El Papa pide evitar la escalada en Ucrania y acelerar el alto el fuego

En la audiencia general, el pontífice hizo un nuevo llamamiento a la oración, tras el ataque con misiles que causó muertes y daños en muchas infraestructuras civiles. En su catequesis, Francisco habló de la desolación en la vida espiritual, que sacude esa "serenidad aséptica que nos vuelve inhumanos". La inquietud como "respuesta a la objeción de que la experiencia de Dios es una mera proyección de nuestros deseos".


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Apresúrate Señor". Es la oración con la que el Papa Francisco invitó a rezar hoy, al término de la Audiencia General del miércoles, para pedir por la "atormentada Ucrania" que sufre una nueva lluvia de misiles rusos sobre objetivos civiles.

"Con dolor y preocupación, he sabido de la noticia de un nuevo y aún más fuerte ataque con misiles contra Ucrania, que ha causado muertes y daños en muchas infraestructuras civiles", dijo el pontífice, sin referirse directamente a las dos muertes ocurridas en territorio polaco."Recemos para que el Señor convierta los corazones de quienes aún apuntan a la guerra y haga prevalecer el deseo de paz para la martirizada Ucrania, para evitar cualquier escalada y abrir el camino al alto el fuego y al diálogo". "Que el Señor dé a los ucranianos consuelo y fortaleza en esta prueba y les conceda una esperanza de paz", añadió. En su oración también recordó "a las víctimas inocentes del atentado terrorista ocurrido días atrás en Estambul".

Antes, en su catequesis, Francisco retomó el ciclo de reflexiones sobre el tema del discernimiento, y se detuvo en la desolación, un sentimiento que no es ajeno a la vida espiritual. "Incluso este estado -explicó el Papa Francisco- puede ser una oportunidad de crecimiento. De hecho, si no hay un poco de insatisfacción, una sana tristeza, una sana capacidad de estar en soledad, de estar con nosotros mismos sin huir, corremos el riesgo de quedarnos siempre en la superficie de las cosas y no tomar nunca contacto con el centro de nuestra existencia".

La desolación "sacude el alma", y esto es indispensable en la vida espiritual porque "una serenidad perfecta pero aséptica, cuando se convierte en el criterio de las elecciones y del comportamiento, nos vuelve inhumanos, indiferentes al sufrimiento de los demás e incapaces de aceptar el nuestro". La "perfecta serenidad" no se logra siguiendo el camino de la indiferencia". En este sentido, el Papa recordó a grandes figuras de santos como Agustín de Hipona, Edith Stein, José Benedicto Cottolengo y Carlos de Foucauld, que encontraron precisamente en su propia inquietud "un impulso decisivo para dar un giro a sus vidas".

La desolación es también una escuela de gratuidad. "Estar desolados -observó el pontífice- nos ofrece la posibilidad de crecer, de iniciar una relación más madura, más bella, con el Señor y con los seres queridos, una relación que no se reduce a un mero intercambio de dar y recibir. Es un modo de aprender a estar con el Señor, porque "la vida espiritual no es una técnica a nuestra disposición, no es un programa de 'bienestar' interior que nos toca planificar. No. Es una relación con el Viviente, que no puede ser reducida a nuestras categorías".

En esta perspectiva, la desolación se vuelve "la respuesta más clara a la objeción de que la experiencia de Dios es una mera proyección de nuestros deseos". En cambio, los que rezan se dan cuenta de que los resultados son imprevisibles: las experiencias y pasajes de la Biblia que solían emocionarnos, hoy, extrañamente, ya no nos transportan. Y, de forma igualmente inesperada, las experiencias, los encuentros y las lecturas a las que nunca se había prestado atención o que se prefería evitar -como la experiencia de la cruz- traen una paz inesperada".

"Jamás nos desanimemos ante las dificultades -concluyó Francisco-; por el contrario,  afrontemos la prueba con decisión, con la ayuda de la gracia de Dios que nunca nos falla. Y si oímos en nuestro interior una voz insistente que quiere apartarnos de la oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador; y no nos dejemos impresionar: simplemente hagamos lo contrario de lo que nos dice".