Vicario de Estambul: Cristo niño, luz de ‘salvación’ en la oscuridad de la pandemia

El cuarto domingo de Adviento, Mons. Massimiliano Palinuro celebró la misa de inicio de su ministerio pastoral. Recordó a su predecesor, monseñor Tierrablanca, a un año de su muerte a causa del Covid. San Juan XXIII, un ejemplo de misión en suelo turco. Una religión "sin amor" deviene una "ideología peligrosa".


Estambul (AsiaNews) - "Necesitamos ser salvados. Necesitamos la venida del Señor. Vivimos tiempos difíciles. La pandemia siembra sufrimiento, enfermedad y muerte. Las tremendas consecuencias económicas de esta crisis están empujando a todas nuestras familias a la pobreza y la desesperación". Con la mirada puesta en la actualidad, y en las próximas fiestas navideñas marcadas por la tragedia del Covid-19 por segundo año consecutivo, mons. Massimiliano Palinuro saludó a las autoridades y a los fieles en la misa de inicio de su ministerio pastoral. La ceremonia tuvo lugar el pasado fin de semana en la catedral de Estambul. El nuevo vicario apostólico de la metrópoli económica y comercial turca destacó al mismo tiempo la esperanza que proviene de la fe, porque Cristo "no nos abandonará". “Viene a salvarnos. Viene a ensanchar nuestros corazones, para abrirlos al amor y la solidaridad". 

Tras recordar el encuentro entre María e Isabel, a las que describió como "dos mamás especiales", el prelado subrayó que "cuando llevamos a Dios en nosotros, no podemos permanecer indiferentes ante el dolor y el sufrimiento de nuestros hermanos". Por el contrario, la "verdadera fe" impulsa "al amor y al servicio". En un mundo condicionado por demasiados extremismos, continuó, "una religión sin amor por la persona humana deviene una ideología peligrosa. Si, por el contrario, llevamos a Dios en el corazón, Él nos impulsa a ponernos en camino, a dejar nuestras presuntas certezas para salir al encuentro de los demás, a hacernos compañeros de viaje de cada persona”.

Una invitación a dar testimonio, a caminar, a dialogar, al encuentro, a ir hacia las periferias del mundo, como subrayó tantas veces el Papa Francisco. Y una invitación que deviene una experiencia de vida cotidiana en una situación como la de la Iglesia en Turquía, donde los cristianos son una pequeña pero vivaz minoría. Por eso, el Vicario Apostólico insiste en la figura de María, porque siguiendo sus pasos "nuestra pequeña comunidad católica de Estambul está llamada a ponerse en camino para hacerse prójimo de los que sufren y padecen". "Ella no desea el protagonismo. No ansía una visibilidad que no le corresponde. No desea el prestigio y los honores. Como María, sólo queremos contribuir a la alegría y a la salvación de cada persona”, dijo Mons. Palinuro.

La celebración coincidió con el cuarto domingo de Adviento. Tuvo lugar después de su ordenación episcopal en Ariano Irpino (Italia) el 7 de diciembre,  a la que asistieron numerosas personalidades civiles y religiosas, cristianas y musulmanas, católicas, protestantes y ortodoxas. Entre ellas el Patriarca Ecuménico Bartolomé que, como subrayó Mons. Palinuro, "siempre me ha mostrado un extraordinario afecto, un afecto que me anima mucho". También estuvieron presentes el Patriarca de los armenios de Turquía Sahak II, numerosos obispos, entre ellos el Vicario Apostólico de Anatolia, Monseñor Paolo Bizzeti, y el Gran Rabino de la Comunidad Judía de Turquía.

Levadura y sal de la tierra, pese a ser "pocos” en términos numéricos, los cristianos de Oriente Medio siempre han sido un ejemplo de "amor concreto". Ellos han ofrecido "una contribución significativa a la construcción de una sociedad pacífica y solidaria", dijo el vicario. En su homilía, rindió un sentido homenaje a su predecesor, Mons. Rubén Tierrablanca, quien falleció hace exactamente un año, el 22 de diciembre de 2020, tras luchar contra el Covid-19 durante tres semanas en terapia intensiva.

Monseñor Palinuro asegura una "continuidad" en el "generoso trabajo" orientado a fortalecer una comunidad "rica en carismas y energías fecundas". Por último, su pensamiento se centró en San Juan XXIII, quien también fue responsable del vicariato apostólico y al que le unía, como se desprende de sus propios escritos, un "afecto sincero" por Turquía y su pueblo, su cultura, su lengua y sus valores. "Sigue siendo el Papa Juan quien enseña el método”, concluyó monseñor Palinuro: 'Busca lo que une, deja de lado lo que divide'. Así caminaremos juntos hacia nuestra verdadera patria que es el corazón de Dios nuestro Padre".