desde antes del virus), definió “psicosis” la alarma general para la pandemia y recomendó irónicamente de “beber vodka y bañarse en la sauna a seco”, siempre lavándose las manos bien y comiendo regularmente “el desayuno, almuerzo y la cena”.

El presidente de Turkmenistán, Gurbangul Berdymukhamedov, emitió una disposición para difundir en toda la población la práctica de fumar la hermala (conocida también como pegasun o “hierba de la tumba” en ruso), la ruta siria originaria de la región oriental de India, que tendría particulares virtudes terapéuticas en la lucha contra las infecciones virales. Según la Radio Azatlik, la propuesta habría surgido durante la reunión de emergencia del Comité para el Desarrollo Estatal. 

El monasterio femenino de S. Alejandro Nevskij en Ekaterinburg preparó un incienso especial con efecto antivirus: “En nuestro laboratorio se prepara un incienso con hierbas, extraídas de los árboles jóvenes de Boswellia junto a los aceites de lavanda, romero y limón, de gran efecto antiviral”-se lee en el comunicado difundido por las monjas-”usaremos sólo este incienso en todas las celebraciones”. De hecho, parece que los fieles que frecuentan las liturgias del monasterio se enfermen menos de los otros: el nuevo incienso es recomendado también para el uso doméstico. En la región, el único caso positivo al Coronavirus se refiere a una joven apenas llegada de Italia, después de un crucero en el Mediterráneo.

El guía de la eparquía de Belgorod, el metropolitano Juan (Popov) decidió obligar a todas las iglesias de la Metropolia a sonar las campanas cinco veces por día  A las 9, 12, 15, 18 y 21), después de haberse consultado con los otros obispos de las parroquias adyacentes. El metropolitano recordó que antes de la revolución en Rusia existían 1280 monasterios y cerca de 18.000 iglesias y el sonido de las campanas cubría prácticamente todo el territorio del imperio. Juan está convencido que “todos los microbios portadores de enfermedades desaparecerán al sonido de las campanas, ya que la espiritualidad está relacionada directamente con los cuantas… no me meteré en dar complicadas explicaciones científicas, sino que digo simplemente que según la mecánica cuántica, más allá de las partículas elementares, existen también flujos, de las funciones que componen la parte espiritual de nuestro mundo material”. Según esta teoría, las formas arquitectónicas de las cúpulas a cruz de las iglesias rusas favorecen el descenso de la gracia sobre las personas, “por lo cual se tiene una renovación interior que destruye los microbios nefastos: cuando sonamos las campanas, en el ánimo renace la esperanza, se entiende que no estamos solos”, aseguró el metropolitano.

[1] los ravioles rusos, ver https://www.instagram.com/p/B93TviAIqBC/?utm_source=ig_embed.