La Iglesia rusa, diezmada por el Covid-19
de Vladimir Rozanskij

Nueva ola pandémica en el país. La mayoría de la población, y especialmente el clero ortodoxo, se resiste a vacunarse. Prohíben las manifestaciones públicas, incluidas las procesiones religiosas. Al menos 231.000 personas murieron desde que estalló la emergencia sanitaria.

 


Moscú (AsiaNews) - La Iglesia ortodoxa sigue perdiendo figuras de altísimo valor espiritual a causa de Covid-19. Rusia se enfrenta a una violenta e interminable ola pandémica y la campaña de vacunación despierta resistencia en la mayoría de la población - y especialmente en el clero ortodoxo.

A causa del coronavirus, la diócesis de Kazán se vio obligada a cancelar la solemne procesión del 4 de noviembre en honor a la Virgen María de la ciudad. El evento coincide con la fiesta de la unidad nacional, vinculada al recuerdo del icono milagroso que guiaba los ejércitos del pueblo contra los invasores a principios del siglo XVII.

El Presidente Vladimir Putin decidió suspender las actividades laborales del 30 de octubre al 7 de noviembre. Además, se aplicarán severas restricciones a todas las manifestaciones públicas, a los desplazamientos dentro del país, y a los viajes al exterior, aún con motivo de reuniones familiares. Los rusos están acostumbrados a las largas vacaciones de principios de noviembre: en la época soviética, la revolución se celebraba el 7 de noviembre, y la fiesta del 4 de noviembre se estableció para no cambiar esta costumbre al comienzo de las heladas invernales. Sin embargo, será muy difícil cumplir con las medidas de cierre, porque es precisamente en estos días cuando se suelen compartir grandes y exuberantes festejos.

La nueva ola de neumonía se está cobrando la vida de muchos sacerdotes y monjes en todas las regiones. El 27 de octubre, un grupo de trabajo del Patriarcado que se ocupa de las medidas contra el coronavirus publicó datos muy alarmantes: varios clérigos fallecieron en los últimos días, a una edad relativamente joven.

El 26 de octubre murió el padre Sergij Oprja (en la foto), de 49 años, párroco de la catedral de la Asunción de Latonovo, en la región de Rostov. El día anterior murió el "protoierej" Ioann Podvornjak, de 60 años, párroco de la iglesia de San Nicolás de Utjaševo, en la región siberiana de Tiumén. Otros sacerdotes han muerto en los últimos días, como el padre Aleksandr Mukhametov, de 74 años, en Volgogrado, el hieromonje Kirill (Korolsky), de 51 años, en Kamchatka, y el protoierej Grigory Sekretarev, de 66 años, en la región de Pskov.

Rusia registró más de 39.000 nuevos contagios y 1.114 muertos en el día de ayer, elevando a 231.000 el saldo de víctimas desde que comenzó la pandemia. Muchos creen que las cifras oficiales son muy inferiores a los datos reales. Por orden de Putin, el gobierno ha intensificado la campaña de vacunación, y poco más del 30% de la población está cubierta . Se difundirán mensajes mucho más agresivos para alentar a la gente a inmunizarse, aunque sin llegar a la vacunación obligatoria. De hecho, muchas regiones decretaron nuevos lockdowns, cerrando escuelas y muchos lugares públicos, cines y teatros.

El presidente del Tribunal Constitucional, Valery Zorkin, advirtió que "las medidas restrictivas adoptadas por las autoridades deben ser proporcionales al nivel de peligro para la sociedad, y no llevar a la violación de los derechos y libertades constitucionales". Si bien el virus está matando principalmente a personas mayores, el número de infectados menores de 60 años sigue siendo elevado.