Riad, inmigrante yemení condenado a 15 años por apostasía

Ali Abu Luhum, de 38 años, promovió supuestamente, a través de dos cuentas anónimas de Twitter, el rechazo de la fe y la práctica del ateísmo. Las acusaciones incluyen la "negación de Dios" y la publicación de contenidos que ponen en peligro el orden público. Los saudíes habrían utilizado el software Pegasus para condicionar la investigación del panel de la ONU sobre Yemen.

 


Riad (AsiaNews) - Un tribunal saudita condenó a un migrante yemení a 15 años de cárcel por apostasía el pasado mes de octubre - aunque la noticia recién se conoció hace pocas horas - acusado de "apostasía". Los activistas de Human Rights Watch (HRW) denunciaron el hecho e hicieron un llamamiento a las máximas autoridades de Riad para que pongan en marcha un verdadero plan de reformas de la justicia, que incluya la despenalización de la blasfemia y los delitos relacionados con el ámbito religioso o las creencias personales.

La ONG internacional de derechos humanos explica que Ali Abu Luhum, de 38 años, habría difundido en la red algunos comentarios "a través de dos cuentas anónimas de Twitter" que, según los jueces, podían rastrearse hasta dos números de teléfono relacionados con el hombre. "El tribunal - sigue diciendo el comunicado de HRW - dictaminó que los mensajes promueven la apostasía, el rechazo de la fe y la práctica del ateísmo".

Fuentes locales, reproducidas por el grupo con sede en Estados Unidos, afirman que el juicio se desarrolló en su totalidad sin testigos a favor de la defensa y en un clima de presión. Los cargos incluyen "la negación de la existencia de Dios" y la publicación de contenidos que "ponen en peligro el orden público, los valores religiosos y la moral pública en las redes sociales".

La defensa ha presentado un recurso de apelación ante la Corte Suprema, que todavía está evaluando el caso. Mientras tanto, Ali Abu Luhum se encuentra recluido en una prisión de Najran, cerca de la frontera con Yemen.

Michael Page, subdirector de HRW para Oriente Medio, señala que "las autoridades saudíes no escatiman dinero para mostrar el rostro tolerante y reformista del país". Sin embargo, contradecir o cuestionar la "ortodoxia el Estado" en materia religiosa "todavía se paga con una condena a 15 años de cárcel. La modernización del reino wahabita, añade, debe pasar primero por poner fin a la "politización de las creencias personales" y la "despenalización de la blasfemia".

Para liberar al país de la dependencia del petróleo, uno de los pilares del programa "Visión 2030", el príncipe heredero Mohammed bin Salman ha comenzado en los últimos años, aunque con mucha prudencia, a introducir modificaciones en la implementación radical de la religión musulmana. Las reformas que se llevaron a cabo en los últimos años han incidido en el ámbito social y de los derechos - entre ellas la luz verde para que las mujeres conduzcan y el permiso para que estas accedan (en forma controlada) a los estadios - así como en el ámbito religioso. El arresto de altos funcionarios y empresarios, la represión de activistas y voces críticas, las condenas de origen étnico-confesional y el caso Khashoggi, sin embargo, han arrojado más de una sombra sobre el cambio real.

También llegan de Arabia Saudita noticias sobre el uso del software de espionaje Pegasus contra los investigadores de las Naciones Unidas llamados a esclarecer el violento conflicto en Yemen. El teléfono de Kamel Jendoubi, presidente del equipo de expertos de la ONU, habría sido infectado con el software israelí en 2019. El grupo también habría recibido todo tipo de presiones, financieras, políticas y diplomáticas, orientadas a condicionar el resultado de las investigaciones.