¿El sudeste asiático puede llegar a la deforestación cero para 2030?

En la región se concentra el 15% de los bosques naturales, pero en los últimos veinte años ya se ha perdido una extensión equivalente a la superficie de Tailandia. La deforestación también está aumentando en las zonas montañosas. Indonesia promete dejar de expandir las áreas destinadas al cultivo de aceite de palma, que ha sido uno de los factores más importantes. Pero para hacerlo y mantener un alto nivel de producción se requieren inversiones millonarias.

 


Yakarta (AsiaNews / Agencias) - Más de 100 países que participan en la COP26, la Conferencia sobre el clima de Glasgow, firmaron ayer un acuerdo en el que se comprometen a detener la deforestación para 2030. Entre ellos hay numerosos países del sudeste asiático, una región donde se concentra casi el 15% de los bosques tropicales del planeta.

Es un compromiso que va en sentido contrario a lo que viene sucediendo desde hace años y precisamente por eso existen no pocas dudas sobre la posibilidad real de que las palabras escritas en el papel vayan seguidas de acciones concretas.

El sudeste asiático es, en efecto, una de las zonas donde la deforestación avanza con mayor rapidez, alimentada por la carrera de los cultivos intensivos y la explotación de materias primas en las que es rico el subsuelo de los bosques.

Según un estudio multidisciplinario que realizaron algunos especialistas de las universidades de Shenzhen, Hong Kong, Chiang Mai y Leeds y fue publicado hace pocos meses, entre 2001 y 2019 el Sudeste asiático perdió un total de aproximadamente 610.000 km2 de bosques, un área mayor que toda la superficie de Tailandia. De esta deforestación, el 31% se produjo en zonas montañosas, con 189.100 kilómetros cuadrados de bosques de altura transformados en campos y plantaciones en menos de dos décadas.

El estudio también constata que en los últimos años se está acelerando cada vez más: en 2019 la proporción de zonas montañosas afectadas por la deforestación subió al 42% y la línea fronteriza promedio de los bosques aumentó unos 15 metros de altitud por año. Se han registrado fenómenos particularmente graves de deforestación en las montañas del norte de Laos, en el noreste de Myanmar y en las regiones de Sumatra Oriental y Kalimantan, en Indonesia.

En términos más generales, precisamente Indonesia - uno de los signatarios del acuerdo de ayer en la COP26 de Glasgow - es el país del sudeste asiático con el nivel más alto de deforestación. Según los datos publicados por Global Forest Watch, en 2000 Indonesia todavía podía contar con 93,8 millones de hectáreas de bosques naturales, que cubrían alrededor del 50% de su territorio. En los últimos veinte años habrían disminuido 9,75 millones de hectáreas, es decir, cerca del 10%.

El crecimiento del mercado del aceite de palma, del que Indonesia y Malasia son los principales productores mundiales, es lo que más ha impulsado la deforestación. Y precisamente la compatibilidad entre esta actividad económica global y la promesa de llevar el nivel de deforestación a cero en 2030 es lo que plantea mayores dudas sobre la viabilidad práctica del compromiso de Glasgow en el Sudeste Asiático.

El gobierno de Indonesia promete respetar el compromiso fomentando nuevos sistemas de cultivo que permitan mejores rendimientos sin invadir nuevas áreas de bosque. En particular se han prometido ayudas a los pequeños productores, de los que depende actualmente el 75% de la producción de aceite de palma. Los responsables de Indonesian Palm Oil Board estiman que sustituyendo las plantas viejas se puede alcanzar un rendimiento de 22 toneladas por hectárea por año, frente a las 9,2 toneladas actuales. Y según el Ministerio de Agricultura, hay aproximadamente 2,78 millones de hectáreas de plantaciones pertenecientes a pequeños propietarios que ya tienen más de 25 años y deben ser replantadas. Pero este tipo de transformación requiere considerables recursos económicos y cabe preguntarse cómo pueden ser suficientes apenas 19 mil millones de dólares acordados en Glasgow con ese fin.