Papa: Amar a la Iglesia, antes de criticarla

Concluyendo el ciclo de catequesis sobre San José, en la audiencia general de hoy Francisco se detuvo en el título de Patrono de la Iglesia universal que se le atribuyó hace 150 años. "Cuando tengo un problema con alguien, ¿intento protegerlo o enseguida lo condeno?". El pontífice recordó al religioso asesinado en la República Democrática del Congo el 2 de febrero, después de celebrar la misa.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Vivimos en una época en la que es común criticar a la Iglesia", pero solo si la amamos así como es -sin echarnos atrás- seremos capaces "de decir lo que está mal" y "reconocer todo el bien" que hay en ella. Así habló hoy el papa Francisco durante la audiencia general de los miércoles, dirigiéndose a los fieles presentes en el Aula Pablo VI.

Al concluir el ciclo de catequesis dedicado a la figura de San José, el Papa Francisco se detuvo en el significado del título de "Patrono de la Iglesia universal” que le atribuyó el beato Pío IX hace 150 años. "La tarea de José -explicó- es proteger a Jesús y a María" y juntos forman "el núcleo primordial de la Iglesia". El Hijo del Altísimo vino al mundo en una condición de gran debilidad", continuó el Pontífice, "quiso tener la necesidad de ser defendido, protegido y cuidado. Dios confió en José, al igual que María, que encontró en él al novio que la amaba y respetaba y que siempre cuidó de ella y del Niño". "Cada persona que tiene hambre y sed, cada extranjero, cada persona sin ropa, cada enfermo, cada prisionero es el "Niño" que José cuida. Y también nosotros debemos aprender de José a "custodiar" estos bienes: a amar al Niño y a su madre; a amar los Sacramentos y al pueblo de Dios; a amar a los pobres y a nuestra parroquia. Cada una de estas realidades es siempre el Niño y su madre".

Esto también implica una forma precisa de mirar a la Iglesia: "Vivimos en un tiempo en el que es común criticarla -observó Francisco- , señalar sus incoherencias, sus pecados, que en realidad son nuestras incoherencias, nuestros pecados, porque la Iglesia siempre ha sido un pueblo de pecadores que encuentran la misericordia de Dios. Preguntémonos si, en nuestro corazón, amamos a la Iglesia. De hecho, sólo el amor nos hace capaces de decir plenamente la verdad, sin ser parciales, de decir lo que está mal, pero también de reconocer todo el bien y la santidad que están presentes en la Iglesia".

"La Iglesia -dijo el Pontífice- no es ese grupito que está cerca del cura y da órdenes a todo el mundo. La Iglesia somos todos. En camino. Velando unos por otros, cuidándonos mutuamente. Esta es una buena pregunta: cuando tengo un problema con alguien, ¿intento cuidar a esta persona, o enseguida la condeno, hablo mal de ella y la destruyo?

Francisco invita a todos a "pedir la intercesión de San José precisamente en los momentos más difíciles de la vida de ustedes y de sus comunidades". Allí donde nuestros errores se convierten en un escándalo -concluyó el Papa-, pidamos a San José tener el valor de decir la verdad, pedir perdón y volver a empezar con humildad. Allí donde la persecución impide el anuncio del Evangelio, pidamos a San José la fuerza y la paciencia para soportar los abusos y el sufrimiento por amor al Evangelio. Allí donde los recursos materiales y humanos son escasos y nos hacen experimentar la pobreza, especialmente cuando estamos llamados a servir a los últimos, a los indefensos, a los huérfanos, a los enfermos, a los que la sociedad descarta, pidamos a San José para que sea Providencia para nosotros”. 

Posteriormente, el Papa se dirigió a los peregrinos presentes, en diferentes idiomas. En su saludo a un grupo de religiosos de la Orden de Clérigos Regulares Menores, el Papa recordó al cohermano P. Richard Masivi Kasereka, el joven sacerdote asesinado en la República Democrática del Congo el 2 de febrero tras celebrar la misa en la Jornada de la Vida Consagrada. “Que su muerte no desaliente a su familia, a su familia religiosa y a toda la comunidad cristiana de esa nación”, llamados “a ser heraldos y testigos del bien y de la fraternidad, a pesar de las dificultades, imitando el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor", dijo Francisco. Por último, dirigiéndose a los ancianos, a los enfermos, a los jóvenes y a los recién casados, como es habitual, les dijo: "En un mundo que sigue desgarrado por contrastes profundos y aparentemente irreconciliables, que cada uno de ustedes sea un signo de reconciliación que hunde sus raíces en la palabra del Evangelio".