Tokio y Manila se oponen a las reivindicaciones territoriales de Beijing

La posición fue expresada durante las conversaciones bilaterales en materia de seguridad. El tema central del encuentro fue la actividad de China en los Mares de China Meridional y Oriental. La advertencia de Xi Jinping obliga a Filipinas a procurar un equilibrio entre los Estados Unidos y China. Elecciones presidenciales en Filipinas: Robredo es más dura con Beijing; Marcos Junior adopta una actitud cautelosa.


Tokio (AsiaNews) - Japón y Filipinas se oponen a "las reivindicaciones marítimas ilegales, la militarización, los actos de coerción y la amenaza o el uso de la fuerza en el Mar de China Meridional". Se trata de un ataque velado a China y a sus actividades militares en la región. Los representantes de los dos gobiernos expresaron su posición durante las conversaciones bilaterales sobre seguridad, que tuvieron lugar en suelo japonés.

Manila, junto con Vietnam, Brunei, Malasia, Taiwán y hasta cierto punto Indonesia, se opone a las reivindicaciones territoriales de Beijing. Esto no ha impedido al gigante asiático militarizar algunas islas y arrecifes en el Mar de China Meridional. Para contener la expansión de China, los buques de guerra estadounidenses patrullan periódicamente las zonas cercanas a estos puestos militares.

Los ministros de Exteriores y Defensa de las dos delegaciones manifestaron estar "seriamente preocupados" por la situación en el Mar de China Oriental, donde Tokio y Beijing mantienen disputas territoriales. Desde hace años, los guardacostas chinos realizan incursiones en las aguas que rodean las Islas Senkaku (Diaoyu, para los chinos), situadas en esta masa de agua controlada por Tokio pero reclamada por China.

Los japoneses y los filipinos sostienen que quieren trabajar juntos para crear un Indo-Pacífico "libre y abierto" -la narrativa oficial de Estados Unidos para contrarrestar el ascenso geopolítico de China en esta vasta región.

Al margen de las declaraciones, Manila se topa con la difícil situación de tener que encontrar un equilibrio entre su alianza con Washington y su dependencia económica de Beijing. Ayer, durante una llamada telefónica, el presidente chino, Xi Jinping, dijo a su homólogo filipino, Rodrigo Duterte, que la estabilidad regional no puede lograrse mediante alianzas militares. Claramente, se refería a la política estadounidense en el Pacífico Occidental.

Desde su elección en 2016, Duterte ha construido una relación privilegiada con China. A diferencia de su predecesor Benigno Aquino III, trató de reducir las tensiones con los chinos. Por tanto, decidió ignorar un fallo de la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya, según el cual las reclamaciones chinas sobre casi el 90% del Mar de China Meridional “no tienen fundamento legal”.

La cumbre bilateral entre Manila y Tokio tiene lugar cuando falta exactamente un mes para las elecciones presidenciales en Filipinas. La carrera electoral parece haberse reducido a un duelo entre la vicepresidenta en funciones, Leni Robredo, y Ferdinand Marcos Junior, que hasta ahora lidera las encuestas. Robredo anunció que adoptaría una postura más dura frente a China. Marcos, hijo del dictador homónimo que gobernó Filipinas entre 1965 y 1986, subraya que quiere mantenerse en buenos términos con Washington y Beijing.