Moscú y los talibanes: venganza contra Washington y preocupación por Asia Central
de Vladimir Rozanskij

Desde Kabul, habla el embajador Zhirnov: "La impresión del primer día es buena". Putin habló por teléfono con el presidente de Uzbekistán. Preocupación por las repercusiones  de la "redefinición de la marca islámica fundamentalista" en las ex repúblicas soviéticas.


Moscú (AsiaNews) - Tras la conquista de Kabul por parte de los talibanes y la proclamación del Emirato Islámico de Afganistán, todos los países intentan definir sus posiciones frente a un Estado antiguo y nuevo a la vez. Durante un tiempo, Rusia ya había establecido relaciones fructíferas con representantes del movimiento, aún cuando Moscú lo define como una "organización terrorista".

Solo parte de los diplomáticos rusos abandonaron la capital afgana. Así lo anunció en una nota del Ministerio de Asuntos Exteriores de Moscú, luego de que los talibanes dieran garantías de su seguridad. Por ahora, el gobierno ruso está a la espera de reconocer al nuevo gobierno talibán: "todo a su debido tiempo", se lee en el comunicado. En caso de no cumplirse los acuerdos, advierte, están dispuestos a poner en marcha "el plan B que tenemos en mente".

La embajada rusa en Kabul se encuentra rodeada y "custodiada" por los talibanes, según comunicó a Ekho Moskvy el diplomático Zamir Kabulov, quien también declaró que "no teme que Afganistán se convierta en el nuevo ISIS". Por la noche, el embajador ruso Dmitry Zhirnov habló desde Kabul: "Por el momento, no pretendo sacar conclusiones. Estoy evaluando el primer día de control talibán en Kabul y la impresión que tengo es buena. Creo que hay muchas posibilidades de que varias fuerzas políticas cooperen con el gobierno, porque los talibanes necesitan el apoyo de todos”. Zhirnov también destacó la importancia de la ayuda humanitaria para todos los afganos, y aseguró que esta será la prioridad de Rusia en los próximos días.

El presidente ruso Vladimir Putin habló por teléfono con el presidente de Uzbekistán, Šavkat Mirziyoyev, para evaluar el desarrollo de la situación en Afganistán, "en vista de las circunstancias”. Para algunos, el ex presidente afgano Ashraf Ghani se encuentra refugiado en Taskent. Radio Ozodi afirma que el político se encuentra en Dusambé, en Tayikistán, y que espera trasladarse a otro país (según otras fuentes, Omán). Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Tayikistán desmintió esta información, al igual que Kazajistán. Uno de los líderes del ejército afgano, el mariscal Abdul-Rashid Dustum, regresó a su patria natal, Uzbekistán, junto con un centenar de oficiales; además, hay 150 oficiales y soldados refugiados en Tayikistán. 

Uno de los pocos políticos rusos en comentar los hechos fue el vicepresidente del Consejo de la Federación (el Senado ruso), Konstantin Kosačev, quien escribió un artículo en Rossiiskaja Gazeta. Recordó que el 8 de julio, los talibanes habían prometido a Moscú que no amenazarían a los países vecinos. Sin embargo, subrayó, "hay muchos grupos y pequeños grupos que operan en Afganistán; algunos han surgido de los ex territorios soviéticos, y están agitando todos los territorios de Asia Central".

Según Kosačev, es de esperar una "redefinición de la ‘marca’ fundamentalista islámica" que reúna, bajo la bandera talibán, a las variantes del ISIS y de Al Qaeda. Hay que considerar también que las relaciones entre estos grupos jamás se interrumpieron, en parte por motivos familiares. Lo que se necesita es "un esfuerzo diplomático conjunto de todas las potencias implicadas -Rusia, China, India y Pakistán", pero también el refuerzo de las defensas fronterizas en torno a Afganistán.

Muchos comentaristas rusos hacen hincapié en los errores cometidos por los estadounidenses y sus aliados en los últimos veinte años, y atribuyen  a ello la restauración islámica en Kabul, lo que echa por tierra las esperanzas de una "Gran Asia Central" pacífica. En Meduza, Andrej Serenko, experto del Centro de Investigación sobre Afganistán Contemporáneo, escribe que para sofocar cualquier intento de venganza en territorio afgano, habría sido necesario presionar seriamente a Pakistán, con sanciones económicas y de otro tipo, dado que es de los campos de entrenamiento del país vecino de donde proceden las fuerzas talibanes. Serenko define a los talibanes como "una sección híbrida del ejército pakistaní", que sería el verdadero ganador del asalto de los últimos días. Los estadounidenses habrían preferido rendirse en Afganistán para no enfrentarse a una nación de 200 millones de habitantes como Pakistán, que además cuenta con un arsenal nuclear.

Una representante del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, declaró que "la tragedia de Afganistán es el resultado de los experimentos de Washington, y ahora el mundo entero se ve obligado a observar la situación con impotencia". Y aunque Rusia aún no sabe cómo lidiar con los talibanes, la sensación de venganza contra Estados Unidos hace que la conquista de Kabul resulte menos desagradable.