Y son más de 154 las víctimas desde el inicio de las protestas por el asesinato de la joven de origen kurdo. La represión se concentra en el noroeste (zona kurda) y en el sureste del país, contra los baluchíes. Otras jóvenes, asesinadas por la policía, se han convertido en símbolos del levantamiento en favor de los derechos y la libertad. Irán se prepara para atacar a la resistencia al otro lado de la frontera en Irak.
Teherán (AsiaNews) - La represión de las protestas - espontáneas, en primera fila mujeres, incluso muy jóvenes - por la muerte de la joven iraní Mahsa Amini, de 22 años, a manos de la policía de la moral, se ha convertido en una oportunidad para castigar a las minorías del país. En primer lugar, a los kurdos, etnia a la que pertenecía la joven muerta a manos de una patrulla a la salida del metro en Teherán, por no llevar el hijab, el velo islámico (hoy devenido en símbolo de la represión de los ayatolás). Y en segundo lugar, a los suníes baluchíes del sureste, en la frontera con Pakistán y Afganistán.
Según la ONG Iran Human Rights (Ihrngo) ya se cuentan al menos 154 víctimas desde que comenzaron las protestas. Sin embargo, es posible que la cifra sea ya más alta y que aumente en un futuro próximo, ya que el gobierno de Teherán lanza amenazas y aplica mano dura contra las manifestaciones, avalado por el líder supremo Alí Jamenei. En la masacre apodada "Bloody Friday" que tuvo lugar el 30 de septiembre en Zahedán el saldo de víctimas se elevó a 63. En este último caso, la violación de una niña de 15 años a manos de un agente de policía habría alimentado la protesta, que estalló al final de las oraciones del viernes.
Entre los muertos hay nueve menores, cuya edad precisa se desconoce. Para el director de Ihrngo, Mahmood Amiry-Moghaddam, "en muchos casos, especialmente en Zahedán, se han cometido verdaderos crímenes contra la humanidad". Desde que comenzaron las revueltas de protesta, se han registrado víctimas en 17 provincias, especialmente en Sistán-Baluchistán (63), en Mazandarán (27), en Gilan (12) y en el oeste de Azerbaiyán (11). Los muertos se concentran en el noroeste, zona en la que vive gran parte de la minoría kurda, y en el sureste, en las provincias fronterizas con Pakistán. Además, la propia Mahsa Amini era de origen kurdo, una comunidad de 8,1 millones de personas -frente a una población total de 83 millones- asentadas principalmente en Saqqez, Urmia, Diwandara, Kermashan, Dehgolan, Ilam y Piranshahr.
Fue precisamente en Saqqez, la ciudad natal de la joven de 22 años, donde se iniciaron los primeros levantamientos tras su entierro, el 16 de septiembre. Las protestas se extendieron por todo el país y a ellas se sumaron las universidades. El otro punto caliente, y donde crece el número de víctimas, son las provincias del sur: allí predomina una población que profesa el Islam suní, corriente minoritaria en la República Islámica chiíta y objeto de represión en el pasado. El temor de Teherán es que las manifestaciones en favor de Mahsa se conviertan en una rebelión más amplia de los baluchíes, que llevan casi 20 años protagonizando enfrentamientos y actos de guerrilla contra las fuerzas de seguridad iraníes.
Mientras tanto, a pesar de que los ayatolás intentan censurar y bloquear Internet, en las redes sociales resurgen imágenes de jóvenes universitarias que protestan quitándose el velo y burlándose de las fotos del presidente Ebrahim Raisi y del guía supremo Jamenei colgadas en las paredes de las aulas. El levantamiento comenzó como una manifestación para solidarizarse con la mujer kurda de 22 años y por la emancipación contra una sociedad opresiva simbolizada por el hiyab. Y ahora ve cada vez más mujeres -jóvenes y no tan jóvenes- en primera fila, liderando la revuelta y cayendo bajo los disparos del régimen.
En las últimas semanas, otras mujeres se unieron a Mahsa y murieron a manos de la represión violenta contra la lucha por la libertad y los derechos. Minoo Majidi, de 62 años, fue asesinada por las balas de las fuerzas de seguridad el 20 de septiembre en la ciudad kurda de Kermanshah. Ghazaleh Chelavi, de 32 años, una escaladora experta, fue asesinada el mismo día en Amol, a orillas del mar Caspio. Hannaneh Kia, de 23 años, fue asesinada deliberadamente en Nowshahr, cuando regresaba a su casa tras un examen médico. Y también, Hadis Najafi, de 22 años, una de las víctimas más ilustres de las últimas semanas, que se hizo famosa por su último vídeo en las redes sociales: decía que se unía a la protesta con entusiasmo, para luego ser asesinada por la policía. Por último, Nika Shakarami, de 16 años, una joven cuya pasión era la música, fue asesinada en Khorramabad, en el oeste del país, tras participar en las protestas. Las autoridades la enterraron a toda prisa, a escondidas de su familia. El cuerpo presentaba claros signos de tortura.
Por último, confirmando lo informado por AsiaNews y las denuncias de un sacerdote del Kurdistán iraquí, los ataques de Teherán al otro lado de la frontera continúan y son cada vez más intensos. Ya se cuentan decenas de víctimas. Según fuentes consultadas por Voice of America (VOA), la República Islámica ha reforzado recientemente su presencia militar a lo largo de la frontera occidental. Actualmente se prepara para lanzar operaciones en territorio iraquí contra las bases de la resistencia iraní que se opone a los ayatolás. Otro blanco de los ataques son los campos de refugiados donde viven los kurdos iraníes desde hace algún tiempo. Los activistas pro democráticos y los políticos iraníes de origen kurdo también estarían en el punto de mira, y serían objetivos que las autoridades de Teherán pretenden "eliminar". "Hace tiempo que hay amenazas contra funcionarios del partido kurdo", subraya Atta Saqzi, vocero de Revolutionary Association of Workers of Iranian Kurdistan. Pero desde la muerte de Mahsa Amini y tras el inicio de las manifestaciones de los kurdos en el este [Kurdistán iraní], Teherán "ha amenazado abiertamente con vengarse de los partidos kurdos".