Papa: que las fronteras no sean muros sino lugares de encuentro

Mensaje de Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. "Los fieles católicos están llamados a comprometerse, cada uno a partir de la comunidad en la que vive, para que la Iglesia sea cada vez más inclusiva". "El futuro de nuestras sociedades es un futuro ‘lleno de color', enriquecido por la diversidad y las relaciones interculturales".


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Que las fronteras ya no sean muros, sino "lugares privilegiados de encuentro" entre todos los componentes de una sociedad "llena de color", capaz de "soñar juntos" para construir un futuro común por medio de "un desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo", pide al mundo el Papa Francisco en el mensaje que hoy hizo público para la 107ª Jornada mundial del migrante y del refugiado - que se celebrará el domingo 26 de septiembre de 2021 - titulado "Hacia un nosotros cada vez más grande".

El título del mensaje, explicó en la presentación del documento el padre Fabio Baggio, CS, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, es un llamado para que «al final ya no haya más 'otros', sino solo un 'nosotros'» (Fratelli tutti, 35). Y ese 'nosotros' universal debe hacerse realidad en primer lugar dentro de la Iglesia, que está llamada a hacer comunión en la diversidad.

"Es una invitación dirigida a todos, para que nos comprometamos a restaurar nuestra familia humana", dice el Papa en el vídeo para la próxima Jornada, que hoy se exhibió por primera vez en la oficina de prensa del Vaticano con motivo de la presentación del mensaje. Somos como granos de arena, todos diferentes y únicos pero que juntos pueden formar una hermosa playa, una verdadera obra de arte”.

El "nosotros", escribe Francisco, es el proyecto original de Dios que "nos creó varón y mujer, seres diferentes y complementarios para formar juntos un nosotros destinado a ser cada vez más grande con el multiplicarse de las generaciones".

El tiempo presente, sin embargo, nos muestra que el nosotros deseado por Dios está roto y fragmentado, herido y desfigurado. Y eso ocurre sobre todo en los momentos de mayor crisis, como ahora por la pandemia. Los nacionalismos cerrados y agresivos (cf. Fratelli tutti, 11) y el individualismo radical (cf. ibíd., 105) resquebrajan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como dentro de la Iglesia. Y el precio más elevado lo pagan aquellos que más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, que habitan las periferias existenciales.

"En realidad, todos estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, para que no haya más otros, sino sólo un nosotros, grande como toda la humanidad".

Por eso el Papa hace un doble llamado. A los creyentes, les pide que se comprometan para hacer la Iglesia cada vez más católica, y a "todos los hombres y mujeres del mundo" que transformen los muros en puentes.

"Los fieles católicos están llamados a comprometerse, cada uno a partir de la comunidad en la que vive, para que la Iglesia sea cada vez más inclusiva". “Hoy la Iglesia está llamada a salir a las calles de las periferias existenciales para curar a los heridos y buscar a los perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, sino dispuesta a ensanchar el espacio de su carpa para acoger a todos. Entre los habitantes de las periferias encontraremos muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata, a quienes el Señor quiere que se les manifieste su amor y se anuncie su salvación”. “Los flujos migratorios contemporáneos constituyen una nueva 'frontera' misionera, una oportunidad privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio sin moverse del propio ambiente, para dar un testimonio concreto de la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras expresiones religiosas. El encuentro con los migrantes y refugiados de otras confesiones y religiones es un terreno fértil para el desarrollo de un diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor" (Discurso a los Directores Nacionales de la Pastoral de Migraciones, 22 de septiembre de 2017)".

A todos los hombres y mujeres del mundo los llama a "recomponer la familia humana, para construir juntos nuestro futuro de justicia y paz, asegurando que nadie quede excluido". “El futuro de nuestras sociedades es un futuro ‘lleno de color’, enriquecido por la diversidad y las relaciones interculturales. Por eso debemos aprender hoy a vivir juntos, en armonía y en paz”.

“Pero para lograr este ideal, todos debemos esforzarnos para derribar los muros que nos separan y construir puentes que favorezcan la cultura del encuentro, conscientes de la íntima interconexión que existe entre nosotros. En esta perspectiva, las migraciones contemporáneas nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos para dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno. Entonces, si lo queremos, podemos transformar las fronteras en lugares privilegiados de encuentro, donde puede florecer el milagro de un nosotros cada vez más grande. Pido a todos los hombres y mujeres del mundo que hagan un buen uso de los dones que el Señor nos ha confiado para conservar y hacer aún más bella su creación".

Estamos llamados a "soñar juntos" como "compañeros del mismo viaje, como hijos e hijas de esta misma tierra que es nuestra casa común, todos hermanos y hermanas", y no olvidemos que "¡el Señor nos pedirá cuentas de nuestras acciones!". (FP)