Cerca de 500 personas procesadas en el maxi-juicio contra militares y civiles involucrados, según la acusación, en el golpe de Estado de 2016. A raíz de las acciones que se llevaron a cabo en la base aérea de Akinci, cerca de la capital. Decenas de personas deberán cumplir penas de reclusión en régimen de aislamiento por el intento de matar a Erdogan y atacar objetivos institucionales.
Ankara (AsiaNews / Agencias) - Una lluvia de cadenas perpetuas hoy en Turquía. Uno de los principales maxi-juicio contra casi 500 imputados pertenecientes - según la fiscalía - a la red del predicador islámico Fethullah Gülen, acusado de ser el autor intelectual del (fracasado) golpe de Estado del verano de 2016. En el centro del proceso están las acciones que se llevaron a cabo en la base aérea de Akinci, en Ankara, supuestamente utilizada por los golpistas como cuartel general para lanzar el ataque contra el legítimo gobierno institucional del país.
Decenas de pilotos y oficiales de alto rango que gravitaban en torno a la base fueron considerados culpables de intentar “derrocar el orden establecido" y "asesinar al presidente" Recep Tayyip Erdogan. Los acusados se proponían bombardear varios puntos estratégicos de la capital, entre ellos el Parlamento.
Cerca de 27 personas recibieron, cada una, decenas de sentencias de cadena perpetua agravada, lo que significa un encarcelamiento severo caracterizado por medidas de detención más estrictas. Desde 2004, esa modalidad ha reemplazado la pena de muerte, que está prohibida. En este momento, 475 personas están siendo juzgadas (365 de las cuales ya se encuentran en prisión preventiva) y 337 ya recibieron la condena. Entre ellas se encuentra el ex comandante de la fuerza aérea Akin Ozturk, quien fue declarado culpable de atacar edificios gubernamentales e intentar matar a Erdogan, junto con otros cuatro líderes de bandas, a los que se considera "imanes civiles" y estaban relacionados con la red Gulen.
Desde la noche del intento de golpe de Estado a mediados de julio de 2016, en el que murieron 250 personas y que durante unas horas hizo tambalear el poder de Erdogan, el gobierno de Ankara comenzó una auténtica caza de brujas. Ataques dirigidos contra decenas de miles de presuntos opositores, intelectuales, activistas, personalidades nacionales y extranjeras, militares y jueces, profesores, intelectuales y gente común. Personas unidas por una única matriz: la pertenencia, real o supuesta, a la red del predicador islámico exiliado en Pensilvania (Estados Unidos).
Según el Presidente, los partidarios de Gülen intentaban crear un "Estado dentro del Estado" infiltrándose en las fuerzas policiales, el poder judicial y otras instituciones clave para la vida del país. Desde la noche del golpe, se detuvieron 292.000 personas, casi 100.000 se encuentran en prisión a la espera de juicio, y 150.000 empleados estatales (entre militares y civiles) perdieron su trabajo. Hasta la fecha, los tribunales de los distintos juicios han dictado más de 2.500 cadenas perpetuas.