Por la pandemia, Beijing cierra 155 lugares de culto y promete acabar con las reuniones ilegales
de Wang Zhicheng

La decisión se tomó, aún reconociendo que hasta ahora las actividades religiosas han tenido "contagio cero". Por las condiciones - sumamente estrictas - y los controles constantes, muchos sacerdotes se han visto forzados a cerrar las iglesias en Navidad. En las redes sociales circula la acusación de que los católicos son "los que ungen" y propagan el virus. La Asociación Patriótica lo desmiente. Nuevas medidas para acabar con las "actividades ilegales" de las comunidades clandestinas.


Beijing (AsiaNews) –  Las autoridades de Beijing han decidido cerrar los 155 lugares de culto de la capital para evitar la propagación de la pandemia. La decisión fue comunicada en una conferencia de prensa celebrada ayer en la Oficina de Información del Gobierno de la ciudad ( v. foto).

La oficina local del Frente Unido y la Dirección de Asuntos Étnicos y Religiosos establecieron conjuntamente que "a partir de ahora, los 155 lugares religiosos de la ciudad estarán cerrados y se suspenderán las actividades religiosas colectivas".

Lo curioso del caso es que la misma Oficina de Información reconoce que "hasta ahora no se han verificado nuevos casos de neumonía provocada por coronavirus y tampoco hay casos sospechosos entre los 840 religiosos de los 155 lugares de culto de nuestra ciudad. El objetivo del 'contagio cero se ha logrado”, afirmó. 

Las iglesias y los templos, al igual que toda la población china, han tenido que acatar un riguroso lockdown desde enero de 2020. Recién a partir de julio -cuando los centros comerciales, las tiendas, los mercados y los cines ya estaban abiertos desde hacía algún tiempo- se dio permiso para reabrir los lugares de culto, pero bajo condiciones muy estrictas: reducción del número de participantes, distanciamiento social, control de la temperatura, ritos breves para evitar el contagio, entre otras reglas.

La Oficina de Información del Gobierno de Beijing reconoce que "durante las fiestas religiosas importantes, como el nacimiento de Buda, Eid al-Fitr, la Navidad y otras, las actividades en los distintos lugares de culto han proseguido de forma sostenida y ordenada". Sin embargo, sucede lo contrario: debido a las condiciones estrictas y las constantes visitas de la policía, muchos sacerdotes prefirieron mantener sus iglesias cerradas, confiando en el rito que se celebra online.

La drástica decisión del gobierno de Beijing parece estar motivada por la nueva ola de más de 300 casos de Covid que surgieron la semana pasada en Hebei y, en particular, en Shijiazhuang, la capital de la provincia. La Oficina de Prevención de Enfermedades ha determinado que el origen de la nueva ola se encuentra en las poblaciones rurales, que asisten a "reuniones religiosas" al menos una vez por semana. Algunos mensajes anónimos en los medios sociales también señalan  a “los que ungen” - y más precisamente a los católicos-, acusándolos de propagar el virus.

La Asociación Patriótica de Católicos de Shijiazhuang dijo que la noticia era falsa y que la diócesis no estaba involucrada en la propagación del virus, especificando que hasta ahora "sólo hay un católico en Shijiazhuang que dio positivo al Covid-19".

A pesar de ello, las iglesias y los templos permanecerán cerrados y las autoridades han prometido "llevar a cabo investigaciones especiales sobre las actividades religiosas ilegales en las zonas rurales, frenar decididamente las actividades religiosas ilegales y prevenir el riesgo de que se propague la epidemia".

Según algunos católicos de la capital, Beijing está utilizando la pandemia para acabar con las comunidades clandestinas: el grueso de los católicos de Hebei participan en ellas y suman más de un millón de fieles