Jesús triunfa sobre el miedo al Covid que paraliza al mundo

El Patriarca Latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa se recuperó del coronavirus y recibió el visto bueno para presidir la celebración de la vigilia en Belén. La pandemia hizo desaparecer a los peregrinos que "traen la sonrisa a muchas familias". Cristo es "la única respuesta lógica a la triste realidad de nuestro mundo".

 


Belén (AsiaNews) - La pandemia del nuevo coronavirus y "el miedo que trae consigo" han marcado "la vida civil y religiosa" de Tierra Santa y "parece habernos paralizado". El año 2020 "se ha caracterizado precisamente por el miedo: salud, economía, e incluso política ... todo parece haber sido trastornado por este pequeño pero poderoso virus" que "echó por tierra los proyectos" y "sembró la desorientación". Así describió la situación actual el nuevo Patriarca de Jerusalén de los Latinos Pierbattista Pizzaballa en su mensaje de Navidad a los fieles. Él mismo estuvo enfermo del Covid-19 y recién el 22 de diciembre recibió luz verde de las autoridades sanitarias de Israel para presidir las celebraciones. "Es un desafío enorme - sigue diciendo - vivir sin miedo en nuestro mundo, un mundo que con sus dinámicas no deja de alimentar esta ansiedad".

Su Beatitud presidirá la misa que se celebrará la noche del 24 de diciembre en la Basílica de la Natividad, en Belén, en un contexto marcado por la pandemia que ha vaciado iglesias y lugares de culto como nunca había ocurrido antes, ni siquiera en los tiempos de la segunda intifada. Días pasados el patriarca quiso comunicar en una nota que él mismo celebrará la misa, después de haber recibido la autorización del Ministerio de Salud israelí que le permitió dar por concluida la cuarentena. Aprovechó también para agradecer a todos los que "han expresado su solidaridad y oración en este tiempo".

En su mensaje a los fieles el Patriarca Pizzaballa dice que "los ojos del cuerpo ven las razones para tener miedo". "Sin embargo - prosigue - los ojos del espíritu ven las señales que Dios le da al hombre: las señales de su presencia, de su fuerza oculta y de su reino que aparecen dentro de nosotros cuando le dejamos espacio". "No tendremos grandes y flagrantes pruebas", continúa, porque la "señal de que ha comenzado el nuevo Reino" será "un niño en un pesebre".

Una señal "que fácilmente podemos dejar escapar" advierte, porque estamos "envueltos en nuestras ansiedades y miedos [...]. El miedo nos impide abrirnos y así nos volvemos estériles, en vez de responder al llamado que hemos recibido de convertirnos en portadores de Dios”. En este contexto en el que "todo se ha reducido a un mínimo imprescindible" y "no hay nada del clima de fiesta que suele caracterizar estos días", es mucho más importante todavía aceptar "la invitación del ángel, como hicieron los pastores del Evangelio". “Para ver y reconocer en esa señal [...] a Cristo el Señor”.

Hay muchas pruebas en este momento, como la desaparición de los peregrinos de todo el mundo que siempre traen a Belén su alegría por el nacimiento de Jesús. Ellos también traen sonrisas a muchas familias, que ahora en cambio están desempleadas desde hace varios meses. Tampoco podemos reunirnos en grupos numerosos de la comunidad para las celebraciones litúrgicas, ni hemos podido participar con los distintos grupos en las fiestas y encuentros que se organizan en esta época del año… en fin, tenemos una Navidad de perfil bajo, para el olvido”.

Sin embargo, concluye el Patriarca Pizzaballa, “Jesús vino para cambiar radicalmente nuestra manera de pensar, para sorprender nuestras expectativas, para sacudir nuestra existencia ... para despertarnos de la ilusión de que ya sabemos todos, de que todo está bajo control, de que el desaliento es la única respuesta lógica a la triste realidad de nuestro mundo [...] Dejémonos guiar por el Espíritu, para reconocer una vez más, a pesar de todo y en la verdad de nuestra realidad, el signo de su presencia”.