Del 16 al 20 de mayo, Egipto acogió por primera vez la 12ª Asamblea General del Consejo de Iglesias de Medio Oriente. Los líderes católicos, evangélicos y ortodoxos invitaron a oponerse a "la violencia y el fanatismo", reanudando el diálogo con el islam y a proteger la Creación. El reclamo por los obispos de Alepo desaparecidos desde 2013.
El Cairo (AsiaNews) - La violencia y el fanatismo, el clima y el medio ambiente, la emigración y la protección de los lugares santos, empezando por Jerusalén, donde "hay que salvaguardar la presencia cristiana desde una perspectiva de paz en la región y en todo el mundo". Estos son algunos de los puntos (12 en total) contenidos en la declaración final de la 12ª Asamblea General del Consejo de Iglesias de Oriente Medio (MECC), que concluyó hoy en Egipto tras cinco intensos días de trabajo. Entre los objetivos de la reunión, cuya fecha se pospuso a causa de la pandemia, figuraba la urgencia de "devolver [...] la esperanza" a los creyentes afectados por "tragedias y dificultades" de diversa naturaleza y alcance.
En el documento final, los líderes cristianos recuerdan la necesidad de "renunciar a la violencia y al fanatismo de toda clase y forma" y oponerse al "terrorismo, la exclusión y la discriminación" basados en "la religión, la raza, el color y el sexo". Además, llaman a emprender iniciativas y proyectos solidarios "con los marginados y vulnerables, los refugiados y los desplazados internos", y piden también a los dirigentes políticos y a la comunidad internacional que "ayuden para que puedan volver a su tierra". Hace falta "respetar la libertad de creencias, consolidar los valores de la ciudadanía y convivir con nuestros hermanos y hermanas musulmanes, con los que compartimos el respeto mutuo".
Bajo el lema "¡Ánimo! Soy yo. No tengáis miedo" (Mt 14,27), la 12ª Asamblea General de la MECC se celebró en Egipto del 16 al 20 de mayo para debatir y profundizar en las cuestiones y necesidades urgentes de los cristianos de la región, desde una mirada ecuménica hacia el futuro. Por primera vez, la asamblea se celebró en la Tierra de los Faraones, auspiciada por la Iglesia Ortodoxa Copta local que dirige Tawadros II, y con la participación de 21 iglesias de Medio Oriente y 17 patriarcas y líderes comunitarios. Entre los presentes se encontraba el primado caldeo, el cardenal Louis Raphael Sako, el Patriarca de Jerusalén de los latinos Pierbattista Pizzaballa, Mor Ignatius Aphrem II Patriarca de Antioquía, líderes ortodoxos y evangélicos, religiosos y laicos de la región y de la diáspora en todo el mundo.
Las jornadas de trabajo estuvieron marcadas por encuentros, reuniones, momentos de oración y reflexión, de testimonio cristiano y de diálogo ecuménico, además de un informe del secretario general del MECC Michel Abs. La Asamblea General es la autoridad suprema del Consejo -fundado en 1974 en Nicosia, actualmente con sede en Beirut, Líbano- y se reúne en sesiones ordinarias cada cuatro años para debatir cuestiones relacionadas con la presencia cristiana en Medio Oriente. Sin embargo, la pandemia de Covid-19 y las restricciones impuestas a nivel mundial para hacer frente a la emergencia sanitaria provocaron la suspensión de la reunión, originalmente prevista para 2020.
Los líderes cristianos hablaron de cuestiones económicas y de las "crisis galopantes" en los países de la región que alimentan el "sufrimiento de los pueblos". La asamblea recordó "con dolor" el fenómeno de la emigración cristiana, descrito como una "hemorragia" que afecta sobre todo a los jóvenes. Por otra parte, está la cuestión del cambio climático y la cumbre climática de la Cop27 que se celebrará en Sharm El-Sheikh (Egipto) en noviembre, donde será prioritario defender la creación, nuestra "casa común", como la ha definido el Papa Francisco. Por último, figura un pedido a los gobiernos internacionales para que intervengan en favor de las personas secuestradas o desaparecidas "en particular", dice el documento, "los obispos de Alepo Paul Yazigi y Youhanna Ibrahim", de quienes no se tiene noticias desde 2013.
La declaración final concluye con un llamado a la oración por la paz y la estabilidad en Medio Oriente, por el fin de las guerras y los conflictos, la superación de la pandemia y una política eficaz para combatir la crisis económica. "Pedimos misericordia para las víctimas de la violencia", termina el texto, "y consuelo para los afligidos".