Los gritos 'desgarradores' de las mujeres uigures en los campos de concentración de Xinjiang
de Vladimir Rozanskij

El Congreso Mundial de Uigures llama a boicotear los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing. Violencia también contra ciudadanos kazajos. Relatos de esterilizaciones forzadas. Prisioneros torturados hasta la muerte en campos de concentración chinos.

 


Moscú (AsiaNews) - Numerosos testigos, entre ellos algunos kazajos,  describieron en el Congreso Mundial de Uigures los sufrimientos que debieron soportar en los campos de concentración chinos de Xinjiang, donde "todos temblaban al escuchar los gritos desgarradores de las mujeres"

El encuentro se realizó en Praga del 12 al 14 de noviembre. Asistieron personas de todo el mundo para pedir que se reconozca como “genocidio” la persecución contra los uigures en China. En señal de protesta por la masacre de uigures, kazajos y otras minorías de habla turca y de religión islámica, la Conferencia invitó a la comunidad internacional a desertar de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022.

Los chinos niegan todas las acusaciones, afirmando que en Xinjiang solo hay centros de formación profesional y proyectos para la reducción de la pobreza y la lucha contra el terrorismo y el separatismo.

Khidajat Oguzhan, presidente de la Unión Internacional de Turquestán Oriental (el nombre que dan los uigures a Xinjiang), denunció que el gobierno chino "arresta, tortura, humilla, divide familias, esclaviza y realiza experimentos biomédicos con nuestro pueblo y otros usulmanes de Xinjiang". Añadió que "Beijing ha convertido la región en la mayor cárcel al aire libre de la historia".

Una mujer uigur, Kelbinur Sydyk, recordó que "a una jovencita de entre 18 y 20 años le aplicaron una inyección anticonceptiva forzada". Murió dos meses después debido a una hemorragia. Las autoridades chinas habían obligado a Kelbinur a trabajar en un campo de internamiento para enseñar el idioma chino. “Vi que se llevaban el cuerpo de la muchacha en una carretilla”, dijo la testigo. "Era normal obligar a las mujeres a tomar pastillas para que no tuvieran hijos".

Kelbinur cuenta que los guardias obligaban a 40-50 personas a tenderse sobre el piso desnudo de cemento de una habitación. Los internos eran llevados a "clase" esposados ​​y tenían un máximo de un minuto para ir al baño. Los guardias los retiraban por turno para interrogarlos incluso durante las "lecciones".

La intérprete uigur trabajó después en un campo de concentración femenino, con mujeres de entre 18 y 40 años, a veces incluso mayores: "Eran torturadas con descargas eléctricas y objetos metálicos". Kelbinur renunció a su trabajo y consiguió escapar a Holanda.

Otra testigo, Gulbakhar Khaitiuazhi, habló de su propia condena: "Me inyectaron sustancias desconocidas y me hicieron caminar descalza con 30 grados bajo cero". En 2006, Gulbakhar emigró a Francia con su familia. Diez años después recibió una llamada telefónica desde su pueblo natal de Karamaj invitándola a volver para firmar unos documentos.

Cuando volvió a China, Gulbakhar fue arrestada y llevada a un campo de concentración, donde permaneció durante tres años acusada de "constituir un peligro para la sociedad". La mujer cuenta que llegó al campo de concentración con grilletes en los tobillos, monitoreada por cámaras de video y con prohibición de hablar en uigur con otras reclusas.

El kazajo Omirbek Bekali también afirma que fue torturado en Xinjiang a fin de que admitiera la culpabilidad de un crimen que no había cometido. Fue arrestado en 2017 y aunque hacía 10 años que tenía pasaporte de Kazajstán eso no detuvo a los guardias chinos.

Omirbek había abierto una agencia de turismo para viajar desde Kazajstán a China y fue acusado de terrorismo y de atentar contra la seguridad del Estado. Fue sometido a la tortura clásica de la "silla de tigre", el asiento de hierro con descargas eléctricas, al que lo ataron con una capucha en la cabeza. "Pero no firmé - dice el hombre - sólo hay que aguantar medio día y después ya no sientes el dolor; me mantuve firme y ahora estoy aquí con ustedes”. Pero muchos no pudieron resistir y murieron debido a las torturas.