Papa: 'Ante el sufrimiento de Myanmar no podemos mirar para otro lado'

Francisco en la audiencia general: la comunidad internacional debe trabajar por la reconciliación. En la catequesis a los fieles se refirió a la necesidad de purificar la devoción a los santos de una mentalidad pagana. Oración por los religiosos en la Jornada de la Vida Consagrada y una reflexión sobre los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno que están a punto de comenzar en Beijing.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “No podemos mirar hacia otro lado ante el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas en Myanmar”. Al concluir la audiencia general de hoy, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco hizo un nuevo y fuerte llamamiento por el país que hoy cumple el primer aniversario del golpe militar. El derrocamiento del gobierno elegido democráticamente ha degenerado ahora en una guerra abierta, con más de 400.000 desplazados. “Desde hace un año -recordó el pontífice- asistimos con dolor a la violencia que ha cubierto de sangre a Myanmar. Hago mío el pedido de los obispos birmanos a la comunidad internacional para que trabaje por la reconciliación entre las partes interesadas. Pedimos a Dios que consuele a esa población martirizada. A él le encomendamos los esfuerzos por la paz”.

En la catequesis semanal el Papa continuó el ciclo dedicado a la figura de san José y propuso una reflexión sobre la verdad de fe de la "comunión de los santos", que está en la base de la devoción a esta gran figura. “A veces - comentó - el cristianismo también puede caer en formas de devoción que parecen reflejar una mentalidad más pagana que cristiana. La diferencia fundamental radica en que nuestra oración y la devoción del pueblo fiel no se basan en la confianza en un ser humano, ni en una imagen o un objeto, aunque sepamos que son sagrados. No son los santos los que hacen milagros, sino sólo la gracia de Dios que actúa a través de ellos”.

Por eso -continuó Francisco- es bueno reflexionar sobre la definición que da el Catecismo de la Iglesia Católica, para el cual "la comunión de los santos es precisamente la Iglesia" (n. 946). "¿Qué significa eso? ¿Que la Iglesia está reservada para los que son perfectos? No - comentó el Papa - significa que es la comunidad de los pecadores salvados. Nuestra santidad es fruto del amor de Dios que se manifiesta en Cristo, y Él nos santifica amándonos en nuestra miseria y salvándonos de ella. Siempre gracias a Él nosotros formamos un solo cuerpo, dice san Pablo, en el que Jesús es la cabeza y nosotros los miembros”.

“La alegría y el dolor que tocan mi vida -explicó el pontífice- afecta a todos, así como la alegría y el dolor que tocan la vida del hermano o de la hermana que está al lado también me afectan a mí. En este sentido, también el pecado de una sola persona siempre afecta a todos, y el amor de cada persona afecta a todos. En virtud de la comunión de los santos cada miembro de la Iglesia está unido a mí de manera profunda, y este vínculo es tan fuerte que ni siquiera la muerte lo puede romper”.

“Los santos - concluyó Francisco - son personas con las que muchas veces entablamos relaciones de amistad. Lo que llamamos devoción es en realidad una forma de expresar el amor, a partir precisamente de este vínculo que nos une. Y esta es la confianza que siempre debe animarnos al dirigirnos a ellos en los momentos decisivos de nuestra vida”.

En los saludos en distintos idiomas, el Papa se refiriró a la Jornada de la Vida Consagrada que se celebra hoy en la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo: "Que Cristo, la Palabra de Dios, les conceda cada vez más la fuerza para estar al servicio de los valores del Reino y de una Iglesia fraterna y cercana a todos”, comentó. Sin embargo, esta fiesta también es un mensaje válido para todos: “Cristo se propone como ejemplo cuando se ofrece al Padre, mostrando la generosidad con la que hay que adherirse a la voluntad de Dios y el servicio a los hermanos” .

Francisco recordó luego el Día Internacional de la Fraternidad Humana que se celebra el 4 de febrero en el aniversario del documento de Abu Dabi, que firmaron en 2019 el pontífice y el imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib. "Fraternidad - -dijo- quiere decir tender la mano a los demás, respetarlos y escucharlos con el corazón abierto. Espero que se den pasos concretos para afirmar que hoy es un tiempo de fraternidad, evitando alimentar enfrentamientos, divisiones y cerrazones”.

Por último, el Papa saludó a los organizadores y atletas que participarán en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de Beijing a partir del 4 de febrero: "El deporte -les dijo- con su lenguaje universal puede tender puentes de amistad y solidaridad entre los hombres de todas las culturas y religiones". Y con respecto al deporte paralímpico afirmó que "la medalla más importante la ganaremos si los atletas con discapacidad ayudan a todos a superar los prejuicios y miedos y a hacer que nuestras comunidades sean acogedoras e inclusivas".