Una huelga general, el aviso de desalojo para Lukašenko
de Vladimir Rozanskij

Svetlana Tikhanovskaya, la líder de la oposición en el exilio, invitó a toda la sociedad a sumarse a una huelga. Participación en todo el país, incluso de los trabajadores de las industrias estatales, universidades, escuelas y asociaciones religiosas. El domingo 25 de octubre hubo una manifestación que reunió a entre 100-200 mil personas, reprimida por la policía y las fuerzas de seguridad. Putin condena la "violencia del Estado" como "innecesaria". Mike Pompeo pide la liberación de Vitalij Þkljarov, un politólogo estadounidense de origen bielorruso que se había unido a las protestas.

 


Moscú (AsiaNews) - El 25 de octubre expiró el "ultimátum popular" proclamado por la oposición contra el Presidente Lukašenko, por usurparle la victoria en las elecciones del 9 de agosto. La líder de la oposición en el exilio, Svetlana Tikhanovskaya, invitó a toda la sociedad bielorrusa a iniciar una huelga general el 26 de octubre (foto 1), en empresas públicas y privadas, incluidas las asociaciones religiosas. Según Tikhanovskaya, la huelga constituye una "palanca de presión económica", y la participación de los particulares es "una expresión de la solidaridad de cada uno hacia todos".

La ex candidata y ganadora moral de las elecciones (foto 2) hizo su llamamiento a través de su canal de Telegram, convencida de que "las empresas privadas, las comunidades religiosas, los hombres de la cultura y del deporte, los informáticos apoyarán a los huelguistas y ese día no trabajarán". Varias empresas públicas declararon el 26 de octubre como día festivo. La adhesión a la huelga se extiende en todo el país, a pesar de las declaraciones del vocero del gobierno Aleksandr Isaev, quien afirmó que "todas las empresas bielorrusas trabajaban regularmente a plena capacidad". La realidad es que de todos lados llegan noticias de una amplia participación de los operarios de las fábricas estatales en la huelga, con varias marchas que rodean los establecimientos. Lo mismo ocurre en las universidades, a pesar de las amenazas del Ministro de Educación Igor Karpenko (foto 3).

El día anterior a la huelga, el 25 de octubre, fue otro domingo de grandes manifestaciones y de violenta represión por parte de la policía y de las brigadas Omon, con numerosos arrestos y palizas en las calles. Fue la mayor convocatoria desde el 30 de agosto: en la marcha participaron entre 100.000 y 200.000 personas, en respuesta al ultimátum definitivo  de Tikhanovskaya. Miles de personas se congregaron en torno a la Iglesia Roja, en el centro de Minsk, celebrando la huelga y la libertad en Bielorrusia.

En estos días, las potencias extranjeras también están presionando a Lukašenko. El 22 de octubre tuvo lugar la visita de Sergei Naryškin, director de los servicios de seguridad exterior de Rusia. El funcionario transmitió los saludos y recomendaciones de Vladimir Putin, insistiendo en la necesidad de una reforma constitucional en Bielorrusia para lograr una nueva fórmula de "Estado unitario". El propio Putin, en el foro de economistas del Club Valdái, criticó la violencia estatal en Bielorrusia, y declaró que era "innecesaria", añadiendo que "quien tomó esa decisión tendrá que responder por ella".

El 24 de octubre, Lukašenko tuvo una conversación telefónica con el Secretario de Estado de los EEUU Mike Pompeo. El presidente bielorruso aseguró: "la situación está bajo control y estamos dialogando con la oposición", y también se refirió a su reciente visita a la cárcel y a los coloquios que mantuvo con algunos opositores presos.

Los voceros del Ministerio de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos dijeron posteriormente que el Secretario de Estado "pidió la liberación del ciudadano estadounidense Vitalij Škljarov ", un politólogo estadounidense de origen bielorruso que se había sumado a las protestas, "e insistió en el apoyo de los Estados Unidos al deseo de democracia del pueblo bielorruso".

La liberación de Škljarov podría culminar con la salida de prisión de varios miembros de la oposición. Además, ellos no están dispuestos a proseguir desde una celda el diálogo con el presidente.