La Pascua de Xi Jinping: nuevas medidas contra la Iglesia no oficial

Las autoridades volvieron a llevarse a monseñor Shao Zhumin, el obispo de Wenzhou que había sido liberado a principios de noviembre, luego de un arresto anterior. También desapareció Monseñor Cui Tai, el obispo de Xuanhua. Llevaba más de 10 años bajo arresto domiciliario y se sospecha que lo torturaron.


Roma (AsiaNews) - En vísperas de las celebraciones de la Pascua, el régimen chino refuerza su control sobre la Iglesia "no oficial" (la llamada Iglesia “subterránea” o clandestina),  reconocida por el Vaticano pero no por Beijing. Esto es lo que revelaron a AsiaNews algunas fuentes católicas de China.

El 7 de abril, las autoridades se llevaron a Mons. Shao Zhumin, obispo de Wenzhou (Zhejiang) a bordo de un avión. Los fieles locales están preocupados porque desconocen el paradero del pastor; además, la policía habría confiscado su teléfono móvil. Se sospecha que el gobierno quiso impedir que celebrara las celebraciones de Semana Santa, especialmente la Misa Crismal.

Poco tiempo atrás, la policía también había detenido al secretario diocesano Jiang Sunian, quien ya está de regreso. No es la primera vez que la policía arresta a monseñor Shao, incluso haciéndolo desaparecer durante meses. A principios de noviembre, fue puesto en libertad tras permanecer detenido varios días. A menudo se lo somete a un lavado de cerebro para empujarlo a unirse a la Iglesia "oficial", controlada por el Partido Comunista Chino (PCC).

La sombra de Beijing también se cierne sobre la diócesis de Xuanhua (Hebei).  En enero, antes del Año Nuevo Lunar, las autoridades secuestraron a más de diez religiosos, entre ellos al obispo Agustín Cui Tai (que lleva más de diez años bajo arresto domiciliario) y a su adjunto Zhang Jianlin. Por el momento, no hay noticias de su posible liberación.

La represión contra la diócesis local se explica por las tensiones sin precedentes en la zona de Zhangjiakou. Allí se jugaron varias competiciones de los recientes Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing. A los ojos del gobierno, que se preocupaba de que todo saliera bien, la Iglesia católica representaba un factor desestabilizador.

La diócesis de Xuanhua fue fundada por la Santa Sede en 1946, pero en 1980 el gobierno estableció la diócesis oficial de Zhangjiakou, y las diócesis de Xuanhua y Xiwanzi quedaron incorporadas a ella. Sin embargo, la diócesis de Zhangjiakou no cuenta con el reconocimiento de la Santa Sede.

Además de las presiones ya habituales para doblegar a los pastores a la autoridad de la Asociación Patriótica Católica, expresión del Partido Comunista, el Gobierno chino estaría buscando información sobre monseñor Zhao Kexun, fallecido en 2018 y hasta entonces obispo ordinario de Xuanhua. Luego de una redada en 2007, el prelado vivió escondido en un lugar secreto para evitar problemas con las autoridades.

Según parece, la policía torturó a monseñor Cui (ver foto) y a algunos sacerdotes para obtener información sobre monseñor Zhao, incluido el lugar donde fue sepultado. Para la diócesis de Xuanhua, esta situación es un desastre sin precedentes. Muchos obispos y sacerdotes que fueron detenidos aún no han sido liberados. Los fieles no reciben atención pastoral. En Internet circulan noticias que difaman y calumnian a la Iglesia subterránea.

A pesar de que se ha firmado un Acuerdo sino-vaticano sobre el nombramiento de obispos -que fue renovado en octubre de 2020- no ha cesado la persecución contra los exponentes de la Iglesia, especialmente los no oficiales.