Las bromas de Putin hacia el presidente de Estados Unidos son una clara señal de la satisfacción de los rusos por la vuelta al clima bélico de la época soviética. En las acusaciones recíprocas, el reconocimiento mutuo de ser un "hombre fuerte". La celebración de Rusia como el único pueblo que sostiene la verdad contra las degradaciones de Occidente y del mundo. El extraño inmovilismo de Putin.
Moscú (AsiaNews) - En el día después del 18 de marzo, la fiesta nacional instituida en memoria de la anexión de Crimea en 2014, la gente y los políticos no hablan y no discuten: en parte, porque hay que digerir los excesos de alcohol del día anterior; en parte porque ayer el mensaje de Rusia al mundo alcanzó su punto culminante con la respuesta de Vladimir Putin al ataque del presidente estadounidense Joe Biden. De hecho, no podría haber habido una mejor demostración del significado ideológico-político del evento de ayer sobre Crimea, para consagrar a Rusia una vez más como el único pueblo que sostiene la verdad contra las degradaciones de Occidente y del mundo entero.
El tono relajado, infantil e irónico con el que Putin respondió a Biden, en una conexión con las audiencias de Crimea y Sebastopol, es un claro indicio de la satisfacción de los rusos por la vuelta al clima bélico del siglo XX, precisamente en el día de la "santa guerra de Crimea". La promesa de nuevas sanciones estadounidenses por el uso de armas químicas prohibidas, por el envenenamiento de Navalny, la injerencia en las elecciones estadounidenses y los ciberataques, además de la acusación de "asesino", dirigida contra el presidente, suenan como medallas al valor, y al mismo tiempo como una demostración de la impotencia de los opositores, que "ya no saben qué inventar contra nosotros".
Putin recordó las trifulcas de patio, en las que se respondía a las acusaciones con el dicho: "quien te llama de una manera, dice eso de sí mismo", en referencia a los insultos y las palabrotas. La sonrisa de suficiencia del "zar" parecía dar a entender que se trataba de una especie de juego entre ambos, una maniobra publicitaria para dar que hablar, para volver a ser los "amos del mundo" como en los buenos tiempos soviéticos. Al fin y al cabo, esta es la verdadera ideología de Putin: devolver a Rusia el sentimiento de grandeza que tenía entonces, y las disputas con los estadounidenses le dan la razón.
El intercambio de bromas entre los dos presidentes también puede interpretarse no tanto como acusaciones mutuas, sino como una forma de "proyección" recíproca. Como escribe la psicóloga Ekaterina Sigitova en el sitio web Meduza, existe un reconocimiento mutuo en cuanto "hombres fuertes", empezando por ciertos matices de la palabra killer, que también puede significar "tipo duro", a diferencia de murderer, que indica una condena sin posibilidad de apelación. En su discurso a los habitantes de Crimea, Putin añadió que "cuando miramos a otras personas, e incluso a otros pueblos y naciones, es como si nos miráramos en un espejo".
Varios comentaristas en Rusia destacan que incluso la frase de Biden "se lo haremos pagar caro" (refiriéndose a Putin y a Rusia) demuestra la impotencia del enemigo, que tras siete años de sanciones y hostilidades aún no ha conseguido la compensación deseada. Y la respuesta de Putin comienza con un repetido y acentuado "le deseo buena salud, de verdad", respondiendo así a los rumores que ponen en duda su propia salud, y haciendo un guiño de complicidad a quienes aluden a la fragilidad mental de su anciano adversario.
A continuación, Putin descargó sobre los estadounidenses las acusaciones "histórico-filosóficas" de gestas criminales: "el genocidio de los pueblos aborígenes, gracias al cual América fue conquistada", y luego el "largo y terrible periodo de esclavitud que aún acompaña la conciencia de los estadounidenses; ¿de dónde, si no, habría salido el movimiento Black Lives Matter? Incluso hoy, los afroamericanos luchan contra la injusticia y los abusos". El presidente siguió insistiendo en la actitud estadounidense de dominar el mundo con violencia, y mencionó las bombas atómicas contra Japón "que no tenían ningún sentido desde el punto de vista militar".
Al concluir su discurso sobre "Crimea", Putin reveló finalmente que "aunque crean que somos como ellos, somos seres humanos diferentes, tenemos otro código genético, moral y cultural. Pero sabemos defender nuestros intereses... ¡y tendrán que tenerlo en cuenta!" De modo que vuelve la imagen de "Putin el Terrible", amenazando y proclamando su superioridad, sólo que en un tono más petulante y curtido (durante toda la transmisión permaneció inmóvil, con las manos cruzadas sobre el borde de la mesa, sin gesticular). Y al final, prometió: "la próxima vez lo llamaré [a Biden], si está dispuesto a hablar honesta y directamente de las cosas que nos importan".