Niños indígenas expulsados de la escuela: la otra cara del abuso
de Peter Geremia

Redada policial en la Universidad de San Carlos, en Cebú, para "liberar" a los niños que fueron acogidos cuando cerraron las escuelas en sus aldeas porque ayudaban a los rebeldes comunistas. Padre Peter Geremia (PIME): "¿Cómo se puede llegar a considerar terroristas a los niños?"


Cebu (AsiaNews) - La campaña del gobierno filipino contra el Nuevo Ejército Popular (NPA) - la guerrilla de matriz marxista - también ha tomado como objetivo las escuelas de las aldeas indígenas. Son pequeñas estructuras educativas creadas en aldeas aisladas de la selva, donde la educación pública no llega. Escuelas donde -gracias al trabajo de sacerdotes como el padre Fausto Tentorio, misionero del PIME asesinado en Mindanao en 2011- se valora la identidad de los indígenas, los habitantes originarios del archipiélago, y también se les enseña a defender sus derechos.

Precisamente por esa razón despiertan las sospechas del ejército filipino, que en sus operativos contra los grupos del NPA está cerrando muchas de estas escuelas, a las que considera lugares de reclutamiento de la guerrilla. Este testimonio del padre Peter Geremia, misionero del PIME en Mindanao, se refiere a un grupo de niños indígenas del distrito de North Davao. Después que clausuraron su escuela, fueron acogidos por la Universidad de San Carlos, en Cebu, una institución de los misioneros verbitas, para que continuaran sus estudios. Pero en los últimos días fueron "liberados" por las fuerzas policiales, que afirman que son víctimas de "secuestro y adoctrinamiento".

El Señor Jesús dijo: "Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y lo arrojaran al fondo del mar”. Por lo general, asociamos los escándalos con el abuso sexual, pero también se puede aplicar a otro tipo de violencia.

El 15 de febrero se llevó a cabo una redada contra un grupo de niños indígenas (lumad) cuando asistían a clases en la Universidad de San Carlos, en Cebú. He visto algunos videos: una multitud excitada de policías armados, militares y milicianos indígenas junto con algunos funcionarios del Departamento de Servicios Sociales persiguen hasta acorralar a un grupo de niños que se abrazan unos a otros, gritando y llorando. Los mayores fueron arrojados al suelo y esposados; los 26 fueron detenidos y entregados a la custodia de los servicios sociales.

¿Por qué? No tenían armas ni drogas ni nada ilegal. Solo iban a la escuela pacíficamente. La policía calificó a esta redada como "rescate", pero los videos condenan a los agresores como criminales. Ha sido un escándalo de terrible violencia contra los niños.

Y esto se debe a la campaña del gobierno para cerrar las escuelas indígenas, porque sospechan que los niños están siendo enseñados a apoyar a los rebeldes. Los militares han clausurado muchas de estas escuelas, sobre todo en las regiones menos accesibles. Algunos alumnos fueron transferidos a otras instituciones, pero muchos dejaron de asistir completamente. Una parte pidió que les permitieran continuar las clases en estructuras de la iglesia, como la Universidad de San Carlos, y otros quedaron aislados por la pandemia.

Me pregunto por qué la policía, el ejército y los servicios sociales realizaron una redada tan violenta contra los niños. ¿Cómo pudieron haber ignorado todas las leyes de protección infantil y el debido proceso? Quizás ya se han acostumbrado a hacerlo y les han dicho que esos niños estaban clasificados como terroristas. ¿Cómo han llegado a ver así a los pequeños, sobre todo a los niños indígenas?

Pocos líderes comunitarios, incluso sacerdotes y pastores, se atreven a denunciar o hablar sobre estos episodios, por miedo a ser etiquetados como comunistas. Pero si somos testigos de estos abusos, sentimos el dolor de las víctimas. ¿Podremos encontrar formas de curar las heridas y el trauma y formas de prevenir este tipo de incidentes?

Jesús usó una imagen muy impresionante para abrirnos los ojos: “más le valdría que le colgaran al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y lo arrojaran al fondo del mar”. No creo que Jesús estuviera hablando literalmente,  porque Él nos enseñó a condenar los pecados pero amar a los pecadores. Pero sin duda nos exhorta a quitarnos los anteojos oscuros y ser capaces de ver y respetar la inocencia de los niños.

Son tantos los escándalos que pueden destrozar la inocencia y el idealismo de los jóvenes, y también destruir el espejo que refleja la imagen de Dios, ese tesoro especial que se le ofrece a cada niño cuando nace. ¿Podría este escándalo de Cebú que involucra a niños indígenas desafiarnos a todos a redescubrir y a seguir protegiendo la inocencia y los sueños de todos los niños, independientemente de su color o su manera de vestirse?

Jesús también dijo: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo 25,40).