"La escucha, en el fondo, es una dimensión del amor.Por eso Jesús pide a sus discípulos que verifiquen la calidad de su escucha: «Presten atención a la forma en que escuchan» (Lc 8,18)”. “Mucha desconfianza acumulada precedentemente hacia la “información oficial” ha causado una “infodemia”, dentro de la cual es cada vez más difícil hacer creíble y transparente el mundo de la información”. “Para vencer los prejuicios sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, sería necesario tratar de escuchar sus historias”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La escucha es “el primer ingrediente indispensable del diálogo y de la buena comunicación”, es “una dimensión del amor”, es una necesidad en la “relación dialógica entre Dios y la humanidad”. 'Escuchar con los oídos del corazón' es el título del mensaje del Papa Francisco, publicado hoy, para la 56° Jornada Mundial de las Comunicaciones que este año se celebra el 29 de mayo de 2022.
Francisco señala que "estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil", donde el deseo de ser escuchado que caracteriza a todo ser humano “interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador”.
Pero, afirma Francisco, la escucha no se compone sólo de oír, sino que “está esencialmente ligada a la relación dialógica entre Dios y la humanidad. «Shema’ Israel - Escucha, Israel» (Dt 6,4), el íncipit del primer mandamiento de la Torah se propone continuamente en la Biblia´". Es Dios quien ha elegido hablar para manifestarse al hombre, que responde escuchándolo. "La escucha, en el fondo, es una dimensión del amor. Por eso Jesús pide a sus discípulos que verifiquen la calidad de su escucha: «Presten atención a la forma en que escuchan» (Lc 8,18)”. “Sólo prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de comunicar, cuyo centro no es una teoría o una técnica”, “La verdadera sede de la escucha es el corazón” .
Visto en esta perspectiva, la escucha es también comunicación de sí mismo y es radicalmente diferente a "escuchar a escondidas" que es "una tentación siempre presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales, parece haberse agudizado".
“Escuchar -reitera el documento- es, por tanto, el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación. No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo”.
Escuchar, además, requiere paciencia, cualidad esencial sobre todo en los momentos difíciles. “La capacidad de escuchar a la sociedad es sumamente preciosa en este tiempo herido por la larga pandemia. Mucha desconfianza acumulada precedentemente hacia la “información oficial” ha causado una “infodemia”, dentro de la cual es cada vez más difícil hacer creíble y transparente el mundo de la información. Es preciso disponer el oído y escuchar en profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o el cese de muchas actividades económicas. También la realidad de las migraciones forzadas es un problema complejo, y nadie tiene la receta lista para resolverlo. Repito que, para vencer los prejuicios sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, sería necesario tratar de escuchar sus historias, dar un nombre y una historia a cada uno de ellos”.
También dentro de la Iglesia hace falta "escuchar y escucharnos", sobre todo para evitar esas actitudes ideológicas que surgen cuando no se presta atención a las razones del otro y no se trata de comprender la complejidad de la realidad. “Quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios [5]. En la acción pastoral, la obra más importante es “el apostolado del oído”. Escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago: «Cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar» (1,19). Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad. Hace poco ha comenzado un proceso sinodal. Oremos para que sea una gran ocasión de escucha recíproca. La comunión no es el resultado de estrategias y programas, sino que se edifica en la escucha recíproca entre hermanos y hermanas. Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto. Esta armonía ha sido ideada por el compositor, pero su realización depende de la sinfonía de todas y cada una de las voces. Conscientes de participar en una comunión que nos precede y nos incluye, podemos redescubrir una Iglesia sinfónica, en la que cada uno puede cantar con su propia voz acogiendo las de los demás como un don, para manifestar la armonía del conjunto que el Espíritu Santo compone".