Mons. D’Aniello, nuevo nuncio en Rusia, esperanza de un renacimiento
de Vladimir Rozanskij

Sucede a Mons. Celestino Migliore. En los últimos años, los católicos rusos vivieron un período de relativo florecimiento, gracias a las buenas relaciones con el Estado y con la Iglesia Ortodoxa y las demás religiones. Luego de las relaciones tensas entre Moscú y Constantinopla, el Vaticano puede proponerse en un rol de “puente ecuménico” entre polos divergentes de la Ortodoxia mundial. En la Iglesia Ortodoxa, continúan las polémicas sobre las medidas de seguridad debido a la pandemia.


Moscú (AsiaNews) – Mons. Giovanni D’Aniello, napolitano, 65 años y ex nuncio en Brasil, ha sido designado como nuevo nuncio apostólico en Rusia. Su nombramiento fue efectuado por Papa Francisco el 1° de junio pasado.

En la prensa rusa, la noticia ha dado lugar a gestos de aprecio: Nezavisimaja Gazeta escribe que el nuevo representante vaticano “se ha especializado en los países en vías de desarrollo” y por tanto resulta particularmente adecuado para Rusia en la etapa de reconstrucción posterior al Covid. 

Nacido en 1955 en Aversa (CE), Mons. D’Aniello (foto 1) sucede a Mons. Celestino Migliore, que a principios de este año fue destinado a la Nunciatura de París. En su servicio diplomático, el flamante nuncio anteriormente estuvo en el Congo, Tailandia, Camboya y Brasil; habla cinco idiomas, pero no el ruso, que deberá aprender forzosamente sobre la marcha. D’Aniello es el sexto representante de la Santa Sede en Rusia, desde el año 1990. Y también, el sucesor del primer nuncio de pleno derecho.

En los últimos años, los católicos rusos han vivido un período de relativo florecimiento, gracias a las buenas relaciones con el Estado y con la Iglesia Ortodoxa y las demás religiones. Las cuatro diócesis rusas están bajo la conducción de obispos muy experimentados, y hay alguna que otra sustitución en vista: el veterano es Mons. Josif Werth, de Novosibirsk, quien permanece en el cargo desde 1991; le sigue Mons. Clemens Pickel, de Saratov (1999), Mons. Cyryl Klimowicz de Irkutsk (2003) y Mons. Paolo Pezzi, de Moscú (2007). Las casi 300 parroquias, que abrieron sus puertas en la década del ‘90, ya festejan los jubileos por los 20 o 25 años de su apertura, con una nueva generación de católicos bien formada. El nuncio tendrá que asegurar las acreditaciones de los misioneros extranjeros, que ya son numerosos, pero también podrá contar con los sacerdotes nativos. 

Las relaciones con el Patriarcado de Rusia han mejorado notablemente en los últimos años, luego del encuentro entre Papa Francisco y el Patriarca Kirill (Gundjaev) en La Habana, en el 2016. Recientemente, a raíz del conflicto que ha llevado a la Iglesia rusa a interrumpir las relaciones con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, las relaciones eclesiales entre Moscú y Roma se han vuelto más significativas. Además de la colaboración cultural y humanitaria, el Vaticano también ha podido desempeñarse en el rol de “puente ecuménico” entre los polos divergentes de la Ortodoxia mundial.

La Iglesia rusa ha sufrido particularmente la fase aguda de la pandemia de coronavirus, sufriendo importantes y numerosas pérdidas en vidas humanas. En los últimos días, el número de casos positivos aún se mantiene muy elevado, con más de 8.000 casos y más 100 muertos por día. La última figura eclesiástica fallecida por el virus fue uno de los obispos más ancianos, que estaba en servicio desde los tiempos soviéticos, el metropolitano de Chuvashja Varnava (Kedrov, foto 2), de 89 años, un gran protagonista del renacimiento de la Iglesia en una zona de la Rusia europea sumamente delicada: cerca del río Volga, de los Urales y de los campos de concentración. 

También continúan las polémicas sobre las medidas de suspensión de las celebraciones litúrgicas durante la cuarentena. Por decreto patriarcal, las medidas serán levantadas el 8 de junio (a partir del 2 de junio, las catedrales moscovitas del Santísimo Salvador y de la Epifanía, en Elokhovo). El metropolitano de Sarátov, Longin (Korchagin) tuvo que intervenir en la prensa, y en una entrevista con la agencia Pravmir aseguró que no es un “Covid-disidente”, sino que solo tiene  “algunas objeciones sobre todo lo que ha sucedido en el último período” y que está “en contra de cualquier forma de histeria y terrorismo psicológico”. A su modo de ver, ha habido “medidas excesivas, cuya eficacia ha quedado muy poco demostrada”. En el caso de Sarátov, las iglesias han permanecido abiertas, pero a los fieles “con mayor riesgo de infección” se les aconsejaba no venir. De todos modos, se cumplió con las medidas de protección e higiene. Las autoridades civiles de Sarátov han entablado una polémica con el metropolitano Longin, pero el patriarcado no ha puesto en marcha ninguna investigación sobre el caso.