Beijing y Moscú compiten por Uzbekistán
de Vladimir Rozanskij

El dinamismo económico de la ex república soviética atrae el interés de China. Posible colisión de los intereses chinos y rusos. La Belt and Road china como fuerza impulsora para las infraestructuras uzbekas. En septiembre comienzan las obras del ferrocarril Beijing-Bishkek-Tashkent.

 


Moscú (AsiaNews)- Un análisis publicado por Rosbalt.ru señala el interés de Uzbekistán en la Belt and Road Initiative, el megaproyecto chino de infraestructura. En este sentido, Tashkent debe mediar entre China y Rusia, lo que plantea una serie de expectativas y perplejidades que requieren una reflexión más cuidadosa.

Uzbekistán es el país más poblado y dinámico de Asia Central, heredero de la antigua civilización timúrida de Tamerlán, y en la fase postsoviética siempre ha tratado de conservar su independencia de todas las potencias euroasiáticas. Hoy los uzbekos se presentan como vanguardia regional e incluso mundial, hasta el punto de que recientemente anunciaron que han comenzado a producir “leche contra el Covid-19”, con anticuerpos de vacas y cabras uzbekas.

Los chinos y los rusos muestran que consideran al país de Samarcanda y Bujara como un área sujeta a su influencia, participando activamente en su desarrollo económico y social, sin que aparentemente esto genere ningún tipo de conflicto. Según la estrategia oficial del "nuevo Uzbekistán" que lleva adelante el presidente Šavkat Mirziyoyev, para 2026 se espera un aumento del 60% de la producción per cápita y un 40% más en la industrial, con un fuerte aumento del sector privado a nivel financiero y la reducción del monopolio estatal, así como una simplificación de la carga tributaria.

Los nuevos escenarios relacionados con las sanciones occidentales, primarias y secundarias, todavía no se han definido. El Banco Mundial ya introdujo algunas correcciones en las previsiones de crecimiento económico: este año se ha previsto un aumento del 4,3% en vez del 3,6%, y el año que viene debería llegar al 5,3%. Es el pronóstico más optimista de toda la región centroasiática. Kazajstán, por ejemplo, tiene un crecimiento del 2%.

En abril Uzbekistán fue el mayor comprador de oro del mundo, elevando sus reservas a 8,7 toneladas, frente a las 5,3 de Kazajistán. De cara al futuro, estos importantes incrementos ponen de manifiesto una dinámica de competencia cada vez más intensa entre los socios del país, sobre todo entre Rusia y China, que ocupan actualmente el 17,9 y el 17,7% respectivamente en la balanza comercial con Tashkent, ambas por encima de los 7.000 millones de dólares, teniendo en cuenta los límites impuesta por la pandemia. Las inversiones extranjeras directas en el país rondan los $ 7 mil millones, siendo China la que tiene mayor participación, seguida de Rusia.

En 2022 los rusos y los chinos también están casi igualados en cuanto al nivel de presencia en el mercado uzbeko. Como consecuencia del conflicto ucraniano, se espera que las actividades de las empresas rusas excluidas de los mercados occidentales aumenten significativamente, como empiezan a mostrar los datos de los últimos meses. Solo en abril se registraron 103 empresas rusas, 4 veces más que en enero y el doble de marzo, dejando muy atrás a China.

Sin embargo, queda por ver cuánto podrán expandirse los rusos en Uzbekistán debido a los riesgos de financiar proyectos obstaculizados por las sanciones contra Rusia y Bielorrusia, y ya hay varios contratos congelados debido a las dificultades de pago y la compleja redefinición del sistema bancario. Beijing se mantiene a la expectativa, pero parece dispuesto a tomar el relevo en el momento oportuno, teniendo en cuenta la política de "diversificación" en las relaciones exteriores hacia la cual se está orientando el gobierno de Mirziyoyev, que también incluye el sur de Asia, Oriente Medio, África y aún EE.UU. y Canadá.

La carta de triunfo podría ser la Belt and Road, repetidamente sujeta a revisiones y correcciones, que debería levantar vuelo en Uzbekistán con las grandes inversiones en infraestructura que también afectan al vecino Kirguistán. En efecto, en septiembre comenzará la construcción de la gran línea ferroviaria Beijing-Bishkek-Tashkent, con un costo de más de 8.000 millones de dólares y una longitud de 4.380 kilómetros, un proyecto sobre el cual se discute desde hace más de 20 y que los chinos han esperado pacientemente, según su costumbre, hasta que el cuerpo inerte del adversario ruso se derrumbe ante los ojos de los nuevos amos.