Moscú construye las centrales nucleares de Tianwan y atrae capitales chinos
de Vladimir Rozanskij

Están en marcha dos centrales nucleares cuyas obras serán completadas en 2028. "Visas de oro" para los empresarios chinos, con facilidades en el ámbito fiscal. En los últimos 15 años, las inversiones privadas chinas en Rusia alcanzaron los 56.000 millardos de dólares.


Moscú (AsiaNews) – Ayer, 19 de mayo, los líderes de Rusia y China, Putin y Xi Jinping, participaron en una ceremonia solemne que dio inicio a las obras de dos nuevos gigantescos reactores para centrales eléctricas y nucleares en China. Hace tres años los dos presidentes firmaron protocolos para el suministro conjunto de cuatro reactores nucleares: los números 7 y 8 de Tianwan (en la ciudad de Lianyungang, Jiangsu), y el mantenimiento de los reactores 3 y 4 "Siudy Dapu", también en la provincia de Jiangsu (foto 2).

La central nuclear de Tianwan es el proyecto más imponente de la cooperación económica ruso-china en el ámbito energético. Los primeros reactores se activaron en 2007, el tercero a finales de 2017 y el cuarto en diciembre de 2020. "Por primera vez hemos conseguido acordar la realización de proyectos tan importantes y de forma simultánea en dos áreas", - dijo el viceprimer ministro ruso Aleksandr Novak a Rossijskaja Gazeta - "para la industria energética rusa, la asociación con China es  nuestra prioridad estratégica en la actualidad, y la ceremonia de hoy es un paso decisivo en esta dirección". El director de la empresa rusa de energía nuclear Rosatom, Aleksej Likhačev, explicó que Rusia suministra actualmente 27 centrales al extranjero, y que las chinas son las más imponentes.

Durante la reunión, el Presidente Putin prometió que Rusia estaría plenamente disponible para seguir cooperando en el ámbito de la energía nuclear y en la implementación de nuevas tecnologías con bajas emisiones de carbono. De este modo, gracias a la unión con China, Rusia intenta ganar terreno con vistas a la reconversión ecológica de la economía, en las que hasta ahora aparece trágicamente retrasada. Los nuevos reactores nucleares, según Putin, "los más potentes, modernos y seguros de la historia", alcanzarán su plena capacidad entre 2026 y 2028: "Los consumidores chinos dispondrán de grandes cantidades de energía eléctrica, limpia y a buen precio".

La apertura de Rusia a China también se ve subrayada por las nuevas normas de concesión de visas de entrada a los ciudadanos de Oriente, que facilitan los permisos de estadía extendida a quienes invierten capital en Rusia. Se trata de las llamadas "visas de oro", que deberían atraer especialmente a los empresarios chinos deseosos de multiplicar su capital en el extranjero. En Rusia no necesitarán registrar a sus empresas nuevamente y disfrutarán de un régimen fiscal mucho más favorable que el de su país.

Se podrá acceder a las "visas doradas" a partir de 2022. Con ellas, los inversores y sus familiares podrán transitar libremente entre Rusia y China, y acceder a la atención médica y a todos los servicios sociales de que gozan los ciudadanos rusos. Del lado chino, la prensa aplaude el proyecto: el South China Morning Post muestra que este régimen favorable ya funciona muy bien en varios países que tienen buenas relaciones con China. Por ejemplo, en Portugal, desde 2012, basta con poner algo más de 300.000 dólares para conseguir un visado, y desde entonces los chinos han invertido casi 6.000 millones, fundamentalmente en inmuebles.

En los últimos 15 años, las inversiones privadas chinas en Rusia alcanzaron los 56  millardos de dólares. Se espera que las nuevas medidas cuadrupliquen el ritmo del flujo de dinero y atraigan fondos para emprendimientos inmobiliarios de lujo. Para los chinos, cuyos ingresos superan los 149.000 dólares, la tributación en su país alcanza el 45%; en Rusia no pasaría de un 15%.

Los datos demográficos muestran que la población china disminuye en las regiones del norte que limitan con la fría Siberia. Esto sucede en parte porque la gente busca trasladarse a regiones más cálidas. Con las nuevas condiciones se espera atraer a chinos pudientes, que gozarían de condiciones mucho más confortables a pesar de las bajas temperaturas de la Rusia asiática.