Papa: no ceder a la violencia en Sri Lanka

En la audiencia general el Papa Francisco se refirió a la grave crisis que sacude al país del sur de Asia y pidió que se escuchen las aspiraciones de la gente. “Encomendamos a la Virgen de Fátima el ardiente deseo de paz en el mundo”. Continuando el ciclo de catequesis sobre la vejez, el pontetfice se detuvo en la figura bíblica de Judit: "El bien que se ha sembrado es la mejor herencia que podemos dejar".

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Dirijo un pensamiento especial al pueblo de Sri Lanka, en particular a los jóvenes, que en los últimos tiempos han hecho oir su grito ante los desafíos y problemas sociales y económicos del país. Me uno a las autoridades religiosas para exhortar a todas las partes implicadas a mantener una actitud pacífica, sin ceder a la violencia”, dijo el Papa al final de la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro. “Hago un llamamiento a todos los responsables, para que escuchen las aspiraciones de la gente, garantizando el pleno respeto de los derechos humanos y de las libertades civiles”, continuó.

Cuando saludó a los peregrinos de habla alemana que asistían a la audiencia, invitó una vez más a rezar el Rosario por la paz en el mundo. Francisco también pidió que encomienden “el ardiente deseo de paz en el mundo a la Virgen María, que envuelve a todos con su mirada maternal”, dirigiéndose a quienes en estos días acuden al Santuario de Fátima, llevando a la Virgen las alegrías.y preocupaciones de su corazón. Después de la audiencia, como ya es habitual, también se reunió con algunas personas de Ucrania, entre ellas las esposas de dos soldados del batallón Azov atrincherados en la planta siderúrgica de Mariúpol.

Continuando con el tema de la vejez, como todos los miércoles, hoy el personaje central de la catequesis del Papa de fue Judit (Lectura: Jdt 16,21.23-24). Francisco contó la historia de esta "heroína bíblica, joven y virtuosa" que, "gracias a su fe, su belleza y su astucia, salva a la ciudad de Betulia y al pueblo de Judá del sitio de Holofernes, general de Nabucodonosor, rey de Asiria y enemigo prepotente que despreciaba a Dios”. Después de esta hazaña, Judit vuelve a vivir en Betulia y llega para ella “la hora de la jubilación”, como para tantas personas después de años de trabajo,.

“El heroísmo no es sólo el de los grandes acontecimientos que sobresalen ante los ojos de todos -dijo el Papa-. Muchas veces se encuentra en la tenacidad del amor derramado en una familia difícil y a favor de una comunidad amenazada”. Por eso, aún hoy, cuando todavía tenemos muchos años para vivir después de la jubilación, debemos preguntarnos cómo aprovechar al máximo este tiempo que tenemos a disposición.

“Hay un compromiso gozoso y fatigoso de cuidar a los nietos -recordó el Papa-, pero sabemos que hoy nacen cada vez menos niños y los padres no suelen estar muy cerca,, sujetos a los viajes, con situaciones laborales y de vivienda desfavorables”. También en el ámbito de las relaciones educativas y parentales hay nuevas necesidades, que requieren reconfigurar la alianza tradicional entre generaciones. En un mundo donde la convivencia de las generaciones se prolonga, "¿tratamos, todos juntos, de hacerlas más humanas, más afectuosas, más justas, en las nuevas condiciones de las sociedades modernas?”, se pregunta el Santo Padre.

Para los abuelos, una parte importante de su vocación es apoyar a sus hijos en la educación de los niños. Judit en su vejez deja como herencia sabiduría y ternura, “una herencia de bien y no sólo de bienes”. Según el pontífice, precisamente “el bien que se ha sembrado es la mejor herencia que podemos dejar”.

“El Señor no confía sus talentos sólo a los jóvenes y fuertes - dijo Francisco -: los tiene para todos, a la medida de cada uno”. Nuestras comunidades, entonces, tienen que saber disfrutar de los talentos y los carismas de los ancianos, “que ya están jubilados para el registro civil, pero que son una riqueza que hay que valorar”. Esto requiere, por parte de los mismos ancianos, una atención creativa y nueva, una disponibilidad generosa para “enseñar, aconsejar, construir, cuidar, escuchar, preferentemente con los más desfavorecidos”.

Por eso el Santo Padre invitó a leer el libro de Judith, para tomar como ejemplo a esta valiente mujer: "Así me gustaría que fueran todas nuestras abuelas: valientes, sabias y que dejen una herencia, no de dinero sino de sabiduría, sembrada en sus nietos”.