El misionero del PIME narra la Pascua en su parroquia de San Marcos en Pathumthani (arzobispado de Bangkok), donde acogió a las personas perjudicadas desde el punto de vista social y psicológico. Una vida vivida confiando en la Providencia y de la generosidad de tantos, junto a la fe en el Señor resucitado, que hace vencer también la fatiga y el dolor provocados por la emergencia coronavirus.
Bangkok (AsiaNews) - “La Iglesia es madre de todos y lo demuestra sobre todo en los momentos en los cuales sus hijos están en dificultad”: es cuanto escribe el p. Adriano Pelosin, desde hace 42 años en Tailandia, en la carta que publicamos a continuación. El misionero del PIME narra la Pascua en su parroquia de San Marcos en Pathumthani (arzobispado de Bangkok), donde acogió a las personas perjudicadas desde el punto de vista social y psicológico. Una vida vivida confiando en la Providencia y de la generosidad de tantos, junto a la fe en el Señor resucitado, que hace vencer también la fatiga y el dolor provocados por la emergencia coronavirus.
Queridos amigos y benefactores a distancia de nuestros niños,
el coronavirus no agarró a todos de sorpresa y también yo me encontré la casa llena de personas.
Ante todo quiero asegurarles que aquí en la parroquia de San Marcos, estamos todos bien, como también los padres, la gente y los chicos sostenidos a distancia en Mae Chan, Chiangrai.
Y rezamos con fervor y regularmente por todos vosotros y por todos los hombres y mujeres que en estos días están sufriendo a causa de esta pestilencia. Rezamos cada día por los moribundos, por los operadores de la salud, enfermeros, doctores y empleados de los hospitales, por los parientes de los enfermos y de los muertos, por los jefes de Estado, regiones y provincias para que Dios conceda a todos y a cada uno la gracia de Su benéfica presencia, guía, consolación y misericordia.
Espero también todos vosotros y vuestros queridos estén bien. Yo y los niños y los miembros de la familia de San Marcos rezamos para que Dios los proteja y les dé la fuerza, el coraje y la buena voluntad de abrir vuestro corazón a quien se encuentra en la necesidad.
Esta mañana. 8 de abril, mientras estábamos celebrando la Santa Misa al aire libre cerca de nuestro laguito, 2 familias de católicos nos han traído 480 huevos y 18 litros de aceite de oliva para distribuir a los pobres. Pocos días otra familia nos trajo 500 Kg de arroz y un monje budista, amigo nuestro no trajo 15 mil Kg de arroz. Nos donaron también 18 mil cajas de leche para los niños y los ancianos.
La Iglesia es madre de todos, sobre todo de los hijos en dificultad
Me conmovió que hace 3 días un maestro católico: me trajo una porción de spaghetti con una buena salsa hecha por su hijo cocinero.
Como decía, somos aquí tantas personas en la casa parroquial de San Marcos en Pathumthani. Hay 5 seminaristas mayores del Instituto Misionero Tailandés, imposibilitados para hacer apostolado en otras parroquias a causa de coronavirus. Hay 2 jóvenes, Mek y Chalong, de unos 30 años, pero que tienen la madurez d un niños de 7 años: están si padres, fueron abandonados desde pequeños y ahora viven aquí con nosotros. Son muy bueno y serviciales pero es necesario decirles cada vez lo que deben hacer. Está Somchit, gravemente enfermo: está aquí en convalecencia porque en su casa nadie lo puede cuidar y aquí puede tener una habitación con aire acondicionado y buena comida. También está Watsan, de 48 años que debe hacer la diálisis 3 veces por semana y la esposa Wan d 42 años. Ambos eran vagabundos y sin casa. Watsan trabaja como jardinero y Wan sigue a Niw, John y Paul los 3 de 2 años y abandonados por sus padres. Además está la cocinera Pai y su marido Bunma que es jardinero. Luego hay algunos jóvenes que tienen problemas familiares: Pon de 16 años, Put de 15 años, Bun de 15 años, Ben, Pai y Beer de 13 años. Luego está Rok, de 23 años que sigue a los jóvenes y Ot, un vietnamita de 33 años que trabaja en el huerto; Pen en cambio, además del huerto se ocupa de los animales. También está Prasit que se ocupa sobre todo de los ancianos y los jóvenes de las favelas. Además hay un sacerdote de 60 años que está en una fase d rcuperación, después de haber sido suspendido “a divinis” por más de 1 año. Luego está el p. Sunday que es vicario parroquial y vice rector de la comunidad de los seminaristas del Instituto misionero tailandés.
Además de rezar nos organizamos a usar bien nuestro tiempo. Hemos reparado y restauramos los gallineros, el establo de las ovejas, el lugar de los patos y los gansos, la jaula de los conejos, los recintos de los huertos. Hemos aumentado la producción de verduras. Ahora tenemos abundancia de verduras y fruta, especialmente melones, bananas, zapallos, mangos, limones, espárragos, espinaca y repollos orientales; pescado, ranas, pollos, patos y huevos para nuestra comida cotidiana y para ayudar a tantos pobres. estamos en un lugar envidiable: cerca de la ciudad y en el campo, con grandes canales de agua de los cuales podemos sacar agua para los huertos y para la cría de los peces. No sabemos cómo agradecer a Dios Nuestro Padre por todo esto. Hacemos vida de monjes: Ora y reza, Labora y trabaja. Es una alegría alzarse temprano y alabar a Dios cada mañana junto a los amigos con los cuales compartimos la vida: las alegrías y los sufrimientos, las fatigas y las esperanzas en el crecer y soportar las dificultades de cada uno de nosotros. l coronavirus y las consecuentes normas del gobierno y de la Iglesia nos han dado esta oportunidad que jamás había existido antes.
Cada mañana a las 6.30 cantamos los salmos de las horas litúrgicas: Laudes y la Eucaristía; a nosotros se agregan las 6 laicas misioneras: Ying, Pim, Tum, Fon, Keng, Toy y algunas jóvenes bautizadas recientemente: Kwang, Nen, Name. Tato, Michelle. A la tarde cantamos el Oficio de las Lecturas y las Víspera y transmitimos todo vía Facebook...guitarristas, flautistas y los que suenan los timbales ayudan a hacer que las celebraciones sean más brillantes.
Terminé de escribir esta carta el Viernes Santo. Quiero augurar a todos vosotros que estén bien en salud y después del desierto provocado por el coronavirus, reiniciamos a pensar en un nuevo modo de vivir más en armonía con la naturaleza, que debemos celosamente conservar; más en amistad con las personas con la cuales compartimos la vida, con más respeto por los más pequeños y más débiles y compartiendo más con los más perjudicados y pobres.
Celebremos cada día la Pascua del Señor, esto es ofrezcamos nuestra vida en sacrificio por los otros y la volvemos a encontrar en la Resurrección con Cristo y con muchos otros.
¡Feliz Pascua!! de mi parte y de todos los muchachos sostenidos a distancia.
P. Adriano Pelosin