El Papa en Baréin: Que se garanticen en todas partes condiciones laborales seguras y dignas del hombre

Recién llegado al país del Golfo para su visita apostólica, el Papa Francisco afirmó: “A menudo falta el trabajo, tan valioso como el pan; muchas veces, es pan envenenado, porque esclaviza”. Y sobre la cercana guerra olvidada en Yemen: “¡Que callen las armas y comprometámonos realmente por la paz!".

 


Awali (AsiaNews) - “Desde este país, tan atractivo por las oportunidades laborales que ofrece, quisiera señalar la emergencia de la crisis laboral mundial. A menudo falta el trabajo, tan valioso como el pan; frecuentemente es pan envenenado, porque esclaviza”. Desde el Palacio Real de Sakhir en Awali, primera etapa de su viaje apostólico a Baréin, el Papa Francisco lanzó esta tarde un fuerte llamamiento al mundo entero sobre la dignidad del trabajo en su primer discurso a las autoridades, sociedad civil y cuerpo diplomático, inmediatamente después de la visita de cortesía al rey Hamad bin Isa bin Salman Al Khalifa.

Palabras que resultan muy significativas porque fueron pronunciadas en un lugar como el Golfo Pérsico que se ha convertido en el destino de millones de trabajadores migrantes, a menudo víctimas de condiciones de trabajo dramáticas. El Papa puso en guardia sobre aquellas situaciones en las que el hombre, "de ser el fin sagrado e inviolable del trabajo, se reduce a un medio para producir dinero". “Que se garanticen en todas partes condiciones laborales seguras y dignas del hombre -añadió- que no impidan sino que favorezcan la vida cultural y espiritual; que promuevan la cohesión social, en favor de la vida común y del mismo desarrollo de los países”. Reconociendo en Baréin "valiosos logros en este sentido", Francisco expresó la esperanza de que pueda ser un faro "que promueva, en toda la región, derechos y condiciones justas y cada vez mejores para los trabajadores, las mujeres y los jóvenes, garantizando al mismo tiempo respeto y atención para los que sufren mayor marginación en la sociedad, como los que han emigrado y los presos. El verdadero desarrollo, humano e integral, se mide sobre todo por la atención a ellos".

Se refirió luego al hecho de que en el país conviven muchos grupos nacionales, étnicos y religiosos, afirmando que la experiencia de Baréin demuestra que "se puede y se debe convivir en nuestro mundo, que desde hace décadas se ha convertido en una aldea global pero, aunque se da por sentada la globalización, en muchos sentidos todavía se desconoce 'el espíritu de la aldea': la hospitalidad, la búsqueda del otro, la fraternidad”.

En vísperas de la apertura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP27 -que se inaugura el domingo en Sharm el Sheick, Egipto- Francisco ha renovado asimismo su preocupación por la crisis del medio ambiente. “No nos cansemos de trabajar por esta dramática emergencia, tomando decisiones concretas y con visión de futuro, pensando en las generaciones jóvenes, antes de que sea demasiado tarde y su futuro quede comprometido”.

Por último, denunció una vez más la "monstruosa e insensata realidad de la guerra, que siembra destrucción por todas partes e impide la esperanza". “Toda guerra -añadió- representa también la muerte de la verdad. Rechacemos la lógica de las armas e invirtamos el rumbo, convirtiendo los enormes gastos militares en inversiones para combatir el hambre, la falta de asistencia sanitaria y de educación”. Y mirando a la Península Arábiga, Francisco dirigió “un pensamiento especial y sentido a Yemen, martirizado por una guerra olvidada que, como toda guerra, no conduce a ninguna victoria, sino solo a amargas derrotas para todos. Recuerdo en la oración sobre todo a los civiles, a los niños, a los ancianos y a los enfermos, e imploro: ¡que callen las armas! -concluyó- ¡Comprometámonos en todas partes y verdaderamente por la paz!”.