Papa: la cultura del descarte produce homicidios, como el aborto y la eutanasia

"La precariedad de las condiciones higiénico-sanitarias cada año provoca  en el mundo millones de muertes evitables". Las vacunas para todos es algo bueno, pero “no proyectemos nuestras prioridades sobre poblaciones que viven en otros continentes, donde hay otras necesidades más urgentes; por ejemplo, donde no solo faltan las vacunas sino también el agua potable y el pan de cada día”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La "cultura del descarte", con el aborto, "mata directamente" a los niños y recurre a una "eutanasia oculta" de los ancianos, dándoles "sólo la mitad" de los medicamentos, porque "son costosos", denunció el Papa Francisco al recibir a los participantes en la asamblea plenaria de la Pontificia Academia para la Vida. Pidió también que se extienda la atención sanitaria gratuita y denunció que en este sistema se tratan las enfermedades que afectan a los ricos, pero no aquellas, como la tuberculosis y la malaria, que afligen a los pobres.

“Está - dijo - el descarte de los niños que no queremos recibir, con esa ley del aborto que los devuelve al remitente y los mata directamente. Y hoy en día eso se ha convertido en una práctica 'normal', un hábito que es horrible, que en realidad es un homicidio. Y para comprenderlo bien, quizás nos ayude hacernos una doble pregunta: ¿es justo eliminar, suprimir una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? Eso es el aborto. Y por otro lado están los ancianos: los ancianos que, en cierto sentido, también son 'material de descarte', porque no son útiles ... Pero son sabiduría, son las raíces de la sabiduría de nuestra civilización, ¡y esta civilización los descarta! Sí, y en muchas partes también existe la ley de la eutanasia 'encubierta', como yo la llamo. Es la que hace decir 'los medicamentos son costosos, solo damos la mitad'; y eso significa acortar la vida de los ancianos. De esa manera estamos negando la esperanza: la esperanza de los niños que nos traen la vida que nos hace seguir adelante, y la esperanza que está en las raíces que nos dan los ancianos. Descartamos ambos".

Francisco señaló también que la pandemia ha puesto de manifiesto que "no basta con que un problema sea grave para que salte a las primeras páginas y se le preste atención", como ocurre con "el impacto devastador de ciertas enfermedades como la malaria y la tuberculosis: la precariedad de las condiciones higiénicas y sanitarias causa cada año en el mundo millones de muertes evitables. Si comparamos esta realidad con la preocupación que ha provocado la pandemia covid-19, vemos que la percepción de la gravedad del problema y la correspondiente movilización de energía y recursos es muy diferente. Por supuesto, hacemos bien en tomar todas las medidas para contener y superar al covid-19 a nivel mundial, pero esta coyuntura histórica en la que nuestra salud se ve amenazada de cerca debería hacernos conscientes de lo que significa ser vulnerable y vivir en la precariedad todos los días. De esa manera podríamos también responsabilizarnos de las graves condiciones en las que viven otras personas y por las que hasta ahora nos hemos interesado poco o nada. Aprenderíamos a no proyectar nuestras prioridades sobre poblaciones que viven en otros continentes, donde hay otras necesidades más urgentes; donde, por ejemplo, no solo faltan las vacunas, sino también el agua potable y el pan de cada día. Uno no sabe si reír o llorar, a veces llorar, cuando escuchamos a los gobernantes o a los líderes comunitarios que aconsejan a los habitantes de los barrios marginales que se higienicen varias veces al día con agua y jabón. Pero bueno, nunca han estado en un barrio pobre: ​​allí no hay agua corriente ni saben lo que es el jabón". “Por favor, cuidemos estas realidades, también cuando reflexionamos sobre la salud. Sea entonces bienvenido el compromiso de una distribución justa y universal de las vacunas - que es muy importante - pero sin perder de vista el campo más amplio en el que se requieren los mismos criterios de justicia para las necesidades de salud y de promoción de la vida” y “considerando la salud en todas sus múltiples dimensiones y a nivel global”.