Kuwait, jura en el Parlamento el nuevo emir Sheikh Nawaf al-Ahmed al-Sabah

El nuevo líder de 83 años sucede a su anciano predecesor. Sheikh Sabah al-Ahmed al-Sabah, de 91 años, falleció ayer en los Estados Unidos, donde se encontraba recibiendo tratamiento médico desde el mes de julio. Consderado el “decano de la diplomacia árabe”, supo cultivar relaciones con Washington, Riad, Teherán y Doha. Una huella que el nuevo líder se dispone a seguir, con el cierre de los “Acuerdos de Abraham”. 

 


Kuwait City (AsiaNews) - El nuevo emir de Kuwait,  Sheikh Nawaf al-Ahmed al-Sabah, de 83 años, juró ayer ante el Parlamento, mientras el país se preparara para vivir 40 días de luto nacional, por la muerte del predecesor Sheikh Sabah al-Ahmed al-Sabah. El anciano emir falleció ayer en los Estados Unidos, donde se encontraba hospitalizado hace varias semanas, para recibir tratamiento médico. Tenía 91 años. “Custodiaremos como el bien más preciado la invalorable confianza que el pueblo de Kuwait ha depositado en nosotros”,  afirmó el sucesor, al término de la ceremonia.  

Los restos del anciano líder, que para muchos fue el gran arquitecto de la política exterior del Kuwait moderno, debieran llegar al país esta noche. Su vida se apagó en un centro de Minnesota, donde se encontraba internado desde el mes de julio para recibir atención médica especializada. Según varias fuentes del palacio real, solo asistirán al funeral “los familiares más cercanos”, a fin de evitar multitudes y aglomeraciones en plena pandemia de coronavirus. 

Nacido en 1929, Sheikh Sabah al-Ahmed era bisnieto del fundador del Kuwait moderno, Mubarak al-Sabah, quien firmó con Gran Bretaña el “Tratado de Amistad”, que convirtió el país en un protectorado. Designado ministro de Relaciones Exteriores en 1963, dos años después de la independencia guió la política por los 50 años posteriores, salvo la breve pausa durante la ocupación iraquí, en la época de la guerra. En el 2006 asume el mando del emirato, tras la muerte de Sheik Jaber y la renuncia de su primo Emir Sheikh Saad al-Abdullah, quien solo estuvo nueve días en el gobierno.  

Muchos analistas y expertos lo definieron como el “decano de la diplomacia árabe” por los asiduos esfuerzos para restablecer las relaciones entre los Estados de la región, tras la invasión de las tropas iraquíes y el estallido de la primera Guerra del Golfo, entre 1990 y 1991. En más de una oportunidad asumió el rol de mediador en las disputas surgidas en los últimos años. La última tuvo como protagonistas a Arabia Saudita (y sus aliados) y Qatar, en un enfrentamiento político (por las relaciones con Teherán) y religioso (por la supremacía en el islam sunita). En todos estos años, Kuwait jamás intervino en la guerra en Siria, y alojó conferencias de los donadores, favoreciendo la diplomacia. 

Gran pesar y condolencias se difunden entre los líderes árabes e internacionales. En los mensajes se destaca el del rey Abdullah de Jordania, quien escribió: “Hoy hemos perdido a un gran hermano y a un líder sabio y encantador… que no escatimó esfuerzos en pos de la unidad árabe”. El Sheikh Mohammed bin Zayed Al Nahyan, príncipe heredero de los Emiratos Árabes Unidos (y líder de facto de la nación) subrayó que el difunto emir encarnaba “la sabiduría, la tolerancia y la paz, y fue un gran pionero de la cooperación del Golfo”. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, definió al difunto como “un extraordinario ejemplo de sabiduría y generosidad, un mensajero de la paz, un constructor de puentes”.  

Quien lo sucede en la guía de Kuwait es el Sheikh Nawaf al-Ahmed, desde el 2006 príncipe heredero y figura de alto nivel político e institucional en el país, habiéndose desempeñado como ministro de Defensa en 1990, en la época del ataque de Saddam Hussein. Nacido en 1937, él deberá afrontar no pocos desafíos para asegurar un futuro de estabilidad a una nación de 4,8 millones de habitantes, de los cuales 3,4 son trabajadores inmigrantes. La nación, rica en petróleo, es el sexto país del mundo en reservas petrolíferas, pero como todos los países del área, ha sufrido un duro revés con la pandemia de Covid-19 y el derrumbe de los precios del crudo en el mercado mundial. 

En materia de política exterior, él no debiera apartarse de la línea trazada por su predecesor, que ha permitido dialogar con las potencias regionales e internacionales, desde Washington hasta Riad, manteniendo al mismo tiempo excelentes relaciones con Teherán y Doha. En cuanto a los “Acuerdos de Abraham”, la sensación es que no se seguirá la línea de Abu Dabi y Manama, en parte debido a la fuerte hostilidad que manifiesta la población, y también por la sostenida cercanía con la causa palestina y la creación de un Estado autónomo que limite con Israel.