El Patriarca de Moscú ordena al obispo número 200
de Vladimir Rozanskij

Le asignó la sede de Vladikavkaz y Alanja, en el norte del Cáucaso. El número de diócesis ortodoxas se ha duplicado en la última década: de 159 pasó a 318; de éstas, 199 están en el país y las demás en el resto del mundo. Kirill: La supervivencia de Rusia es "un milagro de María". La pasión evangelizadora de la Iglesia rusa.


Moscú (AsiaNews) - El Patriarca ortodoxo Kirill (Gundjaev) celebró la fiesta de la protección de la Madre de Dios en la catedral del Santísimo Salvador de Moscú. Para ello, salió del aislamiento preventivo por el coronavirus, que en Rusia sigue causando miles de víctimas entre la población y también entre el clero ortodoxo. Durante la ceremonia, el Patriarca consagró al archimandrita Gerasim (Ševtsov) como obispo, asignándole la sede de Vladikavkaz y Alanja, en el norte del Cáucaso. La del 14 de octubre es la ordenación episcopal número 200 de Kirill, quien ocupa el trono patriarcal desde enero de 2009.

Con orgullo, el responsable de los ortodoxos rusos destacó el crecimiento de la Iglesia nacional en la última década: el número de diócesis se ha duplicado, pasando de 159 a 318; de éstas, 199 están en Rusia y el resto en todo el mundo, empezando por los antiguos países soviéticos, donde la presencia de habitantes de origen ruso todavía es muy significativa. El 15 de octubre, el sínodo patriarcal estableció una nueva diócesis en Armenia, territorio de la Iglesia Apostólica local, con cuyo consentimiento los rusos se reúnen ahora en la eparquía de Ereván y Armenia. La decisión había sido acordada por Kirill con el Catholicós Karekin II, quien hace pocos días estuvo en Moscú para una oración ecuménica en favor de la paz entre Armenia y Azerbaiyán.

El Patriarca ruso explicó: "no les hablo de estos éxitos para exaltar mi rol, sino para subrayar que si no hubiera una necesidad real de nuestro pueblo respecto al desarrollo de la vida eclesiástica, ni siquiera habría nuevas diócesis". Felicitando a los fieles presentes, Kirill elogió la perseverancia del pueblo ortodoxo en la fe, a pesar de todas las pruebas y dificultades. Sostuvo que esto le permite "conservar las raíces que nos dan vida, nos conectan con nuestra historia y nuestros antepasados, con los santos mártires, ascetas y pastores, y la profundidad de estas raíces nos nutre con su poderosa energía espiritual". Que la Iglesia Ortodoxa Rusa crezca en virtud de la fuerza espiritual".

En la homilía dedicada a la fiesta, aludió a la  "intercesión, defensa y amor maternal" de María por la Iglesia rusa, la única que celebra esta memoria litúrgica en particular. En realidad, se trata de un acontecimiento histórico paradójico: la visión de María extendiendo su manto sobre la ciudad de Constantinopla, amenazada por la invasión de los rusos, que todavía eran paganos a principios del siglo IX. Los bizantinos, sin embargo, no conservaron esta fecha del calendario litúrgico: sólo existe en el calendario de la Iglesia rusa, que celebra la transfiguración de asaltantes paganos a fieles defensores de la verdadera fe.

En este sentido, el Patriarca recordó la renovación de este milagro en el siglo XX, cuando los rusos volvieron a convertirse en enemigos de la fe tras la revolución bolchevique: "El pueblo ruso ha sido amenazado muchas veces por enemigos, tanto de fuera como de dentro, en las luchas internas de la antigua Rus' y de la Rusia moderna". Según Kirill, la historia enseña que los rusos nunca deben traicionar su fe, "a pesar de todas las tentaciones, debilidades, demostraciones pseudocientíficas o las proclamas de los tribunos, y con nuestras oraciones preservamos la protección de la Reina Celestial en nuestra tierra".

El Patriarca subrayó que la supervivencia de Rusia es "un milagro de María", porque "según toda lógica ya no deberíamos ni siquiera existir", tras las revoluciones, las guerras civiles y los asaltos de los más terribles enemigos, como los nazis de Hitler. Kirill recordó la capacidad de sacrificio de los rusos y de sus mandos militares, pero resaltó: "solos no habríamos podido lograrlo".

El continuo crecimiento del Patriarcado de Moscú está relacionado con la excepcional multiplicación de sedes episcopales impulsada por el Patriarca Kirill. Un hecho por el que suele ser criticado, además de por elegir como candidatos a los monjes más jóvenes y afines a su persona. No es raro que den lugar a escándalos debido a sus inevitables debilidades, y a menudo se los cambia de sede, en función de los cambios de humor del guía supremo. Aún así, la protección de María permite a la Iglesia rusa renovarse y dar un gran testimonio de su fe y pasión evangelizadora en todo el mundo.