El Papa a los abuelos: llevad sobre las rodillas al mundo herido por la guerra

Mensaje de Francisco para el Día de los Abuelos y los Mayores que se celebra el 24 de julio. " No es casual que la guerra haya vuelto en Europa en el momento en que la generación que la vivió́ en el siglo pasado está desapareciendo. Sed constructores de la revolución de la ternura". A las parroquias: "La visita a los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiempo".


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Que los abuelos sean los protagonistas de una "revolución de la ternura, para liberar juntos al mundo de la sombra de la soledad y del demonio de la guerra". Así lo escribe el Papa Francisco en su mensaje dirigido a ellos con motivo del Día de los Abuelos y de los Mayores que la Iglesia celebra este año el 24 de julio, el domingo más cercano a la fiesta litúrgica de los Santos Ana y Joaquín, los abuelos de Jesús.

Con el título "En la vejez seguirán dando fruto", el mensaje retoma el tema, muy querido por Francisco, de la vejez como un tiempo para liberarse del miedo y de la "cultura del descarte", para redescubrirla, por el contrario, como una "bendición" y un tiempo propicio "también desde el punto de vista espiritual". Esta es una idea que el Pontífice ha venido declinando ampliamente en las últimas semanas en sus audiencias generales de los miércoles, pero en el mensaje difundido hoy también la relaciona específicamente con la trágica experiencia de la guerra que vive el mundo hoy.

"No es casualidad", escribe el Papa, "que la guerra haya vuelto a Europa en un momento en que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo. Y estas grandes crisis corren el riesgo de hacernos insensibles al hecho de que hay otras "epidemias" y otras formas de violencia generalizadas que amenazan a la familia humana y a nuestra casa común". En este contexto -continúa el pontífice- los abuelos y los ancianos tienen una gran responsabilidad: enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a ver a los demás con la con la misma mirada comprensiva y tierna que dirigimos a nuestros nietos. Hemos afinado nuestra humanidad haciéndonos cargo de los demás, y hoy podemos ser maestros de una forma de vivir pacífica y atenta con los más débiles. Nuestra actitud tal vez pueda ser confundida con debilidad o sumisión, pero serán los mansos, no los agresivos ni los prevaricadores, los que heredarán la tierra".

El Papa Francisco cita la experiencia humana del niño en el regazo de sus abuelos. "Hoy -escribe a los ancianos- es el tiempo de tener sobre nuestras rodillas —con la ayuda concreta o al menos con la oración—, junto con los nuestros, a todos aquellos nietos atemorizados que aún no hemos conocido y que quizá huyen de la guerra o sufren por su causa. Llevemos en nuestro corazón —como hacía san José, padre tierno y solícito— a los pequeños de Ucrania, de Afganistán, de Sudán del Sur....". Pero la conciencia de que en el mundo no nos salvamos solos también tiene otra cara en la vida de los mayores. "Dejarnos cuidar a menudo por personas que vienen de otros países -recuerda Francisco- es una forma de decir que la convivencia no sólo es posible, sino necesaria".

De ahí la invitación a todos los abuelos a ser "constructores de la revolución de la ternura". En primer lugar -comenta el Papa- con "el instrumento más valioso que tenemos, y que es el más apropiado para nuestra edad: el de la oración. «Convirtámonos también nosotros un poco en poetas de la oración: cultivemos el gusto de buscar palabras nuestras, volvamos a apropiarnos de las que nos enseña la Palabra de Dios». Nuestra invocación confiada puede hacer mucho, puede acompañar el grito de dolor del que sufre y puede contribuir a cambiar los corazones."

El mensaje se cierra con una invitación a todas las comunidades parroquiales en este Día de los Abuelos y de los Mayores, recordando también a los que están más solos en casa o en residencias. "Tratemos -concluye el Papa Francisco- Tratemos de que nadie viva este día en soledad. Tener alguien a quien esperar puede cambiar el sentido de los días de quien ya no aguarda nada bueno del futuro; y de un primer encuentro puede nacer una nueva amistad. La visita a los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiempo".