La comunidad fundada hace más de dos siglos por seis cristianos perseguidos hoy cuenta con más de 8.000 fieles. "Mantenemos viva la fe compartiendo las alegrías y las penas de todos, también las de los que no son católicos".
Hanoi (AsiaNews) - Una comunidad nacida hace más de dos siglos, bajo el signo de la persecución, está hoy fuertemente comprometida con la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Se trata de la parroquia de Thạch Bích, en la arquidiócesis de Hanoi. Está situada en Bích Hòa, en el distrito de Thanh Oai, a unos 15 kilómetros del centro de la metrópoli.
A finales del siglo XVIII, durante una de las tantas persecuciones que marcaron la historia del cristianismo en Vietnam, un grupo de seis católicos huyó al campo para ponerse a salvo. Junto con otras personas que no eran católicas, fundaron un pequeño pueblo, Thạch Tuyền. Fieles a su fe y al amor de Dios, vivían honestamente y se respetaban mutuamente. Desde aquí llevaron el Evangelio a la gente de las zonas más pobres y muchos se bautizaron.
En la época del rey Tự Đức (1848-1883), el pueblo ya contaba con 600 católicos. En aquella época llegaron algunos misioneros para servir a esta comunidad. Fue entonces cuando se cambió el nombre del pueblo por el de Thạch Bích y se construyó la primera iglesia. Actualmente la comunidad parroquial reúne a unos 8800 fieles.
Algunos jóvenes de la parroquia cuentan a AsiaNews: "Mantenemos vivas las tradiciones de nuestra comunidad y nuestra fe en Dios. El padre Peter Phạm Văn Hùng y el padre Bruno Nguyễn Văn San, nuestros sacerdotes, comparten las alegrías y las penas de todos, incluso las de los que no son católicos. Y nos acompañan a los jóvenes para que estemos preparados para llevar la Buena Noticia a los demás”.
Con el Adviento, también comenzó el nuevo ciclo de la catequesis infantil: actualmente hay 23 clases y los grupos se dividen según la edad. Los que asisten a la catequesis también son invitados a participar en la Asociación Eucarística Infantil, el coro, y grupos musicales y deportivos. El padre Bruno Nguyễn Văn San subrayó la importancia de la educación en la fe: "Para reconocer el amor de Dios por nosotros -explicó- tenemos que asistir al catecismo con dedicación y esmero. Así podremos llevar la palabra de Jesús a todos, en nuestra comunidad y en nuestro lugar de trabajo". Y a los catequistas, les propone una invitación: "Dios los llama a trabajar en el campo de la misión. Todos necesitamos crecer, vivir nuestra fe, invitando a los padres a colaborar en casa, para que enseñen a sus hijos las Escrituras y las oraciones”.