Se está estudiando la posibilidad de devolver al Estado los activos que fueron privatizados tras la caída de la URSS. El país atraviesa una crisis derivada de la guerra en Ucrania y las sanciones occidentales. Kaysin Khubiev e Ivan Tenjakov: volver al control centralizado es la única manera de promover la economía de guerra deseada por Putin.
Moscú (AsiaNews) - El jefe de la Unión de Empresarios y Productores de Rusia, Aleksandr Šokhin (ver foto), respondió a los argumentos de los economistas que criticaron en los últimos días el modelo económico derivado de la privatización post soviética. Los críticos consideran que se trató de un error fatal que llevó a Rusia a la marginación y humillación internacional. En efecto, en los últimos 20 años, el crecimiento económico de Rusia resultó mucho más lento que el de China y Estados Unidos, y otros países más desarrollados.
El diagnóstico de una enfermedad sistémica de la economía rusa se extiende cada vez más entre los comentaristas, convirtiéndose en la corriente principal entre los economistas no alineados. Presuntamente, el Estado promovió privatizaciones salvajes, sin un control adecuado: posteriormente se produjo una fase de guerra entre los oligarcas, que culminó con el giro autoritario de Putin. Para subsanar la situación, hoy los profesores de la Universidad de MGU proponen una receta que parece una vuelta a la economía planificada del socialismo soviético.
La idea sería "dar más al Estado", con el telón de fondo de los graves problemas de la producción industrial y su reconversión militar, para dotar a los soldados de armas y equipos que hoy faltan. Esta nueva orientación debería ir acompañada de una profunda reforma judicial, y sustituir la propiedad de las empresas estratégicas por la nacionalización de las mismas. Esto se implementaría a través de un organismo especial, un Consejo de Coordinación Económica.
El modelo de referencia no es otro que el Comité de Defensa del Estado de la época estalinista: a partir de los años 30, la URSS llevó a cabo la mayor industrialización y transformación de la agricultura, la ciencia y el conjunto de la sociedad soviética. Un proceso que llegó tras la década liberal de la "Nueva Política Económica" (NEP), impulsada por Lenin para reactivar Rusia y toda la Unión tras la Primera Guerra Mundial. Según los profesores Kaysin Khubiev e Ivan Tenjakov, en su artículo sobre "Cuestiones de economía política", el bajo crecimiento del PIB en los últimos 30 años -no más del 20-25%- justificaría esta nueva "dekulakizatsija", imitando la erradicación de los kulaks, los campesinos enriquecidos, durante la época de Stalin.
Analizando los objetivos estratégicos del desarrollo tecnológico, propuestos por el presidente Putin en junio de este año, los dos académicos llegan a la conclusión de que sólo se pueden alcanzar mediante una acción contundente por parte del Estado. Es decir, mediante planes quinquenales con presupuestos impuestos desde la cúpula del gobierno. Estos planes también se convertirían en obligatorios para la industria privada y detendrían la fuga de capitales al extranjero, lo que se traduciría en inversiones en la economía del país.
La estatización se produciría así no directamente como una expropiación, sino como una redefinición de la propiedad a través de concursos, con inversiones que satisfagan las necesidades de la economía estatal. Los nuevos amos, incluido el propio Estado o los colectivos de trabajadores, compensarían a los propietarios desposeídos con los recursos resultantes del nuevo enfoque productivo.
Šokhin informa de la oposición de los empresarios al plan de los economistas, que califica de "efecto del síndrome post- Covid", y reclama una salida creíble a la crisis económica, cada vez más desbordada por la incertidumbre sobre el futuro, tras la guerra y las sanciones. La transición a una "economía de guerra", según Šokhin, no significa una vuelta a la de tipo soviético, aunque admite un papel mucho más decisivo del Estado.
La movilización está cambiando el mercado laboral, y asigna a la propiedad empresarial un papel mucho más institucional, como explica el rector de la Universidad Presidencial de Rankh, Vladimir Mau: "No tenemos ningún problema con la economía de mercado, y no hay analogías con el colapso de la economía soviética en los años 80: cometimos errores, pero hoy sólo tenemos que resistir las sanciones, y empezar de nuevo con nuevos mercados y una nueva producción".