El viaje del Papa a Baréin, diálogo, encuentro y camino

En la audiencia general, Francisco repasó la visita de los últimos días, respondiendo a la pregunta: ¿por qué visitar un país de amplia mayoría musulmana? “El diálogo es el oxígeno de la paz. Los cristianos del Golfo nos invitan a ampliar nuestros horizontes y a dedicarnos a conocer a los demás”. La memoria del arzobispo ortodoxo de Chipre Crisóstomos, "un pastor con visión de futuro".

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Diálogo, encuentro y camino son las tres palabras clave del viaje apostólico a Baréin que concluyó el domingo y, como es costumbre, el Papa Francisco ha querido retomar idealmente esta mañana dirigiéndose a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la audiencia general del miércoles. “Es natural preguntarse - comentó - ¿por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima mayoría islámica? Hay muchos países cristianos: ¿por qué no va antes a uno u otro? Quisiera responder a través de tres palabras: diálogo, encuentro y camino”.

En primer lugar el diálogo, que es "el oxígeno de la paz, también en la paz doméstica", explicó el Papa. Respondiendo a la invitación del Rey de Baréin para participar en un Foro sobre el diálogo entre Oriente y Occidente, Francisco recordó las palabras de la constitución conciliar Gaudium et Spes sobre la necesidad de que los hombres "amplíen su mente más allá de las fronteras de la propia nación y renuncien al egoísmo nacional y a la ambición de dominar a otras naciones” para contribuir a la paz. “En Baréin – comentó – sentí esta necesidad y deseé que, en todo el mundo, los responsables religiosos y civiles sepan mirar más allá de los propios confines, de las propias comunidades, para cuidar del conjunto. Solo así se pueden afrontar ciertos temas universales, por ejemplo, el olvido de Dios, la tragedia del hambre, la custodia de la creación, la paz. Pienso en la disparatada guerra ―¡disparatada!―  de la que es víctima la martirizada Ucrania -añadió- y en tantos otros conflictos, que nunca se resolverán a través de la lógica infantil de las armas, sino sólo con la fuerza mansa del diálogo”.

Pero no puede haber diálogo sin encuentro. “Muchas veces he sentido emerger el deseo de que aumenten los encuentros entre cristianos y musulmanes, que se construyan relaciones más fuertes, que nos preocupemos más los unos por los otros. En Baréin, la gente se lleva la mano al corazón cuando saluda a alguien. Yo también lo hice, para hacer espacio dentro de mí a las personas que encontraba. Porque, sin acogida, el diálogo es vacío, aparente, sigue siendo una cuestión de ideas y no de realidad”.

Sin embargo, el viaje a Bahrein no se debe ver como un episodio aislado: "forma parte de un recorrido que comenzó san Juan Pablo II cuando fue a Marruecos", recordó el pontífice. Esa primera visita de un Papa a Baréin ha sido "un nuevo paso en el camino entre creyentes cristianos y musulmanes: no para confundirnos o aguar la fe, no: el diálogo no desvirtúa; sino para construir alianzas fraternas en el nombre del padre Abraham, que fue peregrino en la tierra bajo la mirada misericordiosa del único Dios del Cielo, Dios de la paz"..

“En Baréin también hubo diálogo, encuentro y camino entre cristianos”, añadió Francisco. "Los hermanos y hermanas en la fe que conocí en Bahrein, realmente viven 'en camino': la mayoría de ellos son trabajadores inmigrantes que, lejos de casa, encuentran sus raíces en el Pueblo de Dios y su familia en la gran familia de la Iglesia. Y van adelante con alegría, conn la certeza de que la esperanza en Dios no defrauda”. “Pensando en su camino, en su experiencia cotidiana de diálogo - concluyó -, sintámonos todos llamados a ampliar nuestros horizontes, a abrirnos y ampliar nuestros intereses, a dedicarnos a conocer a los demás. Porque el camino de la fraternidad y de la paz, para continuar, necesita de todos y cada uno”.

Al terminar los saludos a los grupos de peregrinos que se encontraban en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó la figura de la hermana María Carola Cecchin, de la congregación de las Hermanas de Cottolengo, fallecida en 1925, a los 48 años, quien dio testimonio del Evangelio de la caridad a las poblaciones africanas y fue proclamada beata el sábado pasado en Kenia. “Que su ejemplo de mujer buena y sabia sostenga a todos los que trabajan por la difusión del Reino de Dios”, dijo Francisco.

Por último el pontífice también recordó al arzobispo ortodoxo de Chipre, Crisóstomos II, fallecido este lunes. Al recordar los encuentros fraternos durante su viaje a la isla el año pasado, el Papa lo definió como un "pastor con visión de futuro, hombre de diálogo y amante de la paz, que trabajó para promover la reconciliación entre las diferentes comunidades del país".