Akhundzada, el mulá supremo de los talibanes
de Vladimir Rozanskij

Un Mujahed que luchó contra la ocupación soviética será el jefe "espiritual" del nuevo Emirato Islámico Afgano. Es miembro de la poderosa familia Nurzai. Una figura de mediación entre el alma política y militar de los talibanes.


Moscú (AsiaNews) - Como se sabe desde hace días, el "guía supremo" de Afganistán será el mulá Hibatullah Akhundzada, de 60 años, originario de Kandahar, de la tribu pastún Nurzai, hijo y nieto de mulás activos en las zonas rurales. El hombre es muy conocido en Rusia desde la época de la ocupación soviética. Siendo un joven muyahidín, participó en la lucha contra la invasión de Moscú, y muchos medios de comunicación rusos se detienen en su biografía.

Vasilij Kravtsov, asesor político de la misión de la ONU en Afganistán, escribe sobre él en Novaja Gazeta y recuerda que "los nurzai han sido la fuerza armada más agresiva de todo Afganistán en estos años". Akhundzada pasó por todas las etapas de la formación religiosa musulmana, y durante la yihad antisoviética fue el principal predicador de las distintas tropas muyahidines, a las que visitaba sin descanso para motivarlas para la guerra santa.

Como recuerda Kravtsov, "su actividad estaba dirigida a la motivación espiritual y psicológica de los jóvenes de las bandas armadas, para fortalecer el ideal de la yihad". El Mulá se propuso a sí mismo por encima de las afiliaciones tribales, aunque siempre estuvo acompañado y apoyado por sus Nurzai: "Porque en Afganistán es imposible desprenderse del grupo de origen".

Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, Akhundzada se acercó a los talibanes. Predicó a grupos del "Movimiento de la Revolución Islámica de Afganistán" de Mohammad Nabi Mohammadi, un líder muyahidín que murió en 2002. Tras la toma de Kabul en 1996 por las fuerzas talibanes, Akhundzada se convirtió en miembro del Departamento Talibán "para la promoción de la virtud y la lucha contra el vicio".

Hay que destacar que el mulá nunca ha sido un verdadero luchador, y mucho menos un líder militar. Sin embargo, se ha consolidado como una autoridad religiosa en la cúpula de los talibanes: en 2001, el grupo islamista radical lo proclamó jefe de su consejo de ulemas (teólogos); luego, en 2016, el movimiento lo nombró líder supremo. Desde entonces, Akhundzada no ha aparecido en público. Los medios de comunicación anunciaron su muerte en varias ocasiones, e incluso los dieron por fallecido en 2020, a causa del coronavirus.

Las desavenencias entre los distintos mandos militares, que en más de una ocasión han corrido el riesgo de provocar un sangriento ajuste de cuentas interno, han favorecido su ascenso a la cima del grupo fundamentalista. Se dice que algunas operaciones con drones estadounidenses tendientes a eliminar a varios líderes talibanes tuvieron éxito gracias a los “soplones” del movimiento que competían con ellos. Al final, la condición de "extraño" al mando militar ha vuelto casi inevitable la elección de Akhundzada.

Su rango de "mulá supremo" (muyahid) le permite abrir madrasas (escuelas coránicas) autónomas, y esto fue lo que hizo en Quetta, en el Baluchistán pakistaní, donde vivió con su familia durante algunos años. Ahora Akhundzada será el "árbitro supremo" de los asuntos afganos, de forma mucho más distante que el ayatolá supremo de Irán. Los encargados de gobernar serán sus “vice”, según una composición de gobierno definida y acordada entre los jefes militares.

Por tanto, es prematuro definir cuál podría ser la política de los talibanes en Afganistán: surgirá del enfrentamiento interno, siempre que la disputa no degenere en nuevos enfrentamientos entre bandas rivales. Sin duda, la política económica está determinada por la catastrófica situación financiera. En 42 años de guerra ininterrumpida, Afganistán nunca pasó hambre, gracias a las subvenciones de los soviéticos, los Estados Unidos y varios socios. Los comerciantes son un lobby muy poderoso, una clase burguesa de alto perfil por no hablar de los productores y traficantes de droga, capaces de adaptarse a cada cambio de régimen político y a cada ideología religiosa.