Bartolomé I: Es tiempo de actuar, es tiempo de ‘subversión’

En el encuentro internacional “Nadie se salva solo – Fraternidad y paz”, el patriarca ortodoxo de Constantinopla insta a superar los fundamentalismos y las ideologías para redescubrir el mundo como “casa común”, y el hombre y la realidad como “espejo” de Dios. Esto marca una verdadera “subversión”: el fin del “dominio absoluto del ser humano sobre el universo entero” y el nacimiento de una “ecología, como signo de la presencia de lo divino en la creación”.


Roma (AsiaNews) – “Los grandes desafíos actuales, que no atañen solamente a algunos pueblos o naciones sino a toda vida que habita nuestra casa maravillosa, el mundo”, nos urgen a tomar decisiones que no pueden postergarse; ha llegado “el tiempo de actuar”. Y además ha llegado el tiempo “de subvertir un orden socio-cultural de siglos”, que ve el mundo como mero objeto y no como una “casa común” de la cual los hombres son custodios. Estos son algunos temas que abordó Bartolomé I, el patriarca de Constantinopla, en su discurso de hoy durante el encuentro internacional “Nadie se salva solo – Fraternidad y paz”.

El patriarca tomó la palabra en la plaza del Capitolio, donde los representantes de las distintas religiones se encontraban reunidos, luego de la oración por la paz en la que participó cada comunidad confesional. 

Al dirigirse a una asamblea limitada, debido a las restricciones sanitarias por el coronavirus, Bartolomé subrayó especialmente dos puntos. El primero es que “terminó el tiempo de la moda ecológica, de su idealización o, peor aún, de su ideologización. Comienza “el tiempo de actuar”. En síntesis, se trata del intento de superar la ecología como mera temática afectiva, sociológica, que idolatra un mundo puro donde no hay lugar para el hombre, visto como una “amenaza contaminante”. 

El segundo, vinculado al primero, es que es tiempo de ver el mundo y al hombre unidos, como creaturas de Dios: esto exige, por tanto, redescubrir la dimensión religiosa del compromiso con la sociedad y la naturaleza. Para esto, es necesario “subvertir un orden sociocultural de siglos y darse cuenta de que en ellos hay un fragmento divino”. 

Citando al filósofo Anaxímenes, Bartolomé afirma que es necesario superar una visión puramente científica (o materialista) de la realidad y del cosmos. Pero también es necesario mirar los elementos del cosmos como parte de la “casa común”, es decir, habitada por la comunidad de seres humanos: “poner en un mismo plano los cuatro elementos y la casa común, ya que solo con ella es posible la salvación del género humano y de toda la creación”. 

Por último, es importante contemplar la naturaleza y a los seres humanos como “espejo” de la imagen de Dios: “La Casa común – explica el patriarca - es como la casa de los espejos. Un espejo en el que vemos nuestra imagen reflejada, así como la de nuestro hermano y, con nosotros, la de cada elemento de la creación. Creados a imagen y semejanza de Dios, vemos en nosotros la imagen de nuestro hermano, y en cada ser humano, un fragmento divino. Mirando lo que está a nuestro alrededor, vemos la obra divina que todo ello contiene. Como consecuencia, se da un vuelco sociocultural y antropológico que nos lleva a ver la ecología como signo de la presencia de lo divino en la creación”. Esto marca una verdadera “subversión”: el fin del “dominio absoluto del ser humano sobre todo el universo”, y el nacimiento de una “ecología como signo de la presencia de lo divino en la creación”.