MoscĂș deja a Minsk al borde de la quiebra
de Vladimir Rozanskij

El fondo controlado por el Kremlin rechazó un préstamo para el régimen de Lukashenko. Bielorrusia tiene deudas vencidas por 3.300 millones de dólares. El dictador bielorruso aprovecha las tensiones ruso-ucranianas para asegurarse la protección de Putin.


Moscú (AsiaNews) – Rechazaron la solicitud del régimen de Aleksandr Lukashenko por la que se pretendía obtener un préstamo de 3.500 millones de dólares. El Fondo de Estabilidad y Desarrollo de Eurasia adujo que “no dispone de semejante suma". Este año, Bielorrusia deberá pagar 3.300 millones de dólares para saldar su deuda externa y está en serio peligro de caer en un default..

Según el economista bielorruso Lev Margolin, en declaraciones a udf.by, el problema no es tanto que Rusia -el principal administrador del Fondo- no tenga reservas. El punto es que "con la política actual de Lukashenko, todo el dinero invertido en Bielorrusia se está esfumando". Moscú necesita argumentos políticos más convincentes que justifiquen un esfuerzo económico de este calibre.

Por enésima vez, Putin convocó a Lukashenko a una reunión en Moscú "en la alfombra", según la expresión rusa, para intimarlo a cumplir las promesas que hizo en septiembre de 2020: someter a un referéndum la nueva Constitución y convocar a nuevas elecciones presidenciales, en las que debería dar un paso al costado. El "batka" (padrino) bielorruso, como de costumbre, juega con las circunstancias, y la presencia de tropas rusas en Bielorrusia por el conflicto con Ucrania se convierte para él en un nuevo "seguro de vida": mientras haya guerra, no conviene despertar nuevas emociones en el ámbito nacional.

No obstante, los rusos no se conformarán con los habituales “arranques del vasallo", como dijo Margolin, y exigirán que Bielorrusia empiece a resolver sola sus problemas. Las deudas actuales pueden ser cubiertas con las reservas de oro y las exportaciones antes de que sean completamente bloqueadas por las sanciones occidentales. Pero luego de raspar el fondo del barril, sólo queda el abismo de la quiebra, y entonces el Kremlin tendrá que tomar decisiones definitivas.

Esta es una de las razones por las que Lukashenko intenta avivar el fuego de la ofensiva rusa contra Ucrania, aún cuando ésta no beneficia a Bielorrusia. En Moscú planteó la cuestión de los "ejercicios conjuntos", afirmando que Rusia también debería disponer de armas nucleares y "supernucleares" en territorio bielorruso. Los rusos se esforzaron por contener y desmentir las declaraciones del engorroso aliado, que se erigió en capitán del ejército común afirmando que "se hará lo que nosotros decidamos".

En palabras de Lukashenko, el ejército ruso se ha convertido en "nuestras fuerzas armadas, que están en nuestra tierra, donde trabajamos, estudiamos y seguiremos trabajando”... “si nuestros adversarios hacen alguna estupidez, responderemos arrojando armas nucleares". La consecuencia política de ello es que: "Si el Occidente colectivo, sobre todo Estados Unidos, sigue colocando a  Bielorrusia en el punto de la mira y agita los disturbios como hizo en 2020, entonces tendré que permanecer en mi cargo”, por tiempo indeterminado. 

Para el presidente bielorruso, la guerra ucraniana no es más que un episodio de la campaña occidental contra las instituciones y tradiciones rusas, y contra su propio régimen. En su opinión, las protestas populares contra su reelección formaban parte del mismo complot. Putin permitió que Lukashenko asistiera a los ejercicios militares (en los que se utilizan armas nucleares) con la condición de que dejara de hacer declaraciones huecas que solo sirven para su propio beneficio interno.

El presidente francés Macron, en la famosa reunión con Putin en una  mesa de seis metros, había manifestado su preocupación por las amenazas de Lukashenko referidas a las armas nucleares. "Putin me dijo que estuviera tranquilo al respecto", fueron sus palabras. Sin embargo, del viejo autócrata bielorruso se puede esperar cualquier cosa, sobre todo cuando Moscú intenta mantenerlo tranquilo y resolver los asuntos bielorrusos por él: el batka podría convertirse en el tan temido "incidente" que desate un conflicto desde un lado u otro. Así ya no tendría que preocuparse por pagar sus deudas.