Batrún: El coraje de un joven empresario, más fuerte que la crisis
de Fady Noun

Antonios Salem, de 24 años, está al frente de una empresa líder en la fabricación de velas, un mercado en expansión. Con el dinero ahorrado para su coche, compró maquinaria. El primer lote salió de producción en 2016. En la actualidad, la empresa cuenta con seis máquinas y una producción mensual de más de 10 toneladas.


Beirut (AsiaNews) - "Sí, ¡todavía queda mucho por hacer en el Líbano! A sus 24 años, sonriente, Antonios Salem está al frente de un taller de producción y venta de velas de cera a punto de conquistar las estanterías de los supermercados y los conventos de todo el país. A pesar del desánimo generalizado -que a veces roza el derrotismo-, el joven ha conseguido mantener su espíritu emprendedor en constante alerta y asegura que tiene suficientes ideas para poner en marcha cinco nuevos negocios, si dispone de recursos financieros adecuados. 

Estamos en Batrún, el centro de una floreciente actividad turística. Allí, la luz del cielo y el mar lo invade todo: los característicos callejones de la ciudad, su recuerdo de la Edad de Bronce, y sus iglesias y restaurantes, que atraen cada vez a más gente, pero sobre todo a muchísimos jóvenes. Georges Salem, el padre del joven empresario, dirigía uno de estos restaurantes. Hoy, en cambio, se ensucia las manos cuando llueven pedidos, importa la parafina -la materia prima de las velas- y gestiona las cuentas del próspero negocio de su hijo.

Nada anticipaba que Antonios Salem fuera a convertirse en el joven director de una empresa de fabricación de velas. Nada, salvo el espíritu empresarial que parece innato en algunos libaneses, combinado con la tenacidad y la perseverancia. Segundo hijo de una familia modesta, creyente y muy unida, dice que creció con el deseo de ser su propio jefe, un deseo que quedó anclado en su mente luego de trabajar por un breve tiempo en una pastelería y un pequeño centro turístico costero.


 

Un “peón” en la universidad

Alumno del colegio de los Padres Capuchinos de Batrún, Antonios Salem completó sus estudios con una Licenciatura en Administración en la Universidad de la Sagrada Familia, también en Batrún. Sin embargo, él considera que esos tres años de estudio fueron "una pérdida de tiempo, ya que la teoría está muy alejada de la práctica". Siendo un joven "peón", como le gusta llamarse, en tres años no aprendió "lo que es un cheque". Por otro lado, siente un gran respeto por los oficios manuales, y asegura -con un toque didáctico- que los fontaneros y los albañiles ganan tanto como los médicos y los abogados.

Su carrera como empresario comenzó cuando terminó el bachillerato y tuvo edad suficiente para obtener el permiso de conducir. Su padre, a petición suya, había reservado una suma de dinero con la que pensaba comprarle un coche usado.

Poco tiempo después, usó ese dinero para comprar una máquina de hacer velas que su vecino tenía abandonada. Pero la desilusión estaba a la vuelta de la esquina: era obsoleta, inutilizable. Sin embargo, su determinación fue más fuerte que la decepción y Antonios desmontó la máquina, tuerca por tuerca. Construyó una nueva con piezas hechas por un tornero y para eso, se necesitó mucho dinero. ¿Cómo se hizo de la suma? “Aprendiendo... ¡a pescar!”. “Empecé vendiendo pescado, un trabajo muy rentable en Batrún”, dice con una sonrisa.

“La maquinaria nueva me costó mucho dinero", dice Antonios Salem, "pero gracias a mi padre, que siguió creyendo en mí, salí adelante. Y un día funcionó. Mi primer lote de velas se remonta a 2016. Fue un éxito instantáneo y poco a poco, por supuesto, fui creciendo en el negocio y diversificando mi producción". Lo que no dice Antonios Salem es que, como buen empresario, tuvo la intuición de reinvertir sus primeras ganancias. Hoy, su empresa, Bougies Salem, cuenta con seis máquinas y produce más de 10 toneladas al mes en temporada alta. Está considerada como una de las mejores empresas del Líbano. "Hay cuatro o cinco grandes productores de velas en el Líbano y al menos cuatro pequeños", señala su padre, Georges Salem, que distribuye parafina a los pequeños minoristas, "y nosotros, con las velas Aoun, estamos en primera línea".

"Importamos todas las materias primas de China y nuestras velas se distribuyen en el norte y en Jbeil. Actualmente cubrimos hasta las afueras de Beirut", dice Antonios. "Me conformo con un beneficio del 10 al 15%, muy lejos del 30%, el margen que aplican algunos. Sin embargo, mis velas no rezuman, no se corren y duran más", asegura. También son más económicas. "Quise conservar mi primera máquina como recuerdo. ¡Ella me enseñó todo!", dice con satisfacción.

La historia de éxito de Antonios Salem es aún más hermosa cuando se lee en el contexto de una historia de amor.

Canadiense de adopción, su padre Georges Salem regresó a su país natal para casarse; fue un amor a primera vista. "Aunque tenemos la nacionalidad canadiense, jamás quisimos abandonar el Líbano", asegura el joven. Como buen padre, Georges Salem aprueba sus palabras y se maravilla por la energía incansable de su hijo. Él pasa noches enteras sin dormir para atender pedidos grandes y está en el taller desde las siete de la mañana. Antonios concluye: "Somos una familia que confía en la Providencia. Dios ocupa un lugar importante en nuestras vidas, al igual que la música. Todos tocamos un instrumento y, sinceramente, lo único que lamento es haber sacrificado el violín por mi negocio.