Protestas contra el confinamiento, Wei Jingsheng: una situaciĆ³n diferente Tiananmen en 1989
de Emanuele Scimia

El "padre de la democracia" en China explica que las manifestaciones de estos días son espontáneas, no tienen apoyo dentro del Partido Comunista como hace 33 años. Es más bien un movimiento de masas, a diferencia del de 1989. Xi Jinping tiene miedo de desplegar el ejército, utilizará la tecnología para una represión selectiva.

 


Roma (AsiaNews)- “Hay algunas diferencias” entre las protestas de los últimos días en China y lo que ocurrió en Tiananmen en junio de 1989, cuando las fuerzas de seguridad masacraron a miles de estudiantes y ciudadanos que desde la emblemática plaza de la capital reclamaban libertad y democracia en el país. Estas consideraciones fueron enviadas a AsiaNews por Wei Jingsheng, "padre de la democracia" en el gigante asiático y actualmente exiliado en Estados Unidos.

Con la presencia masiva de las fuerzas del orden en las calles y los reiterados arrestos y controles de los manifestantes, las protestas populares en China contra las restricciones para combatir el Covid que estallaron el fin de semana parecen ir decayendo. Miles de chinos se manifestaron en varias ciudades del país exigiendo el fin de los confinamientos y llegaron incluso a apuntar contra los dirigentes del Partido Comunista Chino (PCCh).

Hubo multitudinarias manifestaciones principalmente en Beijing, Nanjing, Shanghai, Chengdu, Wuhan y Guangzhou. La ola de reacciones apoya las manifestaciones de los últimos días en Urumqui, capital de la región autónoma de Xinjiang, donde la población exigió el fin de la política "Covid cero" de Xi. Muchos habitantes culparon a las autoridades por la muerte de 10 personas en el incendio que estalló en un edificio residencial el 24 de noviembre. Las disposiciones contra la pandemia les impidieron abandonar el edificio.

Mientras los medios oficiales censuran los hechos de los últimos días, los sectores más nacionalistas empiezan a culpar a "fuerzas extranjeras" por los disturbios. Encontrar un "culpable externo" para los problemas internos es una táctica de larga data del régimen chino, a la que se recurrió sobre todo en las protestas a favor de la democracia de 2019 en Hong Kong.

Las autoridades se encuentran ante un movimiento sin liderazgo, que se mueve entre la plaza física y la virtual de la web. "El movimiento de 1989 -observa Wei- contó con el apoyo de algunas fuerzas dentro del PCCh y por eso pudo reunir a un gran número de manifestantes en Beijing durante mucho tiempo". En cambio ahora, señala el histórico activista, “no hay un apoyo claro dentro del Partido, y es evidente la naturaleza espontánea de las manifestaciones”.

Wei señala que en 1989 la gente pedía la reforma del régimen comunista y el objetivo oficial de las protestas era la corrupción de los dirigentes. Por lo tanto, los manifestantes no contaban con el apoyo de los trabajadores, los campesinos y el ejército. Las políticas de prevención de la pandemia "afectan [en cambio] a todo el pueblo chino, y en las protestas participan todo tipo de personas".

“El movimiento de 1989 depositó sus esperanzas en el Partido y afirmó públicamente su apoyo al Comité Central”, hace notar Wei. Las revueltas de estos días piden la renuncia de Xi y exigen al PCCh que se haga a un lado, señal de que la opinión pública no confía en el Partido.

El disidente recuerda que hace 33 años el ejército había aplastado con mano dura las protestas: “Por miedo a que las Fuerzas Armadas no obedezcan las órdenes, ahora el PCCh no tiene valor para emplearlas. Sin embargo, el Partido cuenta con sistemas de vigilancia tecnológica muy sofisticados, con los que puede llevar a cabo una represión selectiva. Eso le permitiría evitar una reacción negativa de la comunidad internacional".