El parlamento debate las reglas para la continuidad dinástica. En este momento de 17 miembros de la familia imperial, solo 3 tienen derecho a heredar el cargo de Naruhito. Aunque la mayoría de la población es favorable a la apertura a las mujeres, el partido gobernante apoya el principio vigente de sucesión patrilineal.
Tokio (AsiaNews)- El parlamento bicameral de Japón comenzará a estudiar esta semana las medidas necesarias para asegurar la continuidad de la familia imperial. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, ya presentó al parlamento un documento con algunas propuestas elaboradas por un consejo ad hoc y ahora la pelota pasa a los partidos.
En este momento la familia imperial japonesa tiene 17 miembros. Sin embargo, solo 3 de ellos tienen derecho a suceder al actual emperador Naruhito, que no tiene herederos varones: su hermano menor, el príncipe Fumihito, su sobrino de quince años, el príncipe Hisahito y su tío de más de ochenta años, el príncipe Hitachi. Según la ley que regula el funcionamiento de la casa imperial, en efecto, sólo los varones que pertenecen a la familia imperial y descienden por vía patrilineal de un emperador pueden acceder al trono del crisantemo. Sin embargo, la ley aprobada en 1947 durante la ocupación estadounidense del país, puede ser enmendada por el voto del parlamento.
En 2017, con una ley especial, el parlamento japonés permitió que el anciano emperador Akihito abdicara en favor de su hijo Naruhito, pero en una resolución separada exhortó al entonces gobierno de Shinzo Abe a realizar un estudio sobre la manera de conservar una línea de sucesión estable dentro de la casa imperial. El tema era y sigue siendo muy espinoso para el Partido Liberal Democrático (PLD), de inspiración genéricamente conservadora. Aunque ocasionalmente se alzan algunas voces a favor de la apertura a la sucesión femenina, la mayoría del partido gobernante apoya el principio actual de sucesión patrilineal. No es casualidad que las dos propuestas formuladas por el consejo ad hoc creado después de 2017 y presentadas por primera vez el pasado mes de diciembre ni siquiera mencionan la posibilidad de que una mujer pueda heredar el trono imperial.
Las dos propuestas, en efecto, se centran más en la manera de evitar que el tamaño de la casa siga disminuyendo. Las opciones que estudiará el Parlamento esta semana son la reintegración en la familia de algunos miembros que la ley de 1947 había dejado fuera y la no exclusión de las mujeres de la familia imperial incluso después del matrimonio. El tema es particularmente candente dada la reciente salida de la princesa Mako, quien se casó con un ciudadano común en octubre pasado.
Por el momento, sin embargo, la cuestión puede quedar abierta. Por lo menos así parece pensar el LDP que, vistas las elecciones parlamentarias previstas para este verano, no tiene intención de erosionar su liderazgo con decisiones que puedan agitar a la opinión pública. De hecho, algunas encuestas publicadas en los últimos años devuelven la imagen de un país donde el 80% de la población vería con buenos ojos la sucesión de una emperatriz. Sin embargo, sobre todo gracias a Abe, en la última década el LDP se ha desplazado bruscamente hacia la derecha y las voces socialmente conservadoras representan hoy un ala fundamental del partido.
Atrapado entre la opinión pública y su propio partido, el primer ministro Kishida no perdió tiempo en tomar distancia del asunto dejándolo en manos del parlamento, probablemente con la esperanza de postergar la discusión para después de las elecciones. Pero si la corta edad del príncipe Hisahito permite seguir posponiendo una decisión, la desigualdad de género que subyace en la situación institucional y que sigue impregnando profundamente a toda la sociedad japonesa, es un tema crucial que plantea la pregunta de qué tipo de país quiere ser hoy Japón.