Desde mediados de marzo, todos los lugares públicos están cerrados: escuelas, universidades, mezquitas e iglesias, hoteles, restaurantes, jardines públicos y tiendas, con la sola excepción de aquellas que venden alimentos y las farmacias. Los egipcios han participado significativamente en la jornada de oración convocada el pasado 14 de mayo por Papa Francisco, con el apoyo del gran imán de Al-Azhar, la máxima autoridad del islam sunita.
El Cairo (AsiaNews) – Toque de queda nocturno, transporte público suspendido y la obligación de usar mascarilla. Egipto también lucha contra la pandemia, y al igual que en el resto del mundo, aquí también se viven dramas y momentos esperanzadores, y el respeto de las normas convive con la inconsciencia. Y con una creciente crisis económica, que provoca más miedo que el virus, sobre todo en las zonas rurales y en los barrios humildes y de chabolas. El Estado quiere sostener a los trabajadores estacionales y a las personas que viven de un ingreso diario y garantizarles un alquiler mínimo para estos miles o millones de casos.
Desde que comenzó la crisis, las autoridades decretaron el toque de queda desde las 20 horas hasta las 6 de la mañana. Tres semanas después, se extendió desde las 21 hasta las 6. En la tradicional semana de fiesta que sigue al Ramadán, la medida rige desde las 17 horas hasta las 6 de la mañana. Por seis días, del 23 al 29 de mayo, todos los medios públicos (trenes, bus, metro, etc) estarán suspendidos. Es la primera vez que se toma una medida así. En realidad, desde 1854, cuando comenzó a funcionar el primer tren.
Desde mediados de marzo también permanecen cerrados todos los lugares públicos: escuelas, universidades, mezquitas, iglesias, hoteles, restaurantes, jardines públicos y negocios. La excepción son las tiendas que venden artículos alimentarios y las farmacias. A partir del 29 de mayo, será multado con 5.000 libras egipcias (poco más de 220 euros) todo aquél que sea encontrado en la calle sin mascarilla.
El intenso calor – la semana pasada hubo temperaturas de entre 40 y 45 grados – complica el cumplimiento de la disposición que exige permanecer en casa. Sobre todo en los vecindarios populares y en las villas, donde se vive en ambientes muy limitados y en condiciones de hacinamiento.
Sin embargo, los egipcios no pierden su tradicional humor. Aquí se dice que “en Italia han cerrado el Vaticano; en los Estados Unidos, han cerrado Disney World; en Arabia Saudita, La Meca, pero en Egipto ni siquiera lograron cerrar Ataba y las Mouski”. Son las ferias de puestos, donde uno puede encontrar absolutamente de todo: indumentaria, herramientas, muebles, sábanas y toallas, sanitarios, comida y tantas cosas más. De nada ha servido que las autoridades hayan acudido una y otra vez a desmantelar el lugar.
Tampoco han faltado los episodios de negligencia respecto a las disposiciones contra la pandemia. En Alejandría, este año también se organizó la gran procesión del primer día de Ramadán. Los participantes fueron multados. La prensa denunció episodios como aquél y el de un diputado, que organizó un almuerzo al aire libre, por el quiebre del ayuno, a la puesta de sol, e invitó a 25 colegas.
Por otro lado, en el campo ha pasado que los habitantes se oponen a la sepultura de las personas muertas por el virus, porque temen contagiarse. Funerales y sepelios se realizan solo con los más allegados.
Sin embargo, los egipcios participaron significativamente en la jornada de oración convocada por Papa Francisco para el 14 de mayo, y sostenida por el gran imán de Al-Azhar, la máxima autoridad del islam sunita.
Por último, hay que remarcar una extraordinaria manifestación de simpatía por parte de una guía turística. El último grupo de turistas alemanes que dejó Egipto en el mes de marzo había comentado a su guía que un amigo soñaba con hacer ese viaje. De regreso en Alemania, le comentaron a la guía que su amigo ya no podría viajar a Egipto, porque había muerto de coronavirus. La guía egipcia, que vive en Luxor, les pidió una fotografía del hombre alemán que murió sin cumplir su sueño. La guía fijó la foto del hombre en una pequeña balsa, que colocó en el centro del Nilo, para que pudiera navegar por el río, y así se pudiera cumplir el sueño.