El Papa Francisco, en medio de las fatigas y esperanzas de las familias del mundo

En el Aula Pablo VI, la celebración con el pontífice abrió el Encuentro Mundial que se celebra simultáneamente en Roma y en las diócesis. "La Iglesia quiere estar cerca de ti allí donde estés". Los testimonios y las palabras de Francisco muestran que el perdón, la acogida y la fraternidad entre las diferentes religiones se viven dentro de las paredes del hogar.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Quisiera hacerles sentir mi cercanía allí donde estén, en la situación concreta de vida que atraviesan". Con estas palabras, esta tarde en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco dio la bienvenida a las familias que han llegado a Roma para su X Encuentro Mundial. Este año, el evento se celebra simultáneamente en Roma y en las diócesis de todo el mundo. En el marco de un momento festivo, el pontífice escuchó los testimonios de cinco familias de diferentes continentes que descubrieron que estaban dando "un paso más" en su camino.

El Papa escuchó a Serena y Luigi con sus tres hijos, que aunque no hallaron "brazos abiertos para recibirlos" en la parroquia, ahora se sienten llamados a casarse por la Iglesia. "Uno no se casa para ser católico 'con etiqueta', para obedecer una regla, o porque lo dice la Iglesia", dijo, y se alegró con ellos. "Uno se casa porque quiere fundar el matrimonio en el amor de Cristo, que es firme como una roca". La vida familiar no es una misión imposible. Con la gracia del sacramento, Dios la convierte en un viaje maravilloso que se realiza junto a Él, nunca solos. La familia no es un bello ideal inalcanzable en la realidad. Dios garantiza su presencia en el matrimonio y en la familia, no sólo el día de la boda, sino durante toda la vida".

Ante Roberto y María Anselma, los padres de Chiara Corbella Petrillo, la joven esposa romana que hace unos años retrasó el tratamiento de un tumor a costa de su vida, para no comprometer la de su hijo Francesco, el Pontífice esbozó la santidad de quienes abrazan la cruz. "En el corazón de Chiara", comentó, "Dios colocó la verdad de una vida santa, y por eso ella quiso preservar la vida de su hijo a costa de su propia vida". Y como esposa, al lado de su marido, recorrió el camino del Evangelio de la familia de forma sencilla y espontánea. Siempre necesitamos grandes ejemplos a los que mirar".

Pero el camino de la santidad pasa también por la capacidad de levantarse de las crisis y perdonarse mutuamente, como atestiguan Paul y Germaine, una pareja congoleña. El Papa Francisco le dijo: "Nadie desea un amor ‘a plazo fijo’. Por eso se sufre tanto cuando las carencias, la negligencia y los pecados humanos hacen naufragar un matrimonio. Sin embargo, incluso en medio de la tormenta, Dios ve lo que hay en el corazón. El perdón cura todas las heridas, es un don que brota de la gracia con la que Cristo colma a la pareja y a toda la familia cuando le dejamos actuar, cuando nos dirigimos a Él. Y dos cónyuges que se perdonan -añadió- son una gran señal para sus hijos, que ven la humildad”, pero también "la fuerza que ustedes han recibido del Señor para levantarse de la caída". “Realmente necesitan de esto".

En este momento en el que Europa vive un dramático conflicto, no podía faltar el testimonio de Iryna y Sofía, madre e hija originarias de Ucrania. Ambas se vieron obligadas a huir de su patria y fueron acogidas por Peter y Erika en su casa, en Roma. "La guerra", les dijo el Papa, "las ha puesto frente al cinismo y la brutalidad humana, pero también han encontrado personas de una gran humanidad. Para todos, es importante no quedarnos fijados en lo peor, sino que valoremos lo mejor, todo el bien del que es capaz cada ser humano, y partamos de ahí"

"La acogida -añadió Francisco- es precisamente un ‘carisma’ de las familias, y especialmente de las familias numerosas. Se suele pensar que en un hogar donde ya hay tantas personas es más difícil acoger a otros; pero la verdad es que no es así, porque las familias con muchos hijos están entrenadas para hacer lugar a los demás. Mientras que en contextos anónimos se suele rechazar a los más débiles, en las familias, en cambio, es natural acogerlos: un niño discapacitado, un anciano que necesita cuidados, un familiar con dificultades que no tiene a nadie...". Y esto da esperanza porque "una sociedad se volvería fría e invivible sin familias que acogen".

El último testimonio fue el de Zakia, una mujer musulmana originaria de Marruecos, esposa de Luca Attanasio, el embajador italiano en la República Democrática del Congo asesinado hace poco más de un año en una emboscada. Un ejemplo de familia interconfesional capaz de darse a los demás también a través de la asociación "Mamá Sofía" que Zakia y sus hijos siguen llevando adelante. Además de ser marido y mujer, ustedes han vivido como hermanos en humanidad -subrayó Francisco-, como hermanos en las diferentes experiencias religiosas, como hermanos en el compromiso social. Esta también es una escuela que se aprende en familia. Conviviendo con alguien que es diferente a mí, en la familia se aprende a ser hermanos y hermanas".

Cinco historias entre millones. “Porque Dios tiene una misión para cada familia del mundo”, recordó el Papa. "¿Cuál es ese "paso extra" que te pide a ti? Hace falta escuchar -concluyó Francisco-, dejarse transformar por Él, para que también ustedes puedan transformar el mundo y convertirlo en un ‘hogar’ para quien necesita ser acogido, para quien necesita encontrar a Cristo y sentirse amado".