Biden y Beijing se debaten entre la competencia y la cooperación
de Emanuele Scimia

Las tensiones entre los dos países seguirán existiendo, pero se gestionarán dando prioridad a la diplomacia. Competencia en el comercio, la tecnología y la seguridad; colaboración en materia de clima, Covid-19 y proliferación nuclear. La cuestión Taiwán. Observadores críticos: Biden repetirá las recetas "belicistas” de Obama. 

 


Roma (AsiaNews) - Aplacar la tensión sin modificar sustancialmente la política de los Estados Unidos, salvo algunas excepciones, referidas a temas específicos. Esto es lo que se espera en los Estados Unidos y en China, en lo que respecta a las relaciones entre ambas potencias tras la toma de posesión del nuevo presidente Joe Biden, en el mes de enero.     

Las tensiones entre ambos países seguirán existiendo en cuestiones como el comercio, la innovación tecnológica y la seguridad en el Asia oriental.  Lo esperable es que se puedan “gestionar” dando prioridad a la diplomacia, y no con ataques y “demostraciones de fuerza” en  Twitter, como hizo el presidente en ejercicio Donald Trump.

Las empresas estadounidenses que operan en China creen que Biden tratará de proteger sus intereses sin llegar a una ruptura. Según un sondeo publicado el 20 de noviembre por la Cámara de Comercio de los EE.UU. en Shanghái, el 53,2% de las empresas contactadas no esperan cambiar sus planes; el 13,7% dice estar dispuesto a hacer más inversiones y sólo el 5,6% dice que quiere reducir el riesgo.

Este año, tanto la administración Trump como el Congreso de Washington, han anunciado planes para alentar a las empresas estadounidenses a abandonar China y regresar a su país o relocalizarse en otros países. Sin embargo, para los estadounidenses que invierten en el gigante asiático, esta política jamás ha resultado convincente. 

China tendrá que tener en cuenta que si bien la guerra arancelaria de Trump no ha reducido el déficit comercial de Washington, la batalla tecnológica está poniendo en aprietos a Huawei. Según TrendForce, el gigante chino de la tecnología - líder en el desarrollo de sistemas de Internet 5G - está destinado a perder el cetro mundial en la venta de teléfonos inteligentes. Según los cálculos del centro de análisis con sede en Shenzhen y Taipei, debido a las sanciones de los Estados Unidos, la cuota de mercado de Huawei en el sector caerá del 14% actual al 4% en el próximo año.

Para los analistas chinos, Beijing es consciente de que las relaciones con Washington no pueden volver a la época anterior a Trump. En el Congreso estadounidense, los demócratas y los republicanos quieren mantener alta la presión: no solo sobre el comercio, sino también sobre el respeto de los derechos humanos y la autonomía de Hong Kong.

Ayer, en el New York Times, el ex Viceministro de Relaciones Exteriores de China, Fu Ying, escribió que el objetivo de las dos potencias debería ser lograr una "cooperación competitiva" que evite el peligro de un conflicto armado.

Respecto a los puntos sobre los que pueden colaborar, no faltan: van desde el clima hasta la lucha contra la pandemia, desde el compromiso con la no proliferación nuclear (el caso de Corea del Norte es emblemático) hasta la estabilización de los numerosos países "fallidos" (Afganistán, Libia, Somalia, Yemen, Venezuela) que representan una amenaza para el orden mundial.

Quizás algo de esto hay en la visión de Biden sobre China: un "competidor estratégico" con el que se tiene el deber de dialogar. Un enfoque que no difiere mucho del que ha adoptado la Unión Europea, que define a Beijing como un "rival sistémico", al que hay que hacer frente, sobre todo por sus prácticas comerciales desleales.

Para varios observadores, Taiwán es la cuestión geopolítica que podría acarrear mayores problemas. Para Beijing, Taipéi es una provincia rebelde. Durante la administración de Trump, la isla logró elevar su perfil internacional, gracias a sus logros en la gestión de la pandemia de coronavirus. Citado por Focus Taiwan, Douglas Paal, encargado de negocios de EEUU en Taipei, dice que Biden tratará de reconstruir el sistema de alianzas de Washington, y que el papel positivo de la isla en la comunidad internacional será un activo que el nuevo presidente no podrá desestimar.

Al igual que Paal, la mayoría de los comentaristas están convencidos de que con Biden, Estados Unidos abandonará la doctrina de Trump, ‘America First’, y retomará un papel de liderazgo mundial. Sería una vuelta a la normalidad después de la "errática" gestión del magnate neoyorquino, con dictaduras y autocracias como China, Rusia, Turquía y Arabia Saudita ocupando el vacío geopolítico dejado por Washington.

Ciertos nombramientos - como el de Antony Blinken en la Secretaría de Estado - despiertan preocupación en algunos observadores: temen que la presidencia de Biden se reduzca a una restauración de las políticas de Barack Obama, no por cierto “pacifistas”, a su modo de ver. Y señalan que a pesar de sus promesas de reducir los compromisos bélicos del país, el ex presidente de los Estados Unidos mantuvo sus tropas en Afganistán e Irak, las comprometió en Siria y Libia, y apoyó la campaña saudí contra los rebeldes chiítas hutíes en Yemen.