Padre Shomali: los árabes y el nuevo gobierno anti-Netanyahu

El domingo 13 se votará en la Knesset un ejecutivo que debería poner fin a 12 años de poder indiscutido del primer ministro saliente. Pocas esperanzas de un cambio real para los palestinos. Pero Abbas puede trabajar desde adentro por el desarrollo de las comunidades árabe-israelíes. La Iglesia no hace juicios sobre los gobiernos, trabaja por el diálogo.


Jerusalén (AsiaNews) - El objetivo del gobierno de Bennett-Lapid, que el 13 de junio pedirá el voto de confianza al parlamento israelí, es "hacer fracasar al actual primer ministro Benjamin Netanyahu". En el pasado, "la izquierda y la derecha nunca se pusieron de acuerdo; hoy lo hacen para alcanzar un objetivo común, pero no sé en qué medida podrán avanzar en una perspectiva de paz”, comentó el P. Ibrahim Shomali, canciller del Patriarcado Latino de Jerusalén, a 48 horas de la votación en la Knesset que podría marcar el fin de una era: 12 años de dominio absoluto e indiscutido del primer ministro saliente. “Este ejecutivo - prosigue el sacerdote palestino - está compuesto por dos visiones distintas de la realidad”. Cuando se hayan abordado y resuelto las cuestiones más importantes "se irá a elecciones lo antes posible".

Los partidarios de Netanyahu han lanzado una violenta campaña contra los opositores, que incluye (también) amenazas de muerte y protestas; sin embargo, el frente parece resistir los embates externos, a pesar de los ataques y las (no pocas) diferencias ideológicas. Un clima de odio y división que ha obligado a la Knesset - donde se requiere una mayoría de 61 de los 120 diputados - a reforzar las medidas de seguridad en vista de un paso crucial en la historia reciente del país.

El padre Shomali expresa la esperanza de que "este cambio sea favorable para los palestinos, aunque las oportunidades sean pocas y no haya un gran clima de confianza respecto de este ejecutivo, además de que parece faltar una visión política y un rumbo claro para el futuro". No obstante, prosigue el sacerdote, "para los miembros del equipo de gobierno deshacerse de Netanyahu ya es un éxito importante, porque lo consideran corrupto e incapaz de dirigir al país, y su hegemonía sobre la vida política de la nación debe terminar". Este, en el fondo, es el pegamento “que les permitió unirse y llegar a un acuerdo tras cuatro elecciones no concluyentes en los últimos dos años y en una situación económica y humana muy difícil. Israel - señala - es probablemente el primer país que logrará salir de la pandemia y esto es un éxito, pero la gente está cansada y molesta y quiere un cambio real. Se vislumbra cierto movimiento, pero al mismo tiempo es evidente que no hay un gran clima de confianza”.

Una de las figuras clave de la próxima mayoría es el líder árabe Mansour Abbas, al frente del partido Ra'am (Lista Árabe Unida). Nació el 22 de abril de 1974 y reside en Maghar, Galilea, está casado y tiene tres hijos. Tras estudiar odontología en la Universidad Hebrea de Jerusalén y ejercer la profesión durante algún tiempo, en los últimos años se ha distinguido por desempeñar un papel activo en la escena política local. Analistas y expertos señalan que, sea cual sea el resultado de la votación del domingo, podrá afirmar ante sus electores que ha dado un paso sin precedentes para incluir a los ciudadanos árabes en el círculo de los responsables de la toma de decisiones en Israel.

“Dentro del futuro ejecutivo y de la mayoría que representa [los árabes] son ​​pocos - observa el padre Shomali, pero, por un lado, pueden hacer fracasar al gobierno, y por otro pueden hacer lo posible para tratar de disminuir la violencia, trabajar en colaboración con la policía israelí y desarrollar los pueblos árabes que necesitan progreso, apertura y educación". Agrega que “como ha emergido hace poco en la escena política, Abbas aparece como una persona nueva. Todavía no tenemos idea de cuáles son sus verdaderos propósitos, pero parece una personalidad fuerte, capaz de tomar decisiones por el bien tanto de la comunidad como de Israel. Lo importante es que pueda trabajar desde adentro de las instituciones y como ejemplo de colaboración y convivencia para los árabes”.

Por último, el sacerdote subraya la preocupación de la Iglesia de Tierra Santa por la paz y el diálogo en una región marcada, incluso recientemente, por la violencia y los conflictos sangrientos, que se combinan con las tensiones internas. “Siempre trabajamos por la reconciliación y para ayudar a esta comunidad árabe a alcanzar la paz. La Iglesia -concluye- no quiere emitir un juicio moral sobre los gobiernos, sino que espera y trabaja por el encuentro y el diálogo, por la convivencia. Aunque no hay grandes esperanzas, queremos trabajar y contribuir para restablecer un clima de confianza”.