La invasión que ordenó Putin divide a Rusia y provoca una brecha generacional: los jóvenes critican el régimen y los mayores apoyan al presidente ruso. Según la propaganda del Kremlin, los ucranianos están bombardeando sus propias casas. El conflicto está destruyendo núcleos familiares en toda Rusia.
Moscú (AsiaNews) – Uno entre tantos aspectos trágicos de la invasión de Rusia a Ucrania es la disrupción en las familias rusas, sobre todo por la pérdida de vidas de tantos jóvenes soldados enviados a un abismo irremediable. Oficialmente, el Kremlin sostiene que las cifras de muertos son muy reducidas, apenas unos cientos de bajas en comparación con los miles que declaran los ucranianos.
Los cadáveres son repatriados casi a escondidas. Sin embargo, los funerales "silenciosos" comienzan a verse en las regiones caucásicas cercanas a las zonas de guerra, como Chechenia, Ingusetia, Kabardino-Balkaria, Astracán, Osetia del Norte, Krasnodar y Daguestán. Desde estos territorios, los lamentos de las madres llegan a la prensa, como documentó Kavkaz.Realii, una de tantas agencias que corren el riesgo de ser clausuradas por las autoridades rusas.
Las familias de toda Rusia viven estas penurias en condiciones dramáticas, no sólo por la pérdida física de los jóvenes sacrificados en el altar de la locura bélica, sino también por las divisiones ideológicas que crean las justificaciones de la "operación militar especial", como la llama el gobierno. Muchos hijos rompen los lazos con sus padres y amigos por estos motivos.
Ekaterina tiene 28 años y es entrenadora de fitness. Vive en la región de Rostov, cerca del Donbass. Habla de su madre, directora de la Casa de la Cultura local, que siempre ha apoyado al gobierno incluso cuando sus maniobras antidemocráticas eran evidentes, como en el fraude electoral que ella misma tuvo que presenciar. Ahora la familia está dividida con respecto a la guerra: el padre es taxista, cree firmemente en las amenazas de la OTAN, aprueba la invasión y culpa a Estados Unidos. La madre duda, pero le explica a su hija que "fueron los ucranianos los que nos pidieron ayuda, es mejor no discutir porque terminaré perdiendo la cabeza, de todos modos no depende de nosotros". Ekaterina ha dejado de visitar a sus padres, y su marido está en la misma situación con los suyos, que son más ancianos pero también más firmes partidarios de Putin.
La discusión se hizo inevitable después de que se difundiera un vídeo en el chat de la familia en el que se denunciaba la agresión, y la suegra arremetiera contra Ekaterina y su marido tildándolos de "traidores" y gritando que habían "vivido los últimos 30 años en vano" tras el fin de la URSS. El único que guarda silencio es su suegro, originario de Ucrania, que obviamente no puede hablar para no divorciarse a sus casi 90 años. Según Ekaterina, la gente que apoya a Putin lo hace "porque su cerebro ya no funciona, o porque nunca tuvo conciencia".
En la frontera entre la provincia de Rostov y el Cáucaso vive Viktoria. Tiene 24 años y trabaja como maquilladora e ilustradora. Sus padres viven lejos y su relación con ellos era "tierna y cálida" antes de que comenzara la guerra pero ahora es un infierno. Su madre suele repetir: "ustedes, los jóvenes, no saben el desastre que había antes de Putin", expresando su total confianza en el líder. Su marido la apoya, pero es más discreto.
"Mis padres compran toda la propaganda de la televisión, aunque podrían informarse muy bien en otro sitio; no son viejos, hasta mi abuela sabe usar TikTok", explica Viktoria. Los jóvenes esperan que las generaciones mayores abran los ojos ante la guerra, porque una cosa es la seguridad y la relativa prosperidad y otra muy distinta la muerte y la destrucción. La madre de Viktoria sólo tiene 45 años y, sin embargo, se remite a las consignas soviéticas más obsoletas y habla contra la "agresión de Occidente".
A sus 28 años Arkadij trabaja como ejecutivo en Krasnodar. Se consideraba apolítico y empezó a interesarse por estos temas cuando el grupo de Navalny denunció la vida de lujos del primer ministro Medvédev en 2017. La madre, de 50 años, está empapada por la propaganda televisiva y firmemente convencida de que son los ucranianos los que lanzan bombas sobre sus propias casas. Es imposible convencerla de lo contrario: “si le enseñas noticias de Internet, te responde que ‘en la tele han dicho que son noticias falsas’". Arkadij está desconsolado: "pronto no podré seguir viviendo y trabajando entre gente que apoya el genocidio de un pueblo hermano, empezando por mi madre", concluye.
El sitio web recoge muchos testimonios similares, en su mayoría desacuerdos entre padres e hijos, pero también entre coetáneos, familiares y conocidos. Se esgrime que se inició la guerra para "defender nuestros valores", pero lo cierto es que están destruyendo no sólo muchas vidas sino también muchas familias, uno de los valores más importantes, según proclama el régimen.