El jardín europeo y la selva rusa
de Vladimir Rozanskij

Críticas tras la comparación realizada por el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell. Según el director del Hermitage: "Cada uno cultiva su propio jardín". Para el académico, la guerra en Ucrania responde a un problema de supervivencia: es preferible un "invernadero" soviético antes que la selva capitalista.


Moscú (AsiaNews) - En Rusia, el director del museo del Hermitage de San Petersburgo, Mijail Piotrovsky (ver foto), reaccionó ante la comparación efectuada por el responsable de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, quien definió a Rusia (y a otros países) como "una selva" frente al "jardín" que es Europa. Aunque el diplomático español se disculpó inmediatamente por su comentario, la expresión es muy reveladora de las dimensiones culturales y psicológicas del conflicto entre Moscú y Occidente.

En Rusia consideran que la cultura europea "está envenenada por el colonialismo". Desde el punto de vista ruso, la frase de Borrell deja claro que esta dimensión aún no está completamente superada y que desde el fondo de la conciencia puede resurgir, como una pretensión de imponer la propia idea de civilización a todo el mundo. Esta es precisamente la acusación que habría empujado a la Rusia de Putin a las consecuencias extremas de la "guerra defensiva".

En efecto, la imagen del "jardín" está muy arraigada en la tradición europea, desde las evocaciones bíblicas del Edén o el "hortus clausus" del Cantar de los Cantares, hasta las famosas definiciones profanas del "Cándido" de Voltaire. "Cada uno cultiva su propio jardín", respondió Piotrovsky, revelando una conciencia especular y opuesta por parte de Rusia, que si bien pertenece a Europa, también es su adversario.

"El jardín es la cultura", según el director -firme partidario de Putin, pero también uno de los más brillantes exponentes de la intelectualidad rusa contemporánea. "Su destino, sin embargo, consiste en compartir", el propio término "cultura" proviene del trabajo agrícola; "Cicerón hablaba de la cultura como una puesta en común del alma y el intelecto, los frutos más importantes de la naturaleza humana". El jardín es el símbolo de la "transformación de la naturaleza salvaje", y hay que "contrastarlo no con la selva, sino con el bosque".

Citando a un gran historiador ruso de la literatura, Dmitry Lichačev, Piotrovsky explica que "tanto el jardín como el bosque tienen el mismo derecho a existir". Para el académico, "el bosque es la naturaleza primordial y activa, el jardín es la naturaleza cultivada, lo natural y lo artificial juntos, y no deben confundirse entre sí". Utilizando la metáfora de Borrell para comentar la situación actual, dijo que "hay que dejar que cada uno cultive su propio jardín".

Al fin y al cabo, comenta el director del Hermitage, "la selva se formó en Rusia cuando empezamos a vivir en el capitalismo y la economía de mercado, después de habernos acostumbrado durante tanto tiempo al cómodo invernadero del socialismo". La lucha entre las bestias feroces de los mercados y la competencia despiadada enfrentó a Rusia con un problema de supervivencia, y acabó reaccionando con la guerra para liberarse de estas asfixiantes "vegetaciones incontroladas".

La "metedura de pata" de Borrell, en definitiva, arroja luz sobre la acogida real y la contradicción de la confrontación cultural en Europa. Esto conduce a "un resultado inesperado en la lucha contra el globalismo homologante" que obliga al multiculturalismo, en el que las culturas son arrojadas a la confusión de la selva sin tener su propio espacio vital. La reivindicación de la igualdad de derechos de las culturas conduce en realidad a su desarraigo del suelo original, pero "el jardín europeo no está preparado para la coexistencia de lo diverso", insiste Piotrovsky, y termina con el colapso total de la cultura plural.

El director, sucesor e hijo del mayor custodio de la cultura en las colecciones rusas, advierte que en los museos, "las múltiples culturas del mundo se conservan y se exponen para despertar el asombro y la admiración, no para crear confusión". No se trata de colonialismo ni de prevaricación, sino de "la salvación de los múltiples jardines del mundo". Esta es la tarea de Rusia, aún en medio de la tragedia de la guerra, según uno de los mayores exponentes de la cultura rusa.