Tokio se queda sin electricidad: por tres días, el suministro estuvo al límite
de Guido Alberto Casanova

El terremoto, sumado a las bajas temperaturas, lleva al este de Japón al borde de los apagones en millones de hogares. Las autoridades piden a los ciudadanos que ahorren energía: apagar los carteles luminosos, bajar los termostatos y atenuar las luces, incluso en los estudios de televisión. Sin embargo, la falta de electricidad es un problema estructural.


Tokio (AsiaNews) - El este de Japón se enfrenta hoy a su peor crisis energética de la última década. Por el momento parece haber sorteado el riesgo de un apagón generalizado, pero los ciudadanos de la capital vivieron tres días agitados, y las autoridades piden ahorrar en el consumo de energía eléctrica. De hecho, a principios de la semana, el desequilibrio entre la oferta y la demanda de electricidad en las zonas de Tokio y Tohoku (región que comprende las prefecturas del noreste del país) puso a toda la región en riesgo de un apagón.

La crisis energética se debe a una combinación particular de factores adversos, algunos de los cuales eran bien conocidos por las autoridades japonesas. Durante el invierno, las empresas generadoras y el gobierno habían empezado a vigilar la situación del mercado energético, donde la demanda de electricidad casi había saturado las capacidades máximas de suministro.

La crisis dio un primer aviso de alerta el 16 de marzo, cuando un terremoto de 7.4 grados sacudió la costa noreste de Japón y obligó a suspender el funcionamiento de varias centrales eléctricas. Con la reducción inmediata de la producción de electricidad, el 17 de marzo las autoridades no tuvieron más remedio que cortar el suministro eléctrico en varias subestaciones de la región para evitar que el desequilibrio entre la oferta y la demanda provocara un apagón en toda la red. Sin embargo, las interrupciones sólo duraron unas horas y por la mañana se restableció el suministro en prácticamente todos los hogares afectados -cerca de 2,23 millones. 

A principios de esa semana las condiciones meteorológicas empeoraron repentinamente, y las temperaturas en Tokio volvieron a rondar los 0°C, dejando en evidencia la escasez del suministro de energía. Las plantas cerradas tras el terremoto de la semana pasada provocaron una pérdida de 4,54 gigavatios de capacidad del suministro eléctrico. Por otro lado, el cielo nublado de los últimos días obstaculizó la producción de energía solar.

El lunes por la noche, cuando el uso de la electricidad superó el 97% de la capacidad de suministro, Tokyo Electric Power Company (TEPCO) y Tohoku Electric Power Company corrieron para ponerse a resguardo. El Ministro de Economía Hagiuda Koichi dio la voz de alarma, instando a los ciudadanos y a las empresas a reducir el consumo de energía para evitar los apagones. Sin embargo, la respuesta estuvo lejos de las expectativas y, en la tarde del 22 de marzo, Hagiuda se apresuró a organizar otra rueda de prensa para volver a pedir que se ahorre energía bajando los termostatos y apagando las luces innecesarias. Mientras tanto, TEPCO informó de que si la relación entre la oferta y la demanda de energía no bajaba del 107% a primera hora de la tarde, entre 2 y 3 millones de hogares de la zona de la capital sufrirían cortes de luz por la noche.

En Tokio y las prefecturas circundantes, la crisis fue muy evidente el martes por la noche, cuando muchos negocios apagaron sus letreros,  la emblemática Torre de Tokio permaneció a oscuras y la televisión pública redujo la iluminación de los estudios. No obstante, el gobierno de la ciudad de Tokio colocó los termostatos de sus oficinas a 19 C°.

El miércoles por la mañana, la relación entre la oferta y la demanda se redujo al 93%, por lo que se suspendió el alerta. Sin embargo, el gobierno sigue atentamente la situación e insta a ahorrar energía, dejando nuevamente al descubierto la vulnerabilidad del país en el frente energético.