El funeral del P. Swamy, un mártir de hoy
de Nirmala Carvalho

El homenaje de sus hermanos al jesuita fallecido a los 84 años tras largos meses en la cárcel. Su amigo el padre Mascarenhas: "Como profesor me enseñó muchas cosas, pero la verdadera lección fue cuando lo dejó todo para ir en persona a servir a los últimos en Ranchi". La escritora Arundhati Roy: "Su lento asesinato es una imagen de la muerte de la democracia india".

 


Mumbai (AsiaNews) - "El funeral de un santo de nuestro tiempo". Con estas palabras sus hermanos jesuitas quisieron definir la celebración en la iglesia de San Pietro de Bandra para despedir al P. Stan Swamy. El sacerdote falleció el 5 de julio a los 84 años tras pasar largos meses en la cárcel, acusado de "terrorismo" por su compromiso con los derechos de los nativos y los dalits.

Solo 20 personas pudieron participar en la ceremonia debido a las restricciones impuestas por el covid-19, pero la celebración se transmitió en vivo. Para el funeral, el cuerpo del P. Swamy estaba vestido con una casulla roja, con el cáliz y el rosario en las manos. Comentando en la homilía el Evangelio de la flagelación de Jesús, el padre Stanislaus D’Souza, superior de los jesuitas del sur de Asia, dijo que "el padre Stan fue perseguido por apoyar las luchas de los nativos y los dalits para que se respeten sus derechos fundamentales”.

En el discurso fúnebre su amigo, el padre Frazer Mascarenhas, se detuvo en la palabra "camaradas": “Pensar que el P. Stan la usó en un sentido maoísta es ridículo. Él era un hombre amable, que amaba la paz y rechazaba toda forma de violencia. Simplemente consideraba a todos los que trabajaban para el prójimo como sus compañeros”. En todo esto seguía siendo un sacerdote antes que cualquier otra cosa. “Cada vez que lo visitaba en el hospital estos días - continuó el P. Mascarenhas - me pedía la comunión. Una noche que no la había traído conmigo, volví a la parroquia para buscar la Eucaristía. No dejaba de agradecerme: éste era el verdadero padre Swamy".

“Cuando yo era un joven jesuita - agregó - fue mi profesor. En ese momento era director del Instituto de Estudios Sociales y me ayudó a entender muchas cosas sobre la sociedad india. Pero la mayor enseñanza que recibí fue cuando dejó su cargo para ir a trabajar en el campo con los últimos, en Ranchi. Durante 30 años se dedicó personalmente ayudar a los nativos y a las personas más vulnerables, poniendo en práctica sus propias enseñanzas. Incluso cuando lo arrestaron estaba luchando por el destino de otros 3.000 jóvenes nativos encarcelados por los mismos cargos que después le imputaron a él”.

Inmediatamente después de la misa los restos del P. Swamy fueron incinerados y sus cenizas serán llevadas a Ranchi, donde él hubiera querido morir. Transportar el cuerpo - explica una fuente jesuita - habría supuesto dificultades logísticas. Ya se ha planificado la construcción de un monumento en su memoria.

La muerte del P. Swamy ha desatado un debate en la sociedad civil de la India. La escritora Arundhati Roy ha señalado con el dedo a las autoridades indias por el destino reservado al anciano jesuita: "Su lento asesinato - escribió - es un microcosmos de la no tan lenta muerte de todo lo que nos permite definirnos como democracia. Estamos gobernados por demonios que han lanzado una maldición sobre esta tierra”.